Un río y una ciudad de plata...
La descripción del escudo de Valdivia acuñada por los españoles en la cédula de 1554 sigue vigente, porque el desarrollo de esta zona tiene -desde siempre- sello fluvial. La naturaleza regala un entorno privilegiado, pero también la gran resposnabilidad de construir progreso sustentable. En el aniversario 470 es bueno recordarlo.
Antes que todo estaban los ríos y los humedales. Siguen ahí. Han cambiado con los años y la modelación que la fuerza de la naturaleza les ha impuesto; con la ocupación que las personas han hecho a lo largo de los siglos; con el clima en evolución y ahora preocupante en extremo, porque se lleva la lluvia que los nutre.
El agua que la circunda define a Valdivia y su desarrollo sigue ligado al vínculo que se establezca con ella. Tiene tres Santuarios de la Naturaleza, una Norma de Calidad para cuidar los cauces en estudio y un Plan Maestro para el Borde Fluvial, que anuncia más de 50 proyectos para poner en valor esa profunda identidad local.
En virtud de esa realidad surgen tareas grandes. La modernización del Plan Regulador Comunal, que impida la presión inmobiliaria sobre áreas de humedal; la educación de la comunidad para que no ejerza esa demanda y cuide los entornos naturales. También la obligación de apoyar la conectividad, tanto con los puentes y el túnel que se han prometido; como -además- con regreso a la navegación como transporte público, algo que ya las embarcaciones-taxis delinean con éxito.
Los desafíos para un lugar con estas características han estado siempre. Los primeros habitantes y luego el pueblo Ainil - de raíz mapuche huilliche- construyeron su existencia ligada a la navegación y al área cercana a lo que hoy es el centro valdiviano. Los españoles se maravillaron a tal punto con la belleza de ese paisaje, que plasmaron en el escudo, en 1554, la imagen de "Un río y una Ciudad de Plata, que esté asentada sobre el mismo río y encima de una torre de la misma ciudad, una bandera blanca con una cruz roja…" Los holandeses, en 1643, quisieron asentarse atraídos por los relatos de una perla en el confín del sur; mientras que la Independencia de Chile no estuvo completa hasta que el acceso desde el río se convirtió en la Calle Libertad, en 1820. Además, la historia reciente no se puede comprender sin los efectos del terremoto y el Riñihuazo de 1960.
Ahora, en 2022, la obligación es progreso sustentable. A 470 años del 9 de febrero de 1552, es necesario recalcarlo.