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en Dios

Con el profeta Elías, comprendemos que la presencia de Dios es variada, no es única. Dios se manifiesta a quien quiere y como quiere. A algunos se les ha manifestado en el fuego, en el trueno, como en la gran teofanía del Horeb (1Rey 19,9.11-13). A otros se les ha manifestado en el dolor máximo, en la pérdida de un familiar o en accidentes fatales. Lo importante es saber esperar el tiempo de Dios, el tiempo oportuno (kairos), para estar atentos a su llamada y hacer su voluntad. Dios estaba en el "sonido suave y delicado". Preparemos el corazón para disponerlo a oír la voz de Dios y aceptar su presencia.

El dolor que Pablo nos relata y siente es provocado por el desconocimiento que sus hermanos de raza tienen de Jesús, su Señor (Rom. 9,13). Es un dolor y también una inquietud: qué hacer por ellos para que se acerquen al Dios verdadero manifestado en Cristo Jesús. Él estaría dispuesto a cambiar su suerte para que los otros que son sus hermanos también alaben al Dios que está por encima de todo, incluso por sobre toda ley, alianza. Siente la necesidad imperiosa de hacer algo para divulgar el nombre de su Dios. A nosotros se nos ha confiado la evangelización de los pueblos. ¿Qué hacemos por los que tenemos a nuestro lado, les hablamos de Jesús? ¿Sentimos la misma inquietud de San Pablo?

Continúa y termina la multiplicación de los panes, pero el evangelista avanza para mostrarnos que Jesús es mucho más que alguien que puede dar de comer. Sube al cerro y se retira de entre la gente para orar. Los discípulos no están con Él, están en la barca y en medio de las olas y el viento fuerte (tormenta). Qué desesperación nos viene cuando los problemas de la vida nos abaten. Nos desesperamos y gritamos a Dios, que venga en nuestro auxilio. Él se nos ha aparecido tantas veces y no lo reconocemos, igual que sus discípulos, desconfiamos de su presencia y gritamos "¡Es un fantasma!" y nos da miedo y el miedo paraliza, ata y nos impide reconocerlo cuando se nos manifiesta de una manera totalmente diferente. El evangelista nos invita a reconocerlo y a hacer más grande la fe, especialmente cuando sentimos que no contamos con su presencia y nos sentimos abandonados. Digamos entonces con sus discípulos: realmente eres Hijo de Dios (Mt 14, 22-33).

Hugo César Hidalgo Muñoz: Un querido deportista y dirigente

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A los 60 años de edad, el pasado 5 de agosto de 2023 se marchó para siempre Hugo César Hidalgo Muñoz. Nacido el 12 de febrero de 1963 en la ciudad de Nacimiento, fue hijo de Eduviis Hidalgo y Rosa Isaira Muñoz Soto, quienes también fueron padres de otros cinco hijos: Andrés, Héctor, Sara Rosa, Paula Ruth y Carlos Alejandro. Hugo César Hidalgo Muñoz cursó su enseñanza básica en la Escuela N°13 ubicada en calle Villa Alegre, en Nacimiento (región del Biobío), la cual actualmente se llama Escuela Óscar Guerrero Quinsac. En tanto, su enseñanza media la cumplió en la Escuela Industrial de Los Angeles, actualmente Liceo Industrial Samuel Vivanco, desde donde egresó en 1980 con la especialidad de electromecánico. En el año 1981 llegó a Valdivia, estudió en la Universidad Austral y se radicó junto al Calle Calle. Egresó de la carrera de Mantención de Equipos Industriales. En su vida personal, fue padre de un primer hijo (Hugo) y posteriormente, desde 1988 estuvo unido a su compañera de vida Clarisa Uribe, con quien fueron padres de Julio y César. "Ella estuvo con mi padre en las buenas y en las malas. Tenía mucha paciencia hacia mi padre, por el poco tiempo que pasaba en la casa debido al tema futbolístico, las reuniones y el trabajo", señala su hijo César. La descendencia, hoy se amplía a cuatro nietos: Ian, Isidora, Max y Charlotte. Su hijo César señala que "en lo personal, me quedo con los buenos recuerdos. Como padre, fue un buen amigo , fue un buen tío, fue un buen hermano, donde prácticamente él cumplía el rol de padre. Me quedaré con su sonrisa y el apoyo que daba hacia los demás y hacia nosotros como familia". En la parte deportiva y específicamente en el fútbol, Hugo César Hidalgo Muñoz fue jugador de los clubes valdivianos Unión Juvenil, Beneficencia y Deportivo San Miguel de los viejos craks, del cual fue uno de sus fundadores durante una reunión de amigos realizada en su domicilio. También, fue dirigente de los clubes Beneficencia y San Miguel, además de tesorero de la Asociación de Fútbol de Viejos Cracks de Valdivia. En ese ambiente futbolístico era conocido popularmente como "Caluga". En su vida laboral, fue asesor previsional en la AFP Unión entre 1991 y 1994; de 1994 a 2000 ejecutivo previsional en rentas vitalicias en el Consorcio Nacional de Seguros; entre 2000 y 2008 ejecutivo de ventas de Atlas Citibank; entre 2008 y 2011 vendedor de empresas Carozzi; de 2011 a 2018 ejecutivo comercial de Scotiabank; y entre 2019 y 2023 aseror previsional en la AFP Habitat. Hugo César Hidalgo Muñoz emprendió su viaje hacia el Más Allá el 5 de agosto de 2023. Ese mismo día se desarrolló su velatorio en la sede del Club Deportivo San Miguel y sus funerales se desarrollaron el lunes 7 de agosto. Desde ese día, su cuerpo descansa para siempre en el Cementerio Parque Los Laureles de Valdivia.

