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"Está instalada la repetición de un modelo donde las mujeres vamos quedando atrás. No porque no tengamos capacidades, sino porque no tenemos espacios donde desarrollarlas".

¿Cómo evalúa lo que hizo la UACh en su momento, aquello de permitir el ingreso de mujeres?

- Para el tiempo en que eso ocurrió, estuvo bien. En aquellos años fundacionales no me cabe la menor duda de que hicieron lo que mejor pudieron. Lo cierto es que en la década de 1990 aproximadamente se comienzan a instalar ciertas preguntas dentro de las colegas, en los sindicatos y en las distintas escuelas, que tienen que ver con las diferencias. Es algo que ocurre muy de la mano con los procesos sociales que comienzan a ocurrir en aquel entonces, con cuestionamientos, por ejemplo, hacia las ciencias y el sesgo que existe en las investigaciones.

¿Cuestionamientos de qué tipo?

-Por qué se utilizan ratones y no ratonas en los experimentos. La razón es que el ratón es más barato, en términos de que te da resultados más rápido. La ratona tiene un sistema hormonalmente más complejo por ende, eso complejiza más las cosas. Entonces desde ese sesgo, desde elegir el género del sujeto del que se estudia para obtener resultados más o menos rápidos, es que estamos haciendo una ciencia y unos conocimientos sesgados. Entonces la brecha no inicia con que las mujeres puedan o no entrar a las universidades. Hoy en día, en el mundo contemporáneo, parte en cómo pensamos las ciencias y los conocimientos.

Avances

Los proyecto InES Género están instalados en 23 universidades del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch). Son una iniciativa del Estado para superar la brecha de género en el contexto de una serie de tratados internacionales y de diagnósticos no tan esperanzadores.

Uno de ellos indica que la pandemia atrasó al menos 135 años la meta de lograr la igualdad en un plazo que ahora es mucho más largo que antes de la irrupción del coronavirus.

En ese contexto el de la UACh es considerado un triunfo. "Es una gran alegría porque nos permite tener recursos en un momento difícil para ponernos a cuestionar, pensar y entregar herramientas que nos permitan superar las brechas desde cómo se genera el conocimiento y las ciencias, hasta en lo más práctico, que es cómo en las salas yo puedo hacer un sesgo con los estudiantes. Uno de los rasgos diferenciadores de nuestro proyecto, en relación a la red nacional InES, es que tenemos un sello territorial", aclara Marcela Hurtado.

¿Durante cuánto tiempo se levantó la información que sustenta el proyecto?

- La universidad tiene tres diagnósticos de género y va por el cuarto. Pero se han realizado muy a pulso y que no cumplen con la data dura de información cuantitativa que exige el instrumento llamado 'Brecha de género'. Entonces uno de los objetivos de nuestro proyecto es lograr levantar aquello. Trabajamos durante cuatro meses recogiendo toda la información que había, en los diagnósticos y gracias al trabajo de las colegas que estaban realizando diversas iniciativas. Reunimos todo en el Comité de Género, Diversidad e Inclusión de la Vicerrectoria de Investigación, Desarrollo y Creación Artística.

La experiencia que está impulsado la Universidad Austral de Chile considera el establecimiento de un comité asesor amplio en distintos estamentos en sedes, campus y facultades, donde se van a revisar todos los actuales reglamentos y protocolos vinculados al tema. Desde ahí surgirán propuestas que serán analizadas por los cuerpos colegiados, para implementar cambios.

Ustedes manejan datos de 2021 de los campus en Los Ríos, Los Lagos y Aysén. ¿Cuál de ellos presenta cifras más preocupantes?

- Hay variables culturales que tienen los territorios que hay que trabajarlas de manera distinta. No es que una sea más preocupante que la otra. Cada una tiene sus peculiaridades.

LAS METAS

El InES Género de la UACh cuenta con un presupuesto de aproximadamente $400 millones. Fue lanzado ayer en una ceremonia a la que asistió la subsecretaria de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Carolina Gainza. Se ejecutará durante tres años y considera tres objetivos específicos. Uno de ellos es "Promover la equidad de género en el ámbito de I+D+i+e, a través de iniciativas y acciones participativas que propicien un cambio en la cultura interna de la universidad".

