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Jesús explica las escrituras

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El relato de este tercer domingo de pascua es el de los peregrinos de Emaús. Dos discípulos de Jesús caminaban tristes y desesperados hacia su pueblo, después de la crucifixión del Maestro. Pero en el camino se encontraron con un extraño, que se unió en el camino y empezó a conversar con ellos.

A medida que caminaban, el desconocido comenzó a explicarles las Escrituras y a interpretarlas en relación con lo que había sucedido con Jesús. Los discípulos, que no habían entendido la profundidad de lo que había ocurrido, comenzaron a comprender. Y cuando llegaron a su destino, invitaron al extraño a quedarse con ellos y cenar.

Fue en el momento de la cena cuando finalmente reconocieron a su acompañante: era Jesús, que había resucitado. Y en ese instante, desapareció de su vista. Los discípulos quedaron impresionados por lo que habían experimentado y corrieron a contar a los demás lo que había sucedido.

La resurrección de Jesús no solo fue un hecho histórico, sino una experiencia transformadora para los discípulos. Después de haber pasado por la tristeza y el desconcierto de la muerte de su Maestro, se encontraron con la alegría y la esperanza de su resurrección. Y esto cambió radicalmente su perspectiva sobre lo que había sucedido.

Además, el episodio de los peregrinos de Emaús también nos muestra la importancia de la interpretación de las Escrituras. Fue gracias a la explicación del desconocido que los discípulos pudieron comprender la profundidad de lo que había sucedido con Jesús. Y esto es algo que sigue siendo relevante para nosotros hoy en día: la lectura y el estudio de las Escrituras nos permiten comprender mejor el plan de Dios y su obra en nuestra vida.

El evangelio de este domingo nos muestra la transformación que experimentaron los discípulos gracias a la resurrección de Jesús, así como la importancia de la interpretación de las Escrituras. Y nos recuerda que, así como ellos, también nosotros podemos experimentar la alegría y la esperanza de la resurrección en nuestra propia vida.

Mario Orlando Flández Pacheco: En la historia del deporte valdiviano

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Mario Orlando Flández Pacheco nació en Valdivia, el 16 de diciembre del año 1937 y el pasado 17de abril se cumplieron cuatro años de su partida hacia el Más Allá. Sus padres fueron Germán Flández Flández y Berta Pacheco Díaz. Realizó sus estudios básicos en la Escuela N° 1 Chile y al igual que muchos niños de la época, desde muy pequeño entró al mundo del trabajo. Casado con Edita Valderrama Pardo, fueron padres de tres hijos: Mario, Jorge y José Luis, todos ellos ligados a la actividad física y deportiva de la región a través del tenis de mesa, el atletismo, el fútbol y la educación física; además de abuelos de tres nietos: Imneya, Jorge Alonso y Amparo. Amante del deporte, Mario Orlando Flández Pacheco se vinculó y representó a Valdivia como atleta en diferentes encuentros y campeonatos, todo en la especialidad de fondo (año 1960), motivado por su amigo y compañero de ruta Hernando Cerda Barrientos, formando parte de distintas instituciones de la época, como el Club Manuel Plaza y el Deportivo Comercial de Valdivia. Paralelamente, fue un activo dirigente deportivo, labor para la cual entregó sus mejores capacidades y esfuerzo. Fue creador de la rama de atletismo de la empresa Laminadora de la época; dirigente del Club Victoria Juvenil de los Barrios Bajos; además del club General Yañez y el Deportivo Masisa. En el año 1974 y junto al entonces presidente de la Asociación Atlética de Valdivia, Ignacio Soto Leiva, participó activamente en las gestiones para construir la pista de atletismo de ceniza de la época en el Parque Municipal (anteriormente de pasto), cuando el alcalde era Antonio Azurmendi Riveros. Más adelante, con el Dr. René Guzmán como presidente del atletismo valdiviano, trabajó codo a codo junto al directorio para impulsar el desarrollo de la disciplina en ámbitos federados y escolares. Posteriormente, fue un incondicional hincha del básquetbol y fútbol de la ciudad. Un hombre enérgico y a su vez bondadoso, cuya filosofía de vida, consideró siempre la constancia, el esfuerzo y el cariño, lo que logró transmitir a su familia y generaciones de valdivianos.

René Antonio Alarcón Munizaga: Adiós a un maestro de soldadores

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A pocos días de haber cumplido los 71 años de edad, el 15 de abril de 2023 abandonó el mundo terrenal René Antonio Alarcón Munizaga. Nació el 13 de abril de 1952 en el sector de Naguilán y fue hijo de Juan Alarcón y Teresa de Jesús Munizaga Cárdenas, quienes también fueron padres de otros seis hijos: Pedro, Manuel, Juvenal, Pablo, Hilda y María. Casado con Marta Jara Carrasco, fueron padres de tres hijas: Viviana, Graciela y Daniela; y abuelos de dos nietos: Jesús y Antonia. Valdiviano por definición y notable maestro soldador, ligó su vida al oficio en diversos astilleros de Valdivia. A los 14 años de edad entró al mundo del trabajo y comenzó a formarse en el arte de soldar. Su dedicación, constancia, esfuerzo y experiencia lo fueron posicionando como un formador de soldadores, recuerda su hija Viviana. Y agrega que "cada vez que en el sur de Chile un pesquero nacido de nuestros astilleros locales se hace a la mar, va también la dedicación y compromiso con el trabajo perfectamente ejecutado de este hombre, al que se le conoció popularmente como "El Rana", por sus dotes de nadador y que también rescató personas, cuando se requirió su ayuda dada la notable habilidad buceadora, su formación en la antigua doctrina de valdiviano vinculado al río, desde el primer chapoteo en el agua hasta cruzarlo a nado y practicar deportes náuticos". Agrega que su partida lleva a reflexionar "sobre los trabajadores que, con su oficio de soldador forjado en un trabajo paciente y silencioso, contribuyeron al desarrollo y prestigio de la industria naviera de Valdivia. Don Mauricio "El Zapallo", "El Zorro", Don Marcos " Popeye" y otros son nombres y apodos que dentro la jerga coloquial identifican a maestros soldadores de trabajo duro, de elevado riesgo, de penas y sinsabores, con un espíritu marcado en el deber y la responsabilidad de un trabajo bien terminado, sin objeción alguna. Cuando el último parta, se cerrará un capítulo notable de la industria más artesana naviera local". René Antonio Alarcón Munizaga falleció el sábado 15 de abril de 2023 y su cuerpo descansa en el Cementerio Municipal N° 2 de Valdivia.