"La DC está llamada hoy a representar a la centroizquierda, no a la izquierda..."
VISIÓN. El legislador abordó la crisis interna que vive el partido e hizo énfasis en "la unidad" para recomponerlo. También, se refirió al nuevo proceso constitucional.
Como una situación "compleja" que requiere redefinir un partido que "ha sido parte del eje principal de la conducción del gobierno desde el retorno a la democracia", así calificó los momentos que vive la Democracia Cristiana el senador de la región de Los Ríos, Iván Flores.
Se habla de una crisis interna. Uno de los elementos que contribuyó a ella fue el plebiscito de salida, donde la decisión de militantes de apoyar públicamente la opción "rechazo" dividió de alguna manera a la colectividad.
Hoy, ese escenario se ha agudizado. La semana pasada renunció su presidente nacional, el alcalde Felipe Delpin, decisión que ha sido cuestionada por Flores.
Frente a la actual situación de la DC, el senador planteó que "los partidos tienen que ir adecuándose; si bien es cierto la raíz profunda de nuestra ideología que es el humanismo cristiano sigue vigente, las formas en que eso se va a hacer carne tiene que ser adecuada a los tiempos y a las aspiraciones de la comunidad".
Sobre lo mismo, señaló que la democracia cristiana "ha tomado distintos rostros en el mundo", por ejemplo, la centroamericana está a la izquierda y en contraposición -dijo- la alemana es de centro, "la pregunta es, ¿qué tipo de democracia cristiana debemos ser en Chile?".
Expuso que esa respuesta deben darla los propios democratacristianos, "y como no se ha dado la oportunidad de tener un congreso ideológico para redefinirnos frente a la comunidad, lo que hemos venido haciendo es dar espacios a la generación de distintos grupos dentro del partido que de tanto en tanto se tensionan".
Según su análisis: "Últimamente, a raíz del estallido social y de todo lo que ha venido ocurriendo en política con la irrupción de estos grupos que provienen de los movimientos estudiantiles que se asocian con el sentimiento de postergación y de desesperanza de una comunidad nacional, especialmente juvenil, hace que se vayan generando movimientos más vinculados a la izquierda que hacia el centro o centroizquierda".
A su juicio, la Democracia Cristiana no ha hecho la lectura correcta y, en ese contexto, afirmó que "sin ninguna duda atraviesa por un momento crítico, porque ya algunos militantes que están hacia el centro político se han ido yendo, por lo tanto, el partido se va desmembrando de algunas figuras que no se sienten cómodas en esta 'izquierdización' y, por otro lado, ha venido perdiendo interés de la militancia activa".
¿Qué elementos son claves para la recomposición del partido?
-Siempre voy a ver el vaso medio lleno. Si la Democracia Cristiana se une va a volver a ser relevante, sin ninguna duda. Y esto es por el bien del país, no por el bien del partido.
Y digo esto, porque en el plebiscito de entrada y la diferencia con el plebiscito de salida lo que es evidente es que el centro político y la centroizquierda, y hablo de la ciudadanía no de los militantes, que opinó que no se radicalizaba en su postura, no actuó ni con la derecha dura ni con la izquierda dura, actuó como muchos de nosotros aprobando en el plebiscito de entrada y trabajando por éste porque entendíamos la importancia de un cambio constitucional, pero muchos terminamos rechazando en el plebiscito de salida porque entendíamos que si bien hubo avances y buenas propuestas, también había problemas que preocupaban a una ciudadanía que es un poco más moderada, a una ciudadanía que espera que los cambios se hagan en paz y en armonía y en representación de todos, y que se hagan con cierta gradualidad que no se expresó durante el proceso constituyente, el cual fue muy polarizado, de eslogan, fue de posturas bastantes radicales y eso asustó a la ciudadanía.
Por lo tanto, la Democracia Cristiana está llamada hoy día a representar al que siempre ha sido su nicho político, la centroizquierda, no es la izquierda, no tenemos que empatar a la izquierda dura sino que tenemos que buscar a nuestra gente, a nuestras raíces y esas raíces son las juntas de vecinos, la gente humilde, también la gente de clase media, los profesionales, las comunidades parroquiales, católicas y evangélicas, que han quedado en el aire por algo del desprestigio que la iglesia católica sumó