El caluroso verano que puede llegar
El Hemisferio Norte vive olas de altísimas temperaturas y todo parece indicar que algo similar pasará en el sur desde septiembre. Si bien este año ha llovido casi el doble que en 2021; el déficit de agua caída en Valdivia llega a 10,3%. Es decir, la sequía progresiva no da pie de retroceso.
En estos días con frío y abundantes lluvias resulta difícil adelantarse y pensar que el próximo período de primavera-verano, podría llegar a presentarse con altísimas temperaturas y olas de calor. Pero así podría ser, tal como ya sucede en Europa, y en todo el hemisferio norte en general, en estos momentos. De acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM), se ha llegado a temperaturas que superan los 45 grados en algunos puntos, alertando sobre la salud de las personas.
Esos antecedentes pueden repetirse en el sur desde septiembre hasta marzo y es preciso estar preparados, pues el alza en los termómetros casi siempre se traduce en problemas; siendo los incendios forestales uno de los más visibles. No olvidemos que la "marea de fuego" registrada en Chile y que consumió más de 467 mil hectáreas en 2017 estuvo precedida por calor intenso. De hecho, ese año está marcado entre los más calurosos de la historia nacional.
A lo anterior hay que sumar sequía. Si bien este invierno de 2022 ha llovido más que el año pasado, hasta el momento en Valdivia -de acuerdo a datos recogidos en la estación meteorológica de Pichoy- la cantidad de agua caída alcanza a 1.048 milímetros; en igual fecha en 2021 solamente se registraban 594,6 mm; y el normal anual es de 1.722.3 mm. En cuanto a temperaturas, se ha estudiado que los índices máximos en Chile suben 0,11 °C por década; mientras que las mínimas, lo hacen 0,10 °C en el mismo período.
Sequía que prevalece y calor que se eleva; así se augura el panorama nacional y regional desde el próximo mes. Por un lado se ve positivo para el turismo y la recuperación que trae la temporada alta; pero por otra sabemos que existen muchos riesgos. Y hay que prepararse. En especial con prevención en los bosques y sus alrededores, limpiar materiales que puedan alimentar llamas, hacer cortafuegos en las zonas pobladas, acopiar agua donde sea posible, identificar puntos de riesgo y educar a la población, pues más del 90 por ciento de los siniestros tiene origen antrópico. Un descuido o una mala intención generan los focos; la situación circundante se encarga de propagar y se producen las tragedias ecológicas, sociales y económicas que todos conocemos,