"Me gustaba mi trabajo y tenía pocos, pero buenos compañeros"
HISTÓRICO. Trabajó durante más de 30 años como proyeccionista del Teatro Cervantes.
Hace medio siglo y un poco más, en los años dorados del cine en Valdivia, Joaquín Jiménez y su esposa Eliana Jaramillo salían de la última función del Teatro Cervantes y en la ruta hacia el hogar, hacían un alto en el camino para compartir unos momentos en el Restaurante "La Trinchera", propiedad de un señor español de nombre Cantalicio Coña. Hace solo unos días, la señora Eliana volvió a acompañar a don Joaquín hasta el Cervantes, pero esta vez para recibir un reconocimiento. La sala técnica del ahora Teatro Regional Cervantes fue bautizada con su nombre por la Asociación Patrimonial Cultural Región de Los Ríos, institución que ahora administra el histórico teatro valdiviano, inaugurado el 14 de noviembre de 1935.
Durante más de 30 años, Don Lolo -como lo llama su familia- fue un personaje característico del teatro, pero especialmente de la sala de cine, como proyeccionista y encargado de la mantención y reparación de sus maquinarias. Había realizado un curso en Osorno, donde obtuvo la licencia de operador cinematográfico y al integrarse al equipo del Cervantes, comenzó a trabajar con Sergio Soto, quien era el operador titular del teatro.
"El homenaje que me hicieron es muy bonito. Es bueno que se acuerden de uno y que lo tomen en cuenta", señala Don Lolo en la tranquilidad de su hogar en calle Carampangue.
Dice que tiene buenos recuerdos de su trabajo. "Fueron años muy buenos, porque tuve buenos compañeros y buenos patrones", asegura.
¿Cómo desarrollaba su trabajo? "En las mañanas proyectábamos las películas, para ver si traían alguna falla y arreglarlas. Las revisábamos con mucho cuidado y si era necesario, había que parcharlas, para que queden listas", recuerda como parte de una labor en la cual se turnaba con su colega Sergio Soto y que permitía al público tener funciones de matiné, vermut y noche. Por sus manos pasaron películas históricas, como "El Bueno, el malo y el feo", "Encuentros cercanos del tercer tipo", "El hombre de cera", "Incendio en la torre", "Tiburón", "El exorcista", "Supervivientes de Los Andes", "La guerra de las galaxias" y "Titanic", la última cinta que proyectó antes de su retiro.
Más de alguna anécdota atesora en el recuerdo, desde el temor que causaron algunos de los filmes hasta aquella vez en que por un error, el rollo de la película fue colocado al revés y en el filme de vaqueros, los caballos retrocedían, en vez de avanzar.
En la misma época existía el Cine Central, frente a la Plaza de la República, pero "no había competencia, porque los dos eran de la misma firma, se combinaba las programaciones", agrega Don Joaquín y señala que la sala del Cervantes "era espectacular", la principal sala de Valdivia y escenario obligado de presentación para los grandes artistas.
Otra situación que caracterizaba a Don Joaquín era su buena disposición hacia los vecinos y especialmente con los niños de su barrio. Cada vez que podía, conseguía y regalaba entradas para el cine.
Hoy, su familia agradece que se hayan acordado de él y que su nombre quede inmortalizado en el teatro regional. "Siempre fue un hombre tranquilo y relajado, responsable y jamás tuvo problemas en su trabajo", asegura su esposa. Don Joaquín escucha atentamente, esboza una leve sonrisa y asiente con la cabeza. Lo acompañan sus hijos y una proyectora artesanal, encargada de testimoniar el que desde pequeño fue un amor eterno por el Séptimo Arte.
"En las mañanas proyectábamos las películas, para ver si traían alguna falla y arreglarlas. Las revisábamos con mucho cuidado...".
Joaquín Jiménez, Ex proyeccionista, Teatro Cervantes
"