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Javier Milei, el "anticasta" que agita el hervidero de la política argentina

PERFIL. Controversial candidato reunió apoyos de exrivales.
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Ocurra lo que ocurra el 19 de noviembre, es innegable que el candidato a la Presidencia por La Libertad Avanza, el ultraliberal Javier Milei, ha logrado que su discurso 'anticasta' y sus dichos y apariencia disruptivos agiten el avispero de la política argentina.

Su provocador carisma y su rompedora manera de hablar de los políticos "chorros" (ladrones) -junto con excentricidades como sortear su sueldo o decir abiertamente que sus mastines le aconsejan- han sido un imán para captar la atención de innumerables jóvenes y desencantados con la política -mayoritariamente hombres-.

Milei, un 'outsider' de la política hasta 2021, cuando fue elegido diputado, sorprendió en las elecciones primarias de agosto, cuando resultó el candidato más votado (29,86%) como único aspirante del sector ultraderechista, por delante de la coalición Juntos por el Cambio (centroderecha) y la oficialista Unión por la Patria (peronismo).

Economista apologeta de la Escuela Austríaca, defiende la libertad en cualquier ámbito de la vida, incluso aquellos contrarios a la ideología ultraderechista como aborto, matrimonio homosexual o adicción a las drogas, siempre que no sean un lastre para el Estado.

Milei fue ganando visibilidad en la opinión pública argentina con constantes intervenciones en programas televisivos, en los que hacía gala de una desinhibida oratoria e insultos contra el poder establecido, la famosa "casta" a la que, no obstante, terminó aliado al recibir el apoyo del expresidente Mauricio Macri y la excandidata Patricia Bullrich para segunda vuelta.

Licenciado por la Universidad de Belgrano, con dos títulos de posgrado y sin experiencia política, Milei fue asesor económico de diversos organismos y empresas, la última de ellas, Aeropuertos Argentina 2000.

¿Loquito o visionario?

Su imagen de rebelde con traje -o vistiendo chaqueta de una conocida empresa estadounidense debajo de una cazadora de cuero- y el aire de una 'estrella de rock' levantaron más de un ceño entre los políticos tradicionales, quienes lo consideraban un "loquito" con complejo de mesías.

Sin embargo, su llegada al Congreso en 2021 empezó a preocupar a la "casta", especialmente cuando el autodefinido "anarcocapitalista" propuso romper el 'statu quo' monetario mediante la dolarización de la economía, la privatización de la mayoría de compañías estatales, la reducción de la carga tributaria y la libertad para acceder a las armas de fuego y para vender órganos.

Su símbolo por excelencia es la 'motosierra', con la que advierte de que, si es presidente, recortará drásticamente el gasto público, cerrando y unificando ministerios y clausurando el Banco Central, una de sus medidas más transgresoras.

El explosivo cóctel socioeconómico que vive Argentina ha sido el caldo de cultivo para el crecimiento de las filas ultraliberales que lidera este fan de los Rolling Stones, exportero del Chacarita Juniors y seguidor de Boca Juniors.

No se adhiere a la Agenda 2030 y niega el cambio climático, así como -algo impensable en uno de los pocos consensos de la política argentina- los 30.000 desaparecidos durante la dictadura militar (1976-1983).

El líder de La Libertad Avanza cumplió 53 años el mismo día de las elecciones generales, cuando muchos pensaban que podía ganar en primera vuelta y terminó segundo por detrás del oficialista Sergio Massa, con quien mañana luchará por la Presidencia.

Su círculo íntimo, además de sus perros a los que denomina "hijos", está integrado por su pareja, la actriz, bailarina y humorista Fátima Flórez, famosa por su imitación de la expresidenta Cristina Fernández; y por su hermana Karina, a quien describe como 'El Jefe'. Ella es su sombra y, según él justifica por la violencia física y psicológica que sufrió por parte de sus padres, su principal apoyo emocional.

Su estabilidad ha sido objeto de críticas e, incluso, Massa llegó a pedir que los aspirantes presidenciales se sometieran a un examen psicotécnico.

