Secciones

María Inés Fernández Gómez: El recuerdo a un año de su partida

E-mail Compartir

María Inés Fernández Gómez nació el 6 de octubre de 1940 y sus padres fueron Atilio Fernández Aguayo y Tránsito Gómez, quienes también fueron progenitores de Adolfo, Natividad, Justina y Eva. Sus primeros estudios los realizó en Madre de Dios y luego en San José de la Mariquina, donde pasó sus años de juventud, para emigrar a Valdivia en julio de 1957. Después del terremoto de 1960 regresó a Madre de Dios, donde conoció a quien sería su esposo: el profesor Orlando Lovera Albarracín. Se casaron en la capilla de la Casa de Huérfanas de Valdivia el 19 de marzo de 1963 y luego se establecieron en Panguipulli, donde nacieron sus tres hijos: César, Pamela y Jasna. Con el paso de los años, la descendencia se prolongó a siete nietos: Matías, Tomás, Rodrigo, Paula, Pamela, Nahiara y César Philippe. La familia de María Inés Fernández Gómez recuerda que "se caracterizó por su voluntad para ayudar, lo que la llevó a pertenecer a diversas organizaciones sociales, como centros de madres en los años '80 y Amigas de Pediatría, entre otras. Era una mujer cariñosa, dedicada a entregarles lo mejor a sus hijos y nietos. Siempre estuvo preocupada de ellos, acompañándolos y guiándolos". En 1979, la familia se estableció en Valdivia, en la búsqueda de una mejor educación para sus hijos. "Siempre fue una excelente anfitriona. Era de esas personas capaces de armar una comida deliciosa en un muy poco tiempo, para acoger a quien llegara a su hogar. Sus amigas y conocidos, que la querían mucho y que al día de hoy aún la recuerdan, la describen como una persona con un timbre de voz muy particular, una dama, de sonrisa fácil, elegante, alegre y colaboradora. Socializaba con todo el mundo veía a todos como iguales. Le encantaba juntarse con sus amigas. Amaba tejer a crochet, técnica que aprendió de sus ancestros. Era una entusiasta de la farándula de la realeza, le gustaba seguir en las revistas de papel couché las aventuras de los reyes y princesas de Europa", señala la familia. Agregan que "le gustaba mucho viajar con su marido y recorrer destinos nuevos. En 1999 recorrió Europa por un largo periodo, conociendo el Viejo Continente. Incluso más tarde tomaron un crucero que los llevó a distintos destinos, como Uruguay y las Islas Malvinas, entre otros".

14 de noviembre de 2020 falleció María Inés Fernández Gómez. Sus restos descansan en el Cementerio Municipal N° 1 de Valdivia.

Sergio Alejandro Ampuero González: Adiós a un destacado futbolista amateur

E-mail Compartir

A los 58 años de edad, el pasado 4 de noviembre se marchó del mundo terrenal el conocido futbolista amateur valdiviano Sergio Alejandro Ampuero González. Nació en Osorno el 17 de mayo de 1963 y fue hijo de Sergio Ampuero y Adriana González, en una familia que también tuvo como integrantes a sus hermanos Luis y Juan. Además, Sergio Alejandro fue padre de dos hijos: Manuel Alejandro y Sergio Ignacio. Sergio Alejandro Ampuero González realizó sus estudios de enseñanza básica y media entre Valdivia y Osorno, donde tuvo sus inicios en el fútbol aficionado. Durante la mayor parte de su vida personal estuvo vinculado al mundo del comercio gastronómico, principalmente a través del negocio familiar que fue una de las tradicionales "picadas" valdivianas: el Restaurante Olimpia, ubicado en calle Libertad entre Yungay y la Costanera, donde trabajó codo a codo con su madre y la familia. Posteriormente emprendió iniciativas particulares en Valdivia y Máfil, siempre vinculado a la gastronomía. También, durante un periodo fue chofer de camiones. Su hijo Sergio Ignacio Ampuero Wiemberg, lo recuerda como "un papá súper presente, que siempre estuvo preocupado de mí y todo lo que sé de fútbol, se lo debo a él. Me deja un gran recuerdo". En su trayectoria de futbolista amateur, Sergio Alejandro Ampuero González fue conocido con el apodo de "Buin" y mostró sus condiciones como mediocampista y defensa central en diferentes clubes de Osorno y Valdivia. Bancario, Barrio Miraflores, Universidad Austral, la selección de Valdivia y el Deportivo San Miguel en su etapa de jugador senior, entre ortsos, fueron algunas de las instituciones a las cuales defendió durante cerca de 40 años de carrera deportiva, hasta que una serie de complicaciones de salud lo obligaron a abandonar la práctica de la actividad deportiva. Sin embargo, continuó ligado a su deporte como colaborador espontáneo. Sus restos descansan en el Cementerio Parque Los Laureles de Valdivia.

4 de noviembre de 2021 dejó de existir el ex futbolista amateur y comerciante valdiviano Sergio Alejandro Ampuero González. Tenía 58 años de edad.

¿El fin de

E-mail Compartir

la iglesia?

Este domingo, el penúltimo del año litúrgico, se nos presenta un evangelio tomado del evangelista san Marcos (Mc13, 24-32). Se trata de un capítulo escrito en clave "apocalíptica". Esta forma literaria surge en Israel en tiempo de los Macabeos, (s. II a.C), donde se escribe el libro de Daniel (primera lectura de hoy). Apocalipsis significa "correr el velo", descubrir lo que estaba oculto. El contexto de este capítulo de Marcos, escrito en torno a la caída de Jerusalén y del Templo el año 70, al igual que el tiempo de los Macabeos, tiene que ver con un tiempo de sufrimiento y guerra y la pregunta es muy clara: ¿Por qué existe el dolor y el sufrimiento? Ese es el misterio que debe ser descubierto, el velo que debe ser corrido.

El texto anterior al evangelio de hoy dice que habrá dolores de parto. Es la clave de interpretación del texto. No se trata de dolores porque llega el fin, sino que son los dolores que se requieren para el nacimiento de un mundo nuevo. Al hablar el Señor del sol que se oscurecerá, la luna que dejará de brillar y las estrellas y astros que caerán, hacen referencia al fin de las religiones paganas, aquellas que han creado dioses. El tiempo nuevo que se anuncia es el tiempo en que todos conocerán y seguirán al Señor y por Cristo todos serán conducidos al Padre.

Es importante el paralelo entre este evangelio y la situación que vivimos como Iglesia. Algunos lo ven como una situación dolorosa, que sólo anuncia el fin de la Iglesia. Pero, la verdad es que debemos comprender este tiempo difícil que estamos viviendo como un tiempo de renacer, son los dolores que acompañan al parto y que anuncian una nueva forma de ser Iglesia. Deben caer los dioses falsos que hemos ido levantando, de manera que volvamos a la verdad del evangelio, a la Iglesia de discípulos del Señor, a la fraternidad y caridad propuestas por Cristo. Sabemos leer los signos de la naturaleza, como el brote de las higueras que anuncia el verano. Sin embargo, no sabemos leer con claridad los importantes signos que están sucediendo en la comunidad eclesial. Esperamos convertirnos en una Iglesia renovada, transparente, fiel al Señor, comprometida con los más necesitados, testigos de la misericordia de Dios, que da respuestas nuevas a los desafíos nuevos de los tiempos.