Ser conservador
Con frecuencia, en el debate político se usa el término conservador casi como un insulto. A un lado estarían los conservadores y en el otro, los progresistas. Los malos y los buenos. El lobo y la caperucita roja. Ser conservador sería sinónimo de estar siempre del lado equivocado de la historia. Adicionalmente, este enfoque normalmente se nutre de lo que parece que midió la última encuesta.
Somos personas. Somos libres e iguales en dignidad y derechos dice la Constitución vigente. Somos parte de la naturaleza y poseemos una naturaleza compleja. Somos y hemos sido en parte conservadores y en parte progresistas. Es bueno que sea así.
Fuimos conservadores, por ejemplo, en 1980, en 1988 y también este año cuando votamos No (dos veces) o Rechazo. Se trataba de conservar nuestra tradición constitucional y nuestro régimen político: la democracia representativa. Fuimos progresistas cuando legislamos sobre el divorcio vincular o le pusimos fin a la distinción entre hijos legítimos e ilegítimos.
Recuerdo que nuestros profesores de la Escuela de Derecho de la U. de Chile nos enseñaron que uno de los requisitos de toda comunidad (y la Nación lo es) es el deseo de vivir juntos. Si este no existe la convivencia se hace imposible. Se trata de aceptar que nos necesitamos. Se trata de aceptar las consecuencias que aquello trae. Se trata de entender que el mejoramiento de nuestras condiciones de vida supone gradualidad y consensos básicos. Se trata de comprender y aceptar que siendo minoría no es posible cumplir con las exigencias del bien común. No es aceptable que se diga que la mayoría anhela reformas, pero no las que proponen los "reformistas". No es prudente señalar que el rumbo de la nave está bien y que lo que habría que moderar es la velocidad. No es sano ignorar la realidad.
Jorge Eduardo Vives Dibarrart Abogado jevivesd@gmail.com
La ciudad destruida
Desde el estallido y la pandemia la otrora perla del sur se demacró. Plazas sin terminar, paredes rayadas, latones cubriendo comercios, ambulantes vendiendo armas blancas en plena calle. Este triste y deplorable estado en que se encuentra nuestra ciudad empeorará en el verano, volverán las carpas a los espacios públicos y las mafias de vendedores callejeros copando la Costanera.
La nueva alcaldía prometió muchas cosas para los ciudadanos que la votamos: guerra contra los autos, contra las parcelaciones y seguridad con enfoque de género.
A más de un año de asumido su cargo, los autos siguen estacionados por cientos sobre las veredas, las parcelaciones ilegales siguen proliferando alrededor de la ciudad, las tomas en la salida sur sobre los humedales ya son escandalosas y de seguridad pública tuvimos como hito el primer funeral narco, no sé si fue con enfoque de género pero si con harto balazo en las noches.
Sería bueno ya, a un año de iniciada esta administración municipal, recuperar espacios públicos, desterrar a los ambulantes, reconstruir las plazas, aplicar la ordenanza de fachadas y despeje de cableado, fiscalizar los automóviles, coordinar la seguridad ciudadana y demandar por daño ambiental a quienes destruyen los humedales.
Mauricio Obreque P. mauricio.obreque@gmail.com
PDI y Municipalidad
El miércoles 12 de octubre a plena luz del día, nuestra familia sufrió una situación de extrema violencia cuando un delincuente ingresó a nuestra casa, en la que se encontraba mi hija menor de edad, transgrediendo lo más sagrado que tenemos como seres humanos, nuestros seres queridos y la intimidad y seguridad del hogar.
El antisocial, nos contactó con la excusa de querer comprar nuestro auto y, una vez llegando a la casa, ingresó de manera violenta y sustrajo las llaves del vehículo y el mismo, el que posteriormente fue encontrado en Laja, región del Biobío.
Frente a esta pesadilla, quiero destacar y agradecer el apoyo de todos quienes nos ayudaron en la difusión, a mis colegas de la prensa, de los servicios públicos, entre otros. Del mismo modo, mis máximos agradecimientos son para el inspector Luis Pérez de la Brigada de Investigación y Robos (BIRO) de la PDI y su equipo, ya que desde el primer minuto nos brindaron no solo su ayuda profesional, activando todos los protocolos, sino también, contención, tranquilidad y seguridad frente a esta horrible situación que hemos estado viviendo.
Asimismo, agradezco al Centro Integral para apoyo a víctimas de la Municipalidad de Valdivia, quienes nos han apoyado con asistencia psicológica, social y legal de manera gratuita, siendo un espacio seguro y de acompañamiento en esta crisis emocional.
No tengo dudas de que, este tipo de reconocimientos son una motivación extra para que los equipos públicos desarrollen su labor con profesionalismo y dedicación.
Además, en estos tiempos de crisis y desconfianza, es necesario reconocer y volver a confiar en la importante labor de apoyo y ética que impulsan estas dos instituciones, cuyos integrantes, con vocación y entrega, dan lo mejor de sí para el bienestar de la comunidad.
Tamara Moreira Inostroza tminostroza@gmail.com