Ni flores, ni chocolates" es una frase que ha recorrido estos días las redes sociales y generado diálogos- y hasta polémicas- respecto de la mejor manera de conmemorar el 8 de Marzo, haciendo la pregunta sobre si corresponden o no los regalos para las mujeres, en una fecha que en realidad recuerda la muerte de muchas para conseguir derechos y visibilizar realidades de inequidad.

Lo cierto es que las palabras citadas corresponden a la Fundación Ronda, una institución que por segundo año consecutivo llamó a las empresas del país a entregar a sus trabajadoras una experiencia de capacitación, además de revisar estrategias de equidad de género, en vez de presentes que pudieran ser bello gesto, pero no implicar compromiso de cambio.

La entidad promovió, junto a Inspiring Girls, Academia Inspiradas y OTEC Inspira By Ronda, en alianza con Fiabilis, Red de Empresas Inclusivas de Sofofa, REIN y otras organizaciones de la sociedad civil, un evento efectuado ayer en Santiago, pero que busca una proyección nacional respecto de poner en la agenda pública un diálogo respecto de los avances que se requieren para que mujeres y hombres puedan desarrollar sus talentos en el espacio público, en el mundo laboral y en la corresponsabilidad del espacio privado.

Se trata de un tema importante para revisar especialmente hoy, cuando se multiplican los homenajes, los discursos y las felicitaciones a las mujeres. La idea es que esta oportunidad permita hablar también sobre violencia, acoso laboral, brechas salariales, paridad electoral, presencia en espacios de toma de decisiones, educación no sexista, colaboración parental, familia y cuidados, entre otras áreas tan importantes como el festejo.

En Los Ríos habrá hoy muchísimas actividades en este contexto. Sería interesante que también en el ámbito hogareño se plantee una conversación al respecto y se busquen nuevas formas de convivencia para el presente y las nuevas generaciones.

Hace algunos días, en entrevista con www.soyvaldivia.cl la ministra de la Mujer y Equidad de Género Antonia Orellana se refería a estas palabras zanjando: "Flores, chocolates y derechos". Esa es una buena fórmula: celebrar lo avanzado y proyectar desafíos.

En febrero de este año celebramos un hito histórico: la declaración del humedal urbano número 100. Una iniciativa ciudadana que se transformó en ley, y que hoy protege más de 11 mil hectáreas. En enero de este año conmemoramos el tercer aniversario de la promulgación de esta ley, que resguarda estos valiosos ecosistemas.

Como en todo orden de cosas, el camino ha sido largo y no exento de complicaciones. ¿Cuál es el real problema? Tanto hoy como en el camino legislativo para que esta iniciativa terminara en ley, se ha utilizado de forma antojadiza y a conveniencia, el argumento falaz de que la existencia de un humedal frena el desarrollo inmobiliario. Eso no sólo es falso, porque el contenido de la ley en ningún momento señala aquello, sino que también es un argumento que se ha utilizado para desviar la falta de una política constructiva que coexista con el medioambiente. Pues una vivienda construida en un humedal enfrenta el riesgo de ser inundada, o bien se puede venir abajo ante una situación climática intensa. Por esto mismo es que la ley bien exige que cualquier proyecto de construcción emplazado en territorios colindantes con estos ecosistemas deben someterse al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA).

¿Esa es una respuesta ante la escasez de vivienda? Claro que no. Plantear el tema como un conflicto entre "humedales vs inmobiliarias", como se ha pretendido, es no rescatar el espíritu esencial de la ley; que es buscar la armonía entre un desarrollo inmobiliario responsable, que su existencia no implique la destrucción de un ecosistema que cumple un rol fundamental en la lucha contra el cambio climático, siendo mitigador de desastres naturales, y funcionando como un riñón de la naturaleza.

Hoy enfrentamos un lobby de sectores que buscan instalar este aparente conflicto, relativizando la existencia de humedales y presentándolos como una piedra de tope que frena el desarrollo inmobiliario, cuando el foco debería estar en presentar proyectos que no arrasen con todo a su paso solo por el hecho de levantar una construcción. Los avances de la ley 21.202 son gigantescos y no podemos olvidar su origen, tremendamente ciudadano. La ley significa un cambio paradigmático que apunta hacia una nueva cultura de la construcción en armonía con la protección del medio ambiente. Hacia allá debemos avanzar, no retroceder.

Alfonso De Urresti

Senador