¿Cree que es uno de los objetivos más complejos de lograr, ya que hablamos de un cambio cultural en un contexto en el que hay muchos usos adquiridos?

- El cambio cultural es ciertamente uno de los objetivos más complejos y es el que está llamado a ser cumplido por los distintos InES del país. Por eso es que consideramos la realización de una serie de capacitaciones y cursos que están focalizados, por ejemplo, para autoridades, mandos medios, estudiantes, profesores, etc. Está muy instalado aquello que 'lo de género' es un problema que le sucede a otro, que no me sucede a mi. Osea, si no me ha pasado, entonces no sucede. Por eso se debe discutir que las brechas son reales y que estamos en una realidad que debemos cuestionar.

Otro de los objetivos es "Desarrollar capacidades institucionales que integren en su orgánica normativas, manuales y protocolos". ¿Eso refiere incluso a lo que puede ocurrir en los laboratorios con el uso de ratones?

- No podemos obligar al investigador a que decida usar ratones o ratonas, pero se lo vamos a proponer con argumentos. Y eso además será un criterio para cuando se evalúe un proyecto que aspire a recibir financiamiento nuestro o del Estado. Estamos hablando de un cambio de paradigma por donde se quiera mirar.

¿Lo que proponen puede generar rechazo una sociedad machista como la chilena?

- Está previsto aquello. Como también está previsto trabajar en relación a cuestionarse la masculinidad. Y creo que los hombres tienen harto que preguntarse sobre los roles que se dan por hecho y que no necesariamente tienen que abrazar, como por ejemplo, el rol de sostenedor, de tener la respuesta, de ser exitoso; todas esas cosas que se supone que tienen que hacer los hombres. El desafío es instalar el 'por qué' en nuestras discusiones y particularmente en los talleres de masculinidad que vamos a realizar. En el fondo el llamado es a cuestionarse qué es ser hombre en el siglo XXI.

La UACh tiene otros proyectos que apuntan, por ejemplo, a la captación de estudiantes mujeres para áreas de ciencias. Ustedes sostienen que uno de los problemas de la brecha de género no ocurre necesariamente en pregrado, sino que más bien en cómo las mujeres acceden a cargos de poder y de toma de decisiones una vez que completaron la formación académica. ¿Cómo la universidad se puede hacer cargo de eso pensando en que una solución es la contratación de más académicas?, ¿Es eso posible en la actual crisis que afecta a la casa de estudios?

- Con las actuales políticas no se está hablando de nuevas contrataciones, pero ciertamente las mujeres pueden estar en mejores condiciones. Pueden ser mejor evaluadas y pueden llegar a tener un mucho mejor trato. Eso ya sería un gran cambio. Una de nuestras metas es poder entregar herramientas a nuestras estudiantes para que puedan ejercer liderazgos.

Lo que estamos haciendo está en sintonía con las nuevas políticas de acreditación que obligan a estos cambios. Es decir, en ningún caso estamos apostando por algo que de antemano sabemos que no se podrá lograr.

Finalmente, para Marcela Hurtado es importante que el InES Género UACh no tan solo tenga repercusiones al interior de la universidad. "Estamos en pequeñas instancias de colaboración con la sociedad civil y pretendemos seguir por ese camino mientras estemos en el proyecto. La idea indudablemente es que se replique, adaptándose a las necesidades de cada lugar". En la iniciativa encabeza el equipo integrado por Cynthia Vergara Maldonado (directora alterna Género UACh), Katherine Barriga Placencia (coordinadora institucional proyecto InES Género) y Loreto Burgos Mann (coordinadora vinculación I+D+i+e).

"Los hombres tienen harto que preguntarse sobre los roles que se dan por hecho y que no necesariamente tienen que abrazar, como por ejemplo, el de sostenedor".

"Lo que estamos haciendo está en sintonía con las nuevas políticas de acreditación que obligan a estos cambios"

"Una de nuestras metas es poder entregar herramientas a nuestras estudiantes para que puedan ejercer liderazgos".

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