Fin del Poder Judicial
Uno de los pilares del Estado de Derecho, de la República y de la Democracia es la separación de los órganos que ejercen cada una de las funciones del poder del Estado, destacando en éste ámbito la Independencia del Poder Judicial, el Imperio y la Igualdad ante la Ley. Las normas ya aprobadas por la Convención destruyen estos principios. No se trata de sólo un cambio de nombre, Sistemas Judiciales por Poder Judicial. Es el fin del Poder Judicial.
Hasta ahora los Tribunales de Justicia han resuelto los conflictos de intereses con relevancia jurídica conforme a la ley. De acuerdo a la normas aprobadas por la Convención, los Tribunales realizarán su tarea iluminados no sólo por el Derecho, sino que también por los principios de paridad y perspectiva de género, plurinacionalidad, pluralismo jurídico e interculturalidad, la idea de "igualdad sustantiva" y el fortalecimiento de la democracia.
Revisemos estos nuevos estándares; no todos, sólo los menos delirantes. Los criterios aprobados suponen discriminar y toda discriminación, sabemos, importa establecer y aplicar normas distintas. ¿Si no, para qué?.
Fallar de acuerdo a la perspectiva de género necesariamente implica establecer normas procesales (de prueba) y sustantivas (sanciones civiles o penales) diferentes, más o menos gravosas, dependiendo del sexo de las partes.
Aceptar el denominado "pluralismo jurídico" importa validar la coexistencia de más de un ordenamiento jurídico, cuestión que acarrea diversos problemas. Primero, procesales: ¿qué derecho se aplica?, ¿qué ocurre cuando las partes son de diferente etnia? y, segundo, sustantivos: el derecho indígena no existe.
Los hoy denominados mapuches, al igual que casi la totalidad de los chilenos, son mestizos y su cultura también lo es. Lo que llamamos cultura chilena es una cultura mestiza. El derecho mapuche no existe. Existe el derecho chileno.
Finalmente, surge una pregunta: ¿qué significa fallar con el objeto de fortalecer la democracia? Fácil es suponer cuál sería el destino del juez que falle contrariando el sentir de la mayoría o la tendencia que arrojan las encuestas. Muchos magistrados, al igual como ocurrió durante la Dictadura, preferirán proceder como Poncio Pilatos.
Jorge Eduardo Vives Dibarrart Abogado jevivesd@gmail.com
Una nueva mirada
Hoy el Evangelio plantea un peligro muy actual para el discípulo(Lc 6,39-45): creerse superiores y mirar la realidad como desde un palco, opinando sobre los demás y criticándolo todo. Este es un mal muy presente en nuestro tiempo. Tendemos a poner la mirada en el error del otro. Incluso tendemos a presentar un Dios que toma nota de nuestros errores para luego juzgar. Qué insoportables son esas personas que se dedican a ver el mal hasta en las cosas más pequeñas. Algo de esto hay en la crítica que muchas veces se nos hace como Iglesia. Tras esto, entre otras cosas, está la larga lucha con la modernidad, dando a entender que los tiempos actuales son una constante amenaza para el ser humano. A partir de esto, la Iglesia da la sensación de alejarse de la realidad y opinar de ella desde afuera, pero sin dejarse contaminar por ella. Hoy nos damos cuenta de cuán equivocados hemos estado reclamando por las pelusas en los ojos de los demás, pero sin reconocer la viga en los nuestros. La realidad del hombre está llena de miserias y de imperfecciones. La de la Iglesia también.
Tal vez lo primero que debemos hacer frente a esto es descubrir que el sentido de la vida, y también de la Iglesia, no es la perfección, sino que es la santidad, la cual no está determinada por el éxito, sino por el amor. Es más, la verdadera perfección para el cristiano es ser como el Padre: perfectos en el amor. Nos hemos presentado ante el mundo con un discurso moral respecto al qué hacer. Pero el primer discurso, y el más importante, debe ser el anuncio de Jesucristo y del evangelio. Eso es lo que debería haber en nuestro corazón, y desde ahí debiéramos hablar.
Hoy están los tiempos para renovar la forma como nos relacionamos con la sociedad. En vez de callar y replegarnos, que es la primera tentación en tiempos difíciles, debemos volver a la fuente inagotable de vida que es el evangelio. Tenemos un anuncio precioso que dar: Cristo es verdadera luz para nuestras vidas. No es un anuncio de cómo debemos actuar, sino de cómo encontrar el verdadero sentido de nuestra vida en el Señor.
Sacerdote Carlos Martínez V. diogneto.martinez@gmail.com
Estado Regional
La implementación de un Estado Regional tiene aspectos positivos, pero tener con un Consejo Territorial, en vez del Senado, hace que sea un adorno y carezca de eficacia. En segundo lugar, crear Asambleas Legislativas Nacionales, sin capacidad de crear leyes regionales carece de sentido, ya que para eso tenemos el Gobierno Regional. Así, esta nueva institucionalidad será más burocracia estatal.
El bicameralismo asimétrico puede funcionar, siempre y cuando el poder se distribuya territorialmente, y existan contrapesos en los poderes del Estado. Pero si tenemos un Congreso Plurinacional sin control, además de órganos territoriales sin potestad legislativa, terminaremos con un poder más concentrado que hoy y una descentralización que será decorativa. Independientemente del modelo que se quiera aplicar, lo importante es que se haga bien.
Juan Francisco Reyes Santibáñez Fundación para el Progreso