Estamos a pocos días de una de las elecciones más importantes y emblemáticas de la historia de Chile. El estallido social, fenómeno histórico que actuó como punto de inflexión de un intenso y profundo proceso social, y el cual, retrató las principales demandas ciudadanas, fue canalizado por medio de un transversal acuerdo por iniciar un proceso destinado a dar origen a una nueva Constitución que busque generar acuerdos bases para esta y las futuras generaciones.
La catarsis colectiva fue generalizada y se reconoció la necesidad de crear un nuevo texto constitucional legitimado por el pueblo chileno. Un proceso, no solo relevante en términos de su contenido, sino también, por ser el resultado sanatorio de heridas del pasado. Sin duda, esta es una oportunidad para cambiar las bases del sistema e instaurar una sociedad más equitativa e igualitaria.
El plebiscito de este domingo es el resultado de un profundo trabajo democrático. Se espera una amplia participación que reafirme la convicción de que Chile está preparado y necesita de estos cambios. La propuesta rompe moldes: se ha convertido en la primera Constitución del mundo en ser redactada por un órgano paritario, por contar con un importante tratamiento ecologista y consagrar una significativa lista de derechos sociales, que hemos tratado de impulsar y/o profundizar desde la vuelta a la democracia.
La nueva Constitución retoma la tradición constitucional y democrática de nuestro país. Con las elecciones de este fin de semana, tenemos la posibilidad de dejar atrás una Constitución redactada y definida entre cuatro paredes. Tenemos la posibilidad de cambiar los cimientos de nuestra sociedad, integrando a las actuales demandas y mirando realistamente el futuro.
En este proceso de cambios sociales e institucionales, prima la esperanza de ver que el largo camino que hemos recorrido, culmine en la aprobación de esta nueva Constitución. Esta es la oportunidad para que se nos aseguré un mejor devenir, es la opción para que tengamos acceso a mejores oportunidades que puedan reflejarse en vidas más plenas, que se nos otorguen las oportunidades necesarias para que el destino no sea determinado por el lugar donde se nace, en donde envejecer no cause miedo o enfermarse no sea una condena para toda la familia. Es la opción para no tener un modelo económico basado en el extractivismo, sino en el cuidado de nuestro medio ambiente, pero por, sobre todo, es la oportunidad de construir un futuro en donde nadie sienta que sobra. De nosotros depende. Chile está preparado.
Alfonso de Urresti Senador por Los Ríos