Pero su procacidad verbal es la que le ha valido el apoyo de amplios sectores que podrían llevarlo a la Casa Rosada.

Sergio Massa, el ambicioso ministro-candidato que puede salvar al peronismo

PERFIL. Secretario de Estado entró al gobierno en julio del año pasado para intentar solucionar la crisis económica.
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En sólo 16 meses, Sergio Massa puede pasar de "agarrar la papa caliente", como él suele decir, de asumir el Ministerio de Economía a ser el presidente electo de Argentina, en medio de una de las peores crisis socioeconómicas del país en las últimas décadas.

Resulta complicado explicar que el titular del Palacio de Hacienda, con una inflación interanual del 142,7%, una pobreza del 40,1% y una brecha cambiaria superior al 200%, compita "cabeza a cabeza" en la recta final con un candidato sin lastre político, el ultraliberal Javier Milei.

Massa, que ya luchó por la Presidencia en 2015, cuando estaba enemistado con el kirchnerismo y creó una nueva fuerza dentro del peronismo, Frente Renovador, dio la sorpresa en las generales de octubre, al ganar con un 36,33% y pasar al balotaje de mañana.

Tildado a menudo de "arribista" y criticado por su flexibilidad política, además de por usar su rol de ministro de Economía durante la campaña 2023, es un viejo conocido de la primera línea política argentina desde comienzo de siglo, cuando entró al breve Gobierno peronista de Eduardo Duhalde (2002-2003), tras el estallido social de 2001.

Desde entonces, este abogado de 51 años ha pasado por diversos niveles, desde intendente de Tigre hasta "superministro" de Economía, cargo en el que fue designado el 28 de julio de 2022.

Y aunque los datos desalentadores y los escándalos de corrupción que han golpeado el seno del peronismo en las últimas semanas, el candidato de Unión por la Patria mantiene una estrecha pulso con Milei.

No obstante, el acomodaticio dirigente ha sabido marcar distancia respecto a la exmandataria Cristina Fernández, actual vicepresidenta y objeto de fuertes ataques de la oposición, hasta el punto de reconocer en su última entrevista que a él no lo maneja "nadie".

Político precoz

El aspirante oficialista ingresó en la arena política a los 17 años como militante de la liberal Unión del Centro Democrático, que a comienzos de los 90 fue absorbida por el peronismo bajo el Gobierno de Carlos Menem.

Tras la severa crisis económica de finales de 2001, Duhalde lo designó director ejecutivo de la Administración Nacional de Seguridad Social, a cargo del sistema estatal de jubilaciones.

En 2005 fue elegido diputado nacional, pero renunció a su escaño para seguir al frente de Anses a petición del entonces presidente Néstor Kirchner.

En diciembre de 2007 asumió como alcalde de Tigre, pero dejó ese cargo en 2008 al ser convocado por Cristina Fernández como jefe de Gabinete.

Abandonó el cargo en julio de 2009, lo que le granjeó la enemistad de la entonces mandataria, con quien protagonizó ásperos desencuentros en los últimos años que no impidieron que en 2019 ella respaldara su presidencia de la Cámara de Diputados y en 2023 su candidatura presidencial.

Tras su salida del gabinete, volvió a la alcaldía de Tigre, donde logró buena fama como administrador y fue reelegido en 2011.

Después de postularse a presidente en 2015, cuando no logró pasar a la segunda vuelta -que ganó Mauricio Macri al oficialista Daniel Scioli-, en 2019 Massa sumó el Frente Renovador al Frente de Todos, con el que Alberto Fernández alcanzó el poder.

Ambicioso, de tono moderado y con buenos vínculos empresariales, al frente de Economía ha protagonizado innumerables viajes a EE.UU. para las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), por el acuerdo firmado en marzo de 2022 de refinanciamiento de la deuda contraída en 2018.

Su brillante palmarés como líder de partido contrasta con su mediocre desempeño en el último año como responsable de las finanzas, que, pese a todo, puede llevarlo a la Casa Rosada el 10 de diciembre.