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ENTREVISTA. orfelina llancafil burgos, tejedora ancestral de San José de la Mariquina:

"Este oficio es una herencia de mi madre y una linda tradición"

TRADICIÓN. A los 98 años de edad, continúa fabricando mantas, frazadas, trariloncos, fajas y bolsos tejidos a telar.
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Juan Carlos Hernández G.

A los 98 años de edad, Orfelina Llancafil Burgos no cesa su actividad manual y la continuidad de un oficio que aprendió hace más de 80 años, guiada por su madre Chiñura Burgos Sandoval. En el hogar familiar de calle Juan Manquiante N° 203, en San José de la Mariquina, se mantiene viva la tradición del ancestral tejido a telar mapuche. Una aventura en la cual la acompaña su hija María.

Doña Orfelina fue solamente durante cinco años a la escuela rural de La Guallizada -en la zona de Pitrufquén- y por las distancias de la época, la familia decidió que dejara los estudios. Entonces, se quedó en el campo donde vivía su familia en el sector de Llancahue, entre Pitrufquén y Gorbea.

"Aprendí a tejer, porque mi mamá era tejedora a telar. Ella me enseñó todo, fue como una herencia que me dejó. Y ella aprendió de unas señoras de Temuco, que le enseñaron", recuerda mientras hace un alto en su jornada diaria. "Dice que se aburre sin hacer nada y tiene sus horarios de trabajo: de las nueve a la una y de las dos media a las seis de la tarde", explica su hija.

Luego del proceso de aprendizaje del oficio, Orfelina Llancafil acompañaba a mamá Chiñura a vender los tejidos, principalmente mantas y frazadas, hasta Gorbea y Pitrufquén. Ella hilaba y su madre tejía. Si no vendían, intercambiaban sus trabajos por alimentos para el hogar. Una rutina que tuvo un cambio radical cuando se unió en matrimonio con Francisco Huillitrul.

A mediados del siglo pasado, la vida rural era dura y sacrificada, especialmente para quienes tenían que trabajarle a un patrón en el campo. Así, la familia Huillitrul-Burgos itineró por varios lugares, internó a sus hijos mayores en una escuela en Yeco, trabajó en la misma zona y después del terremoto de 1960 se afincó en el sector de Punrigue Pobre, en la comuna de Mariquina.

Hace 57 años, la familia se estableció en San José de la Mariquina, donde Orfelina Llancafil comenzó a desarrollarse de mejor manera como tejedora, mientras su esposo se encargaba de viajar a vender hasta Temuco y Valdivia.

"No puedo dejar este trabajo, ya que es un recuerdo y herencia que me dejó mi mamá. Además, es una linda tradición", agrega Orfelina Llancafil.

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¿Cómo desempeña su oficio hoy? Su hija explica que luego del fallecimiento de Francisco Huillitrul, en el año 2000, optó por sumarse al trabajo de su madre: "Empecé de a poco y hace una década más o menos que tejemos entre las dos, porque también tengo que estar cerca para cuidarla. Ella va hilando, teje un poco, yo la ayudo a tejer, también cardamos entre las dos y con la plata nos vamos miti-mota".

Mientras doña Orfelina agrega que "lo que más me gusta tejer es toda clase de mantas, fajas y también me gusta mucho hilar. Esa parte del trabajo, ahora es más fácil, ya que tenemos una máquina que ayuda mucho, se avanza más y el hilado queda parejito".

María señala que su madre es "poco reconocida en San José, salvo por ejemplo un jardín infantil de Puringue Rico, donde hicimos una exposición y que también le hicieron un homenaje; y el apoyo de la señora Lili Tripailaf, que trabaja en platería y tiene una ruca. Allí también llevamos nuestros productos y el trabajo de mi madre se ha hecho más conocido. También tenemos el apoyo del esposo de la señora Eva Tripailaf, quien nos regala la lana. El taller que tenemos en la casa lo instalamos con recursos y artefactos propios".

Así, en el domicilio familiar vive una tradición ancestral. Mantas, frazadas, bolsos, fajas, trariloncos, bajadas de cama y otros productos nacen cada día de las manos de Orfelina Llancafil, con el apoyo de su hija María. Claro que, solo trabajan a pedido y con lana natural. No hay teñidos. Todo eso, mientras la matriarca familiar se encamina poco a poco hacia el siglo de vida.

"Lo que más me gusta tejer es toda clase de mantas, fajas y también me gusta mucho hilar. Esa parte del trabajo, ahora es más fácil".

Orfelina Llancafil Burgos, Tejedora de origen mapuche a

"

nacida en 1925

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Más de 80 descendientes Orfelina Llancafil Burgos nació el 10 de mayo de 1925 en Gorbea y fue una de los seis hijos del matrimonio formado por Antonio Llancafil Calfumur y Chiñura Burgos Sandoval. Estudió hasta quinto año de enseñanza preparatoria en la antigua escuela rural de La Guallizada, cercana a Pitrufquén. Después y a temprana edad, se sumó al mundo del trabajo en el seno familiar. Casada muy joven con Francisco Huillitrul Huaiquimil, fueron padres de nueve hijos: Antonio, Marcela, Andrés, Mariano, Florentina, Juan, Ana, Nora y María, totalizando más de 80 descendientes, entre hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.

Beneficios de la práctica de