5 de agosto de 2023 abandonó el mundo terrenal el conocido dirigente y deportista valdiviano Hugo Hidalgo Muñoz, a los 60 años de edad.

Maximiliano Luengo Epuñán: Adiós a un patriarca lanquino

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A las 10.15 de la mañana del 9 de agosto, en el Hospital de Panguipulli cerró sus ojos para siempre Maximiliano Luengo Epuñán, "El Maucho" para su familia y en especial para su madre. Tenía 91 años de edad, ya que nació el 28 de julio de 1932 en la Reducción Indígena Rucahue, en Quepe. Fue hijo de Miguel Luengo y Luisa Epuñán Piutrin, quienes también fueron padres de Juana y Segundo. Cuando tenía cinco años de edad, la familia migró de Freire a Máfil, al fundo Pumillahue, donde trabajó su padre, mientras que él estudió solo hasta segundo básico, aprendió a leer y las tablas de multiplicar, de lo cual siempre se jactó ya que con muy poco, pudo hacer mucho. Desde su infancia trabajó y no pudo volver a la escuela, porque no eran las prioridades de sus padres. Le pagaban por cuidar rebaños y ayudaba a su familia en casa. A los 14 años de edad comenzó a cotizar y trabajó en todo lo que pudiera aprender. Era muy hábil con las matemáticas. Una vez que falleció su madre, Maximiliano Luengo Epuñán salió a buscar empleo como obrero de la construcción. Aprendió bien el oficio y era muy detallista. Viajó por muchos pueblos, donde hubiera trabajo. Hasta que conoció en Pitrufquén a quien sería su esposa: María Martínez Velásquez. A medida que pasaban los años, la vida fue dura para ambos y en los fundos donde trabajaban les entregaban casas, donde podía quedarse la familia. Incluso, vivió el terremoto de 1960 en Concepción. Con el paso de los años, los buenos tiempos les acompañaron en las madereras en Puerto Fuy, donde por sus habilidades en matemáticas trabajó como clasificador de madera. Sus hijos disfrutaron de las bondades del paisaje, no obstante su esposa odiaba el frío y lo motivó a buscar un clima más amigable. Así llegaron a Lanco a fines de los años '70, a la Población 22 de Mayo. Trabajó en el PEM y el POJH y como tenía madera, levantó su primera casa en una toma. La construyó con sus propias manos, en tiempos que no eran buenos para las familias numerosas. Con nueve hijos vivos, pasó en Lanco el resto de sus días y gracias a la insistencia de su esposa lograron la casa propia, lugar donde terminaron de criar a sus hijos, vieron crecer a sus nietos y bisnietos. Casado con María Raquel Martínez Velásquez, ocho hijos permanecen vivos: Miguel, Dorila, Rosamel, Manuel, Edith, Luisa, Ana y Maximiliano; y tres están fallecidos: Marcelo, María y Joel. La descendencia se prolonga a 20 nietos y nietas; 13 bisnietos y una tataranieta. Al momento de su partida, la familia lo recuerda como "un hombre trabajador, preocupado de su familia, hábil en la vida, muy sencillo, humilde. Nunca tuvo grandes ambiciones. Dueño de una memoria admirable, contador de historias y anécdotas. Nos enseñó a ser personas correctas en la vida y creía firmemente en que los tratos de palabra son para cumplirse. Conocido como el 'Maestro' Luengo, apoyó en la crianza de nietos y una bisnieta. Cuidó de su casa y familia hasta sus últimos días". Maximiliano Luengo Epuñán falleció el 9 de agosto de 2023 y su cuerpo ya descansa en el Cementerio de Lanco, al lado de su hijo Marcelo.

9 de agosto de 2023 se marchó para siempre Maximiliano Luendo Epuñán. Vivió con su familia durante más de 40 años en Lanco.