Firmes
en la fe
En tiempos de tantas desgracias naturales y conflictos provocados por los hombres, la inseguridad presente y la incertidumbre por el futuro, sería fácil caer en un pesimismo sobre la vida del mundo, del país y de la propia vida personal y familiar. Además, muchos aparecen dando malos augurios, creando aún más desesperanza y tribulación en la gente. Esto también sucedía en los tiempos de Jesús, como nos lo señala el evangelio de este domingo (Lc 21, 5.19).
Jesús no desconoce que habrá muchas aflicciones, guerras y desastres, pero su invitación es a enfrentarlas con una actitud distinta.
Primero nos insta a estar atentos y a no dejarnos engañar por los falsos profetas; y segundo, a no asustarse ante las situaciones del mundo y de la vida: "No se espanten cuando oigan hablar de guerras y disturbios".
Sin embargo, también Jesús le dice a sus discípulos que junto con todas estas situaciones negativas, se darán persecuciones y conflictos a causa de su Nombre, es decir por profesar la fe. Ya en muchas latitudes sabemos de hermanos en la fe que son perseguidos ante esta causa, como por ejemplo en Nicaragua. También en nuestra sociedad se vislumbran discriminaciones y burlas a aquellos que profesan la fe cristiana.
Ante estas dificultades y persecuciones, Jesús hace una propuesta curiosa: "Propónganse de corazón no preparar de antemano su defensa, porque yo les daré palabras y sabiduría". No es nuestra elocuencia y preparación la que vendrán en defensa de nuestra fe, sino que el propio Espíritu Santo es el que actuara en nosotros. De parte nuestra, en cambio, la perseverancia es la que nos ayudará a salvar nuestras vidas. Nuestra constancia y paciencia ante las dificultades de la vida son las que nos ayudarán a mantenernos firmes en la fe.
"Nuestra constancia y paciencia ante las dificultades de la vida son las que nos ayudarán a mantenernos firmes en la fe".