Una oportunidad para el patrimonio
Aunque la polémica ha acompañado la situación de dos plazas en Valdivia; se abre un espacio para mirar la historia local. En el mes en que se cumple el 471º aniversario de la ciudad, bien vale la pena valorizar los registros de la historia y llevarlos al relato de la historia colectiva.
Una de las grandes polémicas instaladas en las últimas semanas en Valdivia ha sido la molestia comunitaria por la extensa demora en los trabajos de las plazas Chile y Pedro de Valdivia, cuya remodelación comenzó en febrero de 2021 y quedó detenida luego del hallazgo de restos arqueológicos en el lugar.
Las obras, financiadas con aportes del Gobierno Regional, abarcaban más de 11 mil metros cuadrados, incluían remodelación de áreas verdes, adecuación del tránsito y vínculo con trabajos en otras áreas céntricas. Debían terminar en un plazo máximo de 12 meses; sin embargo, ya en abril de ese año fueron detectados los primeros indicios de material histórico y debía decretarse la paralización. No se hizo a tiempo. Vino el cambio de administración edilicia y recién en octubre se generó un pronunciamiento para iniciar investigación. Desde entonces, las obras permanecieron detenidas y recién el 9 de febrero de 2023 el Consejo de Monumentos Nacionales dio la autorización para iniciar los trabajos arqueológicos en los recintos. En el intertanto, fue robado el busto de Pedro de Valdivia que se custodiaba en un container en el sector, materia por la cual existe una querella del Consejo de Defensa del Estado.
A ojos de observador externo, son dos años de espera y caos vial en un punto importante para el tránsito de la ciudad desde el centro a la isla Teja. Entendible la molestia, entonces. Sin embargo, una mirada un poco más detenida, permite identificar una oportunidad para rescatar parte de la historia de local, pues los materiales encontrados podrían corresponder a una antigua cancha de palín prehispánica, posiblemente ubicada en esa zona límite antes de la construcción de una ciudad que se extendía en sus orígenes -aproximadamente- desde el río hasta la actual calle Camilo Henríquez y desde la actual Carlos Anwandter por el norte hasta la actual San Carlos por el sur. Es decir, ahí hay un registro patrimonial que estamos obligados por ley a resguardar, pero desde el cual se puede revalorizar turísticamente un espacio urbano.
Se trata, entonces, de mucho más que solamente renovar unas plazas. Es una puerta hacia poner el valor el pasado. Pero eso requiere de paciencia ciudadana y constancia de la autoridad.