"La rayuela es algo que llevo en el alma, es parte de mi vida..."
DESAFÍO. Uno de los más antiguos rayueleros animeños espera volver a jugar, a los 85 años de edad.
Han pasado 68 años desde que Feliciano Segundo Pérez Filgueira comenzó a conocer el mundo de la rayuela valdiviana. Y hoy, a sus 85 años de vida sueña con volver en cualquier momento a las canchas de su querido Club de Deportes Las Ánimas, tras un eterno romance con el deporte del tejo plano. Un romance que como tantas otras acciones de la vida diaria, sufrió desde comienzos de 2020 las restricciones que trajo consigo la pandemia por coronavirus.
Mientras tanto, se mantiene en actividad caminando desde su hogar, en un ir y venir que lo lleva "en micro hasta el centro y de regreso a pie" o "ida y vuelta caminando hasta el parque municipal". Es un convencido de los beneficios de la actividad física para la buena salud.
Feliciano Pérez Filgueira fue campeón valdiviano en numerosas ocasiones y en su hogar de Las Ánimas atesora cada momento vivido con el tejo en la mano y con la mirada fija en la próxima "quemada".
¿Cómo fueron sus inicios en la rayuela?
-En 1955 empecé a conocerla, en Collico. En 1957 comencé a jugar en forma oficial por Deportes Collico. En esa época, don Luis Loyola, que trabajaba en Ferrocarriles, nos reunió a varios jugadores, formó el club Ferroviario y lo llevó a la asociación. Después, el club se disolvió y volvimos todos a Collico.
¿Cuándo llegó a Club de Deportes Las Ánimas?
-Fue un par de años después del terremoto. Ya estaba viviendo acá en el barrio, los dirigentes de Las Ánimas me convencieron y jugué durante más de 50 años por el club. Hasta que la pandemia nos mandó al receso.
¿Cómo recuerda a la rayuela de aquellos tiempos?
-Había jugadores muy buenos en todas las distancias: 10, 12, 14, 16 y 18 metros. Yo jugué siempre en 14, 16 y 18. Y también había muchos clubes, como Ferroviarios, Chacabuco, Unión Las Ánimas, Perla del Sur, Estrella del Sur, San Martín, Crucero, Chacabuco, Beauchef, Lord Cochrane.
¿Dónde jugaban?
-Generalmente en canchas neutrales, ya que la asociación no tenía canchas. Había algunas en Picarte, frente al Cementerio Municipal y también más al sur; otra en Pedro Montt, casi frente al Coliseo Municipal; en Las Ánimas, donde el vecino Pablo Soto. Comenzábamos a jugar a las seis de la tarde y todas estaban al aire libre.
Ud. fue seleccionado valdiviano durante muchos años. ¿Cómo fue esa experiencia?
-Muy buena. Siempre jugué en 18 metros y tuve muy buenos compañeros, como "Carloncho" y Arnoldo Delgado, de Collico, quien jugaba desde 10 hasta 20 metros y fue el mejor de todos. En el año 1989 fuimos vicecampeones de Chile, en Punta Arenas.
¿Se siente conforme con su trayectoria dentro de la rayuela?
-Sí. Muy conforme con lo que he jugado, viajado, compartido y conocido.
¿Quiere volver a jugar?
-Sí. Ganas no me faltan, solo me falta el permiso de mi señora. Es que pasaron muchos años en que dejaba los fines de semana para la rayuela y la familia quedaba un poco de lado. Pero, la rayuela es algo que llevo en el alma, es parte de mi vida y lo seguirá siendo. Estoy pensando en volver, pero insisto: solo me falta el permiso.