Situaciones de violencia escolar
El regreso a clases presenciales trajo de vuelta la visibilización de hechos como abuso y daño a la convivencia en colegios. Acoger a las víctimas y también a la comunidad escolar es necesario; pues los testigos obligados de estas situaciones también sufren vulneración e inseguridad...
Diversos casos de violencia escolar, denuncias públicas por abuso y funas en redes sociales han remecido a Los Ríos en la última semana. En colegios municipales de Paillaco, Los Lagos y Valdivia se registraron las más públicas, pero también existen en otras comunas y en establecimientos subvencionados y particulares. Un problema transversal, lamentablemente (ver páginas 7 y 12).
El tema ha activado tanto a los sostenedores, como a las familias, las comunidades estudiantiles y a los mismos establecimientos, los cuales están obligados a aplicar protocolos de convivencia interna y a efectuar las denuncias respectivas.No olvidemos que desde 2011 existe una ley sobre violencia escolar (20.536) que ordena las formas de proceder en estos casos.
Afortunadamente, ante los hechos señalados los municipios han realizado intervenciones en los colegios afectados, pues las víctimas no son solamente quienes sufren directamente las agresiones; sino también hay daño en quienes están obligados a presenciarlas y que muchas veces sienten temor y desorientación, como los afectados. Por otra parte, los agresores también vienen de historias complejas. Sin ánimo de justificar o defender, se sabe que un menor de edad no se convierte en golpeador, delincuente o acosador sexual por casualidad; hay entornos que vulneran.
Con tristeza, se han verificado hechos similares en diversas regiones. Al respecto, el Consejo para la Transparencia (CPLT) requirió ayer a la Superintendencia de Educación -órgano fiscalizador de estas materias- que informe públicamente sobre la cantidad de instituciones que cumplen con reglamentos de convivencia, el número de denuncias realizadas y procesos de fiscalización en marcha. La idea es que la comunidad maneje antecedentes y pueda dimensionar las situaciones.
Pero, más allá de las reglas, también vale preguntarse por qué se aprecian estas situaciones. Lo primero es una positiva tendencia a denunciar hechos abusivos. Lo segundo es una readecuación de vínculos sociales luego de la pandemia, que mantuvo a personas alejadas y en espacios no compartidos.
El regreso presencial a clases ha visibilizado estos hechos; ahora es necesario enfrentarlos, para garantizar que escuelas y liceos sean lugares seguros.