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Carlos Enrique Bahamondes Moreira: Voluntario insigne de Bomberos

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Hace un año, el 22 de junio de 2022, los caballeros del fuego de Valdivia perdieron a uno de sus hijos predilectos y una familia completa debió resignarse a la partida de Carlos Enrique Bahamondes Moreira. A un año de su partida, su familia y conocidos mantienen la imagen del hombre generoso, alegre, respetuoso, cariñoso y muy "amigo de sus amigos" hasta el día de su partida. Carlos Enrique Bahamondes Moreira nació en La Unión, el 22 de enero de 1956 y fue uno de los hijos del matrimonio formado por Alejandro Bahamondes y Elermina Moreira. Posteriormente, cumplió con sus estudios primarios en la localidad de Pelchuquín y la enseñanza secundaria la realizó en el Liceo de Hombres de Valdivia. Como muchos jóvenes de su época, derivó tempranamente al mundo laboral y en su caso, el rubro elegido fue el de la gastronomía, donde brilló con luces propias en los oficios de garzón y barman. Fue así como se desempeñó en el antiguo y popular restaurante valdiviano La Protectora, la discotheque Izma 31, el Restaurante Guata Amarilla y el Fogón Llancahue. Casado con María Angélica Guarda Muñoz, fueron padres de dos hijos: Carlos Gabriel e Ignacio Francisco, además de abuelos de tres nietos. Carlos Enrique Bahamondes Moreira fue durante cerca de medio siglo y hasta su fallecimiento, voluntario del Cuerpo de Bomberos de Valdivia. El 16 de abril de 1974 se incorporó a la Cuarta Compañía, institución en la cual fue ayudante, teniente tercero, teniente segundo y teniente primero, además de consejero de disciplina, capitán, director y consejero superior de disciplina. También se desempeñó como instructor de la banda de guerra del Cuerpo de Bomberos de Valdivia. En el año 2003 recibió la Medalla del Sesquicentenario del Cuerpo de Bomberos y en 2007 fue reconocido como Hijo Benemérito de Valdivia, tras recibir el sexto premio de constancia por 30 años de servicios. Ayer fue oficiada una misa por el descanso de su alma, en la Iglesia La Merced de calle Bueras y su familia señala que "ha sido un año muy complicado. Estamos aprendiendo a convivir con su ausencia, pero su amor y recuerdo sigue latente en nuestros corazones. 'Charly Kike', como le decíamos con cariño, dejó huellas inolvidables por ser una persona carismática, bondadosa y muy cariñosa". Su cuerpo descansa en el Cementerio Municipal N° 1 de Valdivia.

1 año de la partida de Carlos Bahamondes Moreira se cumplió el pasado 22 de junio de 2023. Se marchó en el año 2022 y dejó una huella imborrable entre los suyos.

El sufrimiento del justo

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El sufrimiento constituye un tormentoso problema, porque toca a todos los hombres: a los justos y a los inocentes. La persecución golpea a los justos precisamente porque son justos y alcanza de una manera especial a los profetas, a causa del amor a Yahvé y de su fidelidad a la Palabra. Jeremías ocupa entre los perseguidos un lugar especial: él ha expresado mejor que otros el estrecho ligamen que existe entre la persecución y la misión profética. El siervo sufriente cumple el plan de Dios, con la aceptación de los maltratos que el pueblo le infringe.

La razón profunda que explica el drama del justo perseguido la vamos a encontrar en el libro de la sabiduría: el justo ha llegado a ser para el impío "insoportable de solo verlo" (Sab 2, 14).Es un testimonio del Dios vivo que se prefiere desconocer. Condenando a Jesús al suplicio de la cruz, los hebreos continúan con las injusticias de sus antepasados que persiguieron a los profetas y de esa manera se opusieron al plan de Dios, pero el cálculo del hombre pecador se revela equivocado. Los principales de este mundo crucificando al Dios de la gloria, se convierten en realidad en los instrumentos de la sabiduría divina, porque la muerte de Cristo es salvación del mundo, gloria de Dios.

En la enseñanza de Jesús, la persecución llega a ser una bienaventuranza: "Bienaventurados ustedes cuando los insulten y los persigan" ((Mt. 5, 11). Es inevitable "un siervo no es más grande que su Señor. Si me han perseguido a mí, los perseguirán también a ustedes". Comprometerse a vivir siguiendo los caminos de Dios, significa encontrar en nuestro andar, dificultades siempre nuevas.

En un mundo que es dominado por el egoísmo y por la búsqueda de los propios intereses, quien predica el amor, la pobreza y el perdón, será inevitablemente perseguido, porque el pecado está profundamente radicado en el corazón del hombre.

Pero el perseguido no teme, tiene confianza en el Señor. Los perseguidores solamente pueden matar el cuerpo, pero no tienen poder para destruir el alma.

Juan Francisco Molina Medina: Adiós a un hombre bueno y generoso

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Durante la madrugada del jueves 15 de junio de 2023 abandonó el mundo terrenal Juan Francisco Molina Medina, un hombre que durante gran parte de su vida fue identificado como "Liqui Moli", en alusión a la marca del producto para vehículos al cual representó durante 35 años en el sur del país. Un tiempo en el cual también sobresalió como un entusiasta piloto de automóviles y dirigente que mantuvo vivo el deporte "tuerca" en Valdivia. Juan Francisco Molina Medina nació en Valdivia el 1 de abril de 1949 y fue hijo del matrimonio formado por Juan Félix Molina Soto y Olivia del Carmen Medina Figueroa. Tuvo inicialmente como hermanos a Sergio, Rosario y Eliana; de un segundo matrimonio de su padre fue hermano de Francisca y Angélica; y sumó a Sergio "Pirincho". Sus estudios los desarrolló en el Instituto Salesiano e Instituto Comercial y aún cuando no accedió a un título profesional, su mejor universidad fueron los caminos de la vida, donde aprendió y se formó a sí mismo en el ámbito laboral. Durante su juventud vivió un tiempo con sus hermanas en Concepción y luego trabajó en el rubro hotelero. Fue preso político luego del golpe militar de 1973 y después partió al exilio en Bariloche, República Argentina. Al otro lado de los Andes trabajó en hotelería y a su regreso al país, fue representante y distribuidor de Liqui Moly Chile, de Concepción al sur. En su vida personal, fue casado con María Isabel Ilhahrreborde Freixenat, con quien fue padre de Juan Fernando y a él se sumó un segundo hijo: Patricio. Además, fue abuelo de dos nietas. Su familia lo recuerda señalando precisamente que su "construcción de familia trascendió la genealogía directa, porque extendió su abrazo a toda la parentela que residía en sus rutas transitadas y capítulo aparte son sus amigos y amigas. Hizo carne la frase de la canción: "Yo quiero tener un millón de amigos". Generoso, responsable, trabajador, esforzado, incondicional, cariñoso y buen cocinero son conceptos que repiten quienes lo conocieron. Una forma de vida a la cual se sumó la alegría y su permanente buen humor. Juan Francisco Molina Medina se marchó para siempre el 15 de junio de 2023 y su cuerpo descansa en la tumba familiar ubicada en el Cementerio Municipal N° 1 de Valdivia.

74 años de edad tenía Juan Francisco Molina Medina, al instante de su fallecimiento. Nació en Valdivia el 1 de abril de 1949 y fue un amante del automovilismo.