Una apuesta para lograr unidad
Festejamos en septiembre, pero no siempre fue así. La fecha fue elegida en 1837 y convertida en feriado oficial en 1915. Se determinó septiembre, entonces, para ordenar y crear cohesión. Dejar de mirar puntos dispersos y fijar mirada conjunta. Una sola.
Se viven días de mucha importancia para la convivencia nacional y regional. El plebiscito del domingo 4, la conmemoración del día 11, los festivos patrios entre el 16 y el 19; marcan un septiembre con ejercicio democrático, revisión de historia, valoración de tradiciones, oportunidad de encuentro para mirar hacia adelante, a los desafíos constitucionales asumidos transversalmente por los actores políticos y a la urgencia de atender demandas sociales que se agudizarán con la crisis económica que se vislumbra en el horizonte -dicen los expertos- para 2023.
Septiembre convoca y une. Y no es casual. Es una decisión. La tomaron los forjadores de la República en 1837 (gobierno de José Joaquín Prieto) para poner el foco en el primer grito de libertad del pueblo de Chile, dado el 18 de septiembre de 1810, con el cabildo de Santiago y la primera Junta de Gobierno.
Y si bien ese día no es el de la Independencia de Chile, lo eligieron como símbolo patrio, por el espíritu que animó a los vecinos a organizarse por un bien mayor.
Al tomarlo como fecha oficial, se buscaba terminar con las divisiones que generaban otras que también se usaban en el mismo sentido: el 12 de febrero (por la batalla de Chacabuco, de 1817) y el 5 de abril (Batalla de Maipú, en 1818), ambas ligadas a la guerra y que generaban todavía mucho dolor. Recordemos que la lucha contra España enfrentó a criollos realistas con criollos patriotas y que en lugares como Valdivia, esos momentos brillantes de la zona norte carecían de sentido, pues recién en 1820 este territorio se incorporó al país que nacía.
Se determinó septiembre, entonces, para ordenar y crear cohesión. Dejar de mirar puntos dispersos y fijar mirada conjunta. Una sola. Un día, una forma de celebrar (oficial y popular), un relato compartido desde ahí y en adelante; que se arraigó en las personas y que en 1915 se convirtió en ley, decretando los feriados que conocemos en la actualidad.
Qué importante resulta mirar esos antecedentes hoy y valorar la sabiduría de quienes nos precedieron, para convertir elementos simples en vehículos de unidad, espacios de encuentro, reconocimiento de raíces comunes. Eso es lo que celebramos esta semana de septiembre. Ojalá no se olvide.