El Presidente Gabriel Boric nombró ayer seis subsecretarios, entre ellos a Nicolás Cataldo (PC), quien asumirá en Desarrollo Regional y Administrativo (Subdere), unidad dependiente del Ministerio del Interior. Reemplazará a Miguel Crispi (RD) quien ahora trabajará en la Unidad de Seguimiento de Compromisos Presidenciales, con el Mandatario.

El nuevo titular de Subdere es la misma persona por cuyo posible nombramiento en la subsecretaría del Interior se generó una enorme controversia en La Moneda. Hasta ayer se desempeñaba en la subsecretaría de Educación -"con muy buena evaluación", dijo el martes la ministra Vallejo- y ahora tendrá a su cargo a la unidad más importante para aplicar las medidas de descentralización en el país.

De su gestión dependerán, por ejemplo, la generación de políticas públicas, el apoyo técnico y capacitación de los gobiernos regionales, el fortalecimiento administrativo y profesional de las municipalidades, coordinación y apoyo para contribuir en la modernización del Estado (subdere.cl). Es decir, acción directa en la satisfacción de las necesidades de las personas a través de instrumentos como el programa de Mejoramiento Urbano (PMU) y del programa de Mejoramiento de Barrios (PMB) y el de Infraestructura Patrimonial (PRBIPE), entre otros, que permiten financiar proyectos urgentes y, en el contexto actual, vinculados a la reactivación económica. Para Los Ríos, por ejemplo, se anunció en agosto que se dispondrá de $2.016 millones para 26 iniciativas del Plan "Chile Apoya", por esa vía. Y no es menor, se trata de luminarias, arreglo de veredas y calles, infraestructura deportiva, mejoramiento de espacios públicos, obras de agua potable, alcantarillado y aguas servidas.

El nombramiento, entonces, no debiera ser visto solamente como una forma de equilibrar fuerzas al interior del gobierno (el PC dijo que era un "duro golpe" lo ocurrido el lunes); sino como la asignación de una tarea con trascendencia frente a la cual hay expectativas. Lo dijo la Asociación de Gobernadores y Gobernadoras en su declaración de ayer, al manifestar confianza en que seguirá siendo prioridad "la ejecución de los compromisos institucionales que en materia de descentralización requiere nuestro país para el desarrollo equitativo y sustentable".

La educación de la primera infancia en Chile lleva más de cinco décadas como objeto de agenda social y política. Reconocer la educación parvularia como nivel de enseñanza de iniciación educativa nos invita a pensarla como clave desde el desarrollo evolutivo e integral del niño y la niña, posicionándose como un factor para la universalización de la atención educativa y fortalecimiento de la crianza temprana. Asimismo, la educación inicial es un valor agregado para un país, en el entendido que influye en la economía, la salud y los resultados sociales para el individuo y la comunidad, y principalmente disminuye brechas entre niños y niñas de distintas condiciones socioeconómicas.

En las últimas semanas observamos cifras preocupantes respecto del porcentaje de ausentismo. La Subsecretaria de Educación Parvularia ha indicado que alrededor del 64% de los niños y niñas matriculados en los niveles de transición - de 4 a 6 años- durante el año 2022 tiene un ausentismo grave, esperándose mantener una asistencia sostenida durante el año del 85%. Existe un componente cultural por el cual las familias no envían a sus hijos a la educación parvularia, sin embargo, por otro lado, hay un elemento necesario que debemos abordar con responsabilidad y es que la educación inicial no es obligatoria, lo que responde de algún modo con esta intermitencia.

Con todo, si las líneas de acción de las políticas públicas buscan incentivar la voluntad familiar y no formular perspectivas que resuelvan inconvenientes estructurales, el efecto no sólo será modesto, sino que también deficiente como método que fomente un mejor desarrollo de los futuros ingresos a la educación parvularia con foco en la asistencia sistemática, considerando la oferta programática y la diversidad de modalidades curriculares para lograr aquello.

Lo anterior, sin olvidar el papel determinante que tiene el adulto significativo. El éxito está directamente relacionado con la co-colaboración entre los educadores y las familias. Por lo tanto, hay desafíos que debemos acoger con compromiso, ética y profesionalismo.

Por ahora, es imperante abogar por la presencialidad sistemática, la que surgirá de forma natural si desplegamos un trabajo mancomunado y coherente, reconociendo la interdisciplina como un eje primordial al promover la relevancia que la educación inicial tiene en la sociedad.

Jessenia Knopke Maldonado Directora de Educación Parvularia Advance de la U. San Sebastián sede Valdivia