Secciones

(viene de la página anterior)

E-mail Compartir

Centro de Danza Espiral de Santiago entró de lleno en el lenguaje de lo contemporáneo.

¿Cree haber contribuido a abrir nuevos rumbos para la danza en Valdivia?

-Ana María Cabello fue muy rupturista para su época. Ella ya venía trabajando en eso de la formación en nuevos lenguajes, tanto para bailarines como para el público. Entonces ya había algo en marcha cuando me correspondió tratar de aportar de la mejor manera posible. Me siento muy afortunado por haber tenido profesores de excelencia que además me dieron los espacios necesarios para aquello.

Con sello propio

La primera coreografía de Ricardo Uribe se llamó "Viento sur". La hizo en coautoría con Ximena Schaaf. Tiene como base la música de la banda Bordemar y fue su primer acercamiento a formas más contemporáneas de abordar la danza.

¿Qué elementos considera cada vez que articula una coreografía?

-El lugar que uno habita, donde uno está, el clima y la ciudad; todos esos son elementos que no se pueden desconocer. Son condicionantes de la forma de pensar e incluso de movernos. A diferencia de Santiago, acá llueve mucho, hay tiempo para ir a almorzar a la casa e incluso a veces, para dormir una siesta; entonces, lo que uno pueda crear desde ahí siempre será distinto a lo que pueda nacer desde otras ciudades o espacios. Mis coreografías no están basadas en la vida caótica, como podría ser la de Santiago. No son tan densas. Son serenas, son agua y aire puro.

¿De qué otras disciplinas ha tomado elementos para perfeccionar su quehacer?

-Principalmente del teatro. El actor y dramaturgo Roberto Matamala es mi gran maestro. Me enseñó cosas desde una perspectiva diferente, a tener otro lenguaje y enfrentar el movimiento de una manera distinta. En general, a ver el arte y la vida de otra forma. Siempre le estaré agradecido por sus valiosas lecciones. Como bailarín me faltaba el poder 'hablar' en escena, el poder hacer reír a la gente o el transmitir aún más con el cuerpo. Sin duda que con su ayuda se enriqueció mucho más mi trabajo.

A fin de cuentas, con las lecciones aprendidas con Roberto y con todo lo que traía desde mi formación inicial, finalmente cobró más sentido eso de hacerme parte responsablemente de una larga tradición de la danza en Valdivia. He contribuido solo con un grano de arena a que todo pueda seguir siendo mejor y he asumido el desafío de tomar lo que me entregaron mis maestros, para reproponerlo. Eso es parte fundamental del ser artista, es parte de un estilo de vida.

Aunque reconoce que se puede quedar corto, Ricardo Uribe cifra en cerca de 30 las coreografías que ha hecho para intervenciones solistas y para la escuela y el Ballet Municipal de Cámara. Y como bailarín cree haber participado en por lo menos unos 200 montajes.

¿Ha participado en algún proceso donde no se haya sentido cómodo?

- Nunca me he sentido obligado a hacer algo. Pero en más de alguna ocasión he enfrentado procesos donde uno se tiene que adaptar más de la cuenta. Sobre todo cuando se trata de las capacidades de tu propio cuerpo cuando hay que interpretar algo en particular. En relación a las coreografías, más que contra la insatisfacción, a veces uno lucha contra la idea de si quedó o no lo suficientemente entendible. Pero a fin de cuentas así es la vida. Hacer y deshacer y aprender en el proceso.

¿Siente presión por ser un referente de la danza local?

-Hago las cosas bien, porque las quiero hacer bien. Aun así, siempre estaré expuesto a cometer errores, lo que es completamente esperable y normal. No creo ser un referente, más bien el miembro de un equipo de personas que ama lo que hace y por eso lo hace bien. Si mi trabajo no es del gusto de todos o no se entiende, entonces habrá que buscar los ajustes para mejorar todo lo que se crea que quedó mal.

¿Cuál es su proyecto favorito?

-'Callejeando'. Lo hicimos en 2004. Fue una propuesta ganadora del Fondart Nacional de Creación en el que trabajamos con bailarines de break dance en un montaje que hablaba de sus propias vidas. Esa experiencia me permitió conocer a un grupo de artistas con un tremendo potencial y a seres humanos maravillosos.

El último tiempo

Además de su labor creativa y de trabajar como profesor en la Escuela de Danza Valdivia, Ricardo Uribe es docente en Punto 8 Espacio Danza, donde hace clases de Pilates. Es la misma disciplina que enseña a personas de la tercera edad adscritas a la Casa del Adulto Mayor de la Municipalidad de Valdivia. En esa labor está desde hace dos décadas.

Al principio asumió la labor como una forma de generar los ingresos suficientes que le permitieran costearse un diplomado en la Universidad de Chile. Y finalmente se quedó como instructor permanente con clases de lunes a viernes de 09:00 a 10:00 horas.

¿El trabajo con adultos mayores le ha permitido entender la danza y su propia vejez de una manera diferente?

- Trabajar con ellos es una tremenda escuela de aprendizaje. Es una de las experiencias más grandes de mi vida. Efectivamente me veo reflejado en ellos. Lo que les transmito todo el tiempo es la importancia del cuidado personal, la importancia de estar bien, de ser felices y de pensar en positivo. Las clases son bastante terapéuticas y a fin de cuentas nos hemos transformado en una gran familia. Tal vez un paso natural a todo lo que hemos venido haciendo es tratar de llevar estas vivencias a la danza contemporánea y con adultos mayores. En la danza todo puede pasar y si un artista dice que lo aprendió y lo sabe todo, es porque está muy equivocado.

Usted junto al equipo que integra se ha adjudicado en más de una ocasión fondos concursables para proyectos de alto impacto. ¿Qué opina de la necesidad de tener que estar permanentemente dependiendo de ello para tener recursos que permitan la continuidad de los procesos?

- Es agotador. Estoy cansado y además un poco más viejo, como para seguir en esa dinámica. Es por eso que el año pasado decidí alejarme de los fondos concursables y la creación de proyectos por esa vía. Es que implica una inversión muy grande de tiempo y energía, y siempre quedas expuesto a la incertidumbre de si finalmente pasará todos los filtros necesarios para que finalmente te pasen la plata. Puede ser que el proceso no ocurra de otra forma, pero personalmente me tiene un poco aburrido. Puedo seguir creando sin la necesidad del Fondart. Supongo que este tipo de decisiones llegan con la madurez y luego de mirar hacia todo lo que he logrado y lo que tengo.

¿De qué forma le ha afectado la crisis sanitaria y el encierro que se vivió en los meses más duros de la pandemia?

- Me cuesta mucho salir de casa si no es por alguna razón importante. Redescubrí mi casa y lo maravilloso que es estar en compañía de mi mamá. Incluso cosas como cocinar se volvieron mucho más estimulantes que antes. Como creador, la pandemia me enseñó que siempre se puede innovar y abordar la danza desde, literalmente hablando, un lugar diferente.

En esa búsqueda de nuevas relaciones artísticas es que el bailarín y coreógrafo puso en marcha un proceso formativo para quienes no tienen experiencia alguna en danza y simplemente quieren aprender. También optó por traer de vuelta a todos aquellos bailarines alejados de la actividad por distintas razones.

"El lugar que uno habita, donde uno está, el clima y la ciudad; todos esos son elementos que no se pueden desconocer. Son condicionantes de la forma de pensar e incluso de movernos".

"Hago las cosas bien, porque las quiero hacer bien. Aun así, siempre estaré expuesto a cometer errores, o que es completamente esperable y normal. No creo ser un referente".

"

"