"Estoy acostumbrada a la vida del campo y no la cambio por nada"
VIDA CAMPESINA. Querida vecina da testimonio de su vida en sectores rurales de la región.
Agricultora, tejedora. Mujer de campo. Trabajadora y apegada a su familia. No tuvo posibilidades de educarse, pero junto a su esposo sacó adelante a la familia. Erminda Araneda Aro (88 años) es la protagonista de una historia de esfuerzo que comenzó en el sector de Remehue, comuna de Los Lagos. El pasado 15 de abril, junto a hijos, nietos, bisnietos y un tataranieto celebró su cumpleaños en Máfil, donde aprovechó de repasar algunos pasajes de su vida, con la tranquilidad que da la satisfacción del deber cumplido.
A los 15 años fue madre de su primera hija. Decidió probar suerte y viajar a Concepción, donde se desempeñó durante algunos años como asesora del hogar. Luego y por razones familiares regresó a la zona, para radicarse junto a los suyos en la localidad de Covadonga (Los Lagos), donde nació su segunda hija.
Precisamente la familia recuerda que luego de su matrimonio con Hipólito Ramírez lograron la compra de un terreno en Santa Marta-Huichaco. En 1989 falleció su esposo y ella -junto a sus hijos- asumió la responsabilidad de encabezar el emprendimiento familiar que habían generado.
Tranquila, doña Erminda señala que no cambia "por nada del mundo" la posibilidad de vivir en su campo y en contacto con la naturaleza. "Estoy tan acostumbrada a la vida del campo, que no quiero moverme. Vivo tranquila, tengo mis cosas, mis animalitos, mis gallinas", asegura y agrega que de todos los sectores rurales que han sido su hogar, Santa Marta-Huichaco es el mejor lugar donde vivir.
¿Cómo se mantiene físicamente? Asegura que pese a tener dificultades en la movilidad de sus piernas, "tengo el ánimo para seguir adelante. Vivo con una sobrina y ahí nos arreglamos. Son más de 30 años desde que enviudé y tuve que continuar mi vida".
También recuerda que junto a la agricultura, durante años se dedicó a la artesanía en lana: "Hacía tejidos, mantas, calcetines, todo lo que se pudiera hacer".
En el escenario actual, señala que fue una sorpresa la celebración de su cumpleaños N° 88. "Me fueron a buscar, me trajeron a Máfil y la fiesta estuvo muy buena. Pero me vuelvo hoy día mismo, porque no me acostumbro en la ciudad. Tengo que volver a mirar mis crianzas", explica.
Con la irrupción de la tecnología, doña Erminda se mantiene en contacto frecuente con sus seres queridos a través del teléfono celular. Y cada tarde se sienta cómodamente frente al televisor para ver sus telenovelas favoritas y después comentarlas con sus hijos, nueras, yernos y nietos, que siempre la visitan. "En los veranos también salgo de mi casa y me gusta ir a las ferias costumbristas, donde participan mis nietos. Una hija me va a buscar y después me va a dejar a mi casa", explica.
Y tal como lo señala su familia, Erminda Araneda Aro hoy se dedica a contemplar el atardecer y la hermosa naturaleza que la rodea, "disfrutando de los logros alcanzados a lo largo de su vida y desarrollando una serie de actividades como el sembrado de sus hortalizas y su jardín, dándole comida a sus aves, sintiendo el balar de sus ovejas cada mañana, escarmenando su lana e hilando, para que luego sea tejida por otras manos".