"Ver la sonrisa de un niño es lo más hermoso que puede recibir un profesor"
EXPERIENCIA. Querido profesor primario desarrolló su carrera en Huifco, Mehuín y Valdivia.
Conoció la realidad de niños que llegaban descalzos a sus clases en la Escuela Rural N° 99 de Huifco, en la comuna de Mariquina, donde aprendían a leer y escribir. En medio de las más absolutas carencias de la época, se fue formando el carácter del profesor normalista Emardo Segundo Carrasco Velásquez, con el apoyo inigualable de su esposa Ilia Reyes Carrillo. En Huifco fue profesor, auxiliar y director de una escuelita unidocente que recibió con 7 alumnos y que llegó a tener 77, tras absorber a tres escuelas misionales. Codo a codo con padres y apoderados, levantaron y ampliaron el colegio.
Hace un par de días, para su cumpleaños y luego de 17 años de ausencia tras su jubilación, volvió a la Escuela España de Valdivia, de la cual fue director durante 30 años, hasta 2005 y fue testigo de cómo ha cambiado la labor educativa, en un mundo dominado por la tecnología y la innovación.
¿Qué recuerdos guarda de sus primeros años como profesor primario en el sector de Huifco?
-Ahí conocí la realidad de niños que llegaban descalzos, a los cuales había que tenerles fuego para que se sequen. Había que clavar tablas para que no entre el agua a la sala de clases, había que hacer de todo. Como profesor normalista, manejábamos técnicas para enseñar y construir, junto al uso de herramientas necesarias para que la gente viera que el profesor también enseñaba a ser una buena persona. Eso le gustó a la gente del lugar, colaboraron en la construcción de la escuela, para hacer un pozo séptico, una huerta, cercos y caminos. Trabajábamos de lunes a domingo.
¿Es el recuerdo más hermoso que tiene de su trayectoria laboral?
-Fue la mejor universidad que pude haber tenido y me sirvió para alcanzar los éxitos que la vida me fue entregando. A los pocos años, mucha gente de San José sabía que allá en el cerro, había un profesor que hacía cosas. Fui elegido el mejor profesor de la comuna. En 1966 me enviaron a perfeccionarme a Estados Unidos: estuve seis meses en universidades de Dakota del Norte, Dakota del Sur, Minneapolis, Wisconsin y Washington. Viajé financiado por el programa Alianza para el Progreso y el ministerio me mantenía el sueldo.
A usted se le identifica con la Escuela España de Valdivia. ¿Fue también otra buena experiencia?
-En 1992 celebramos los 150 años de la escuela (fue creada en 1842), que coincidieron con los 500 años de Valdivia. Vinieron los reyes de España: Juan Carlos y Sofía; y estuvimos con ellos. Los recibimos y fue una experiencia enriquecedora tener la oportunidad de estar con un personaje tan importante a nivel mundial. Después tuvimos una velada para 5 mil personas en el Coliseo Municipal. Fue algo inolvidable, que no se ha vuelto a realizar. Recibí la escuela con 500 alumnos y la entregué con 1.600. Hay una satisfacción inmensamente grande de haber sido su director y que la escuela haya alcanzado reconocimientos a nivel comunal, provincial, regional y nacional.
Hace unos días le celebraron su cumpleaños y volvió a la Escuela España. ¿Cómo vivió ese momento?
-Fue una experiencia inolvidable, maravillosa, después de 17 años. En sueños imaginaba a mi escuela linda y maravillosa. Y es así. La escuela es otra y una vez más es de excelencia académica. Me alegro por eso y felicito al director Carlos Jelvez y los profesores. Me causó una muy buena impresión y les deseo lo mejor a ellos y la comunidad escolar, para que sigan por la senda de llevar a la Escuela España a los primeros lugares. Si en otros tiempos, con otras profesoras y otros profesores éramos capaces de hacer mucho con escasos recursos, ahora cuentan con una maravillosa tecnología en cada sala. Era algo que había soñado, que la modernidad llegue a las escuelas y está ahí. Es un sueño cumplido, gracias al aporte del Estado. Es increíble, maravilloso.
¿Qué opina del cambio existente respecto a la valoración del profesor dentro de la comunidad?
-Sin duda que ha cambiado. Antes, el director y el profesor eran prácticamente autoridades, los profesores eran queridos y respetados por padres, apoderados, alumnos y vecinos. Pero hoy en día, me preocupa y me entristece que hasta le pegan a los profesores. ¿Hasta qué punto ha llegado el respeto por ese profesor? Es una realidad triste y dolorosa.
Si pudiera volver al pasado, ¿volvería a ser profesor?
-Volvería a serlo y a querer a mis alumnos como los quise, sin importar el color de la piel, su condición social o su forma de ser. Yo los quería como seres humanos, como hijos, como alguien que Dios me puso al frente para darle una sonrisa, una buena palabra y cariño, que sienta que alguien lo quiere y que cuando crezca tiene que ser una buena persona. Ver la sonrisa de un niño es lo más hermoso que puede recibir un profesor.
"Hay una satisfacción inmensamente grande de haber sido su director y que la Escuela España haya alcanzado reconocimientos a todo nivel".
Emardo Carrasco Velásquez, Ex profesor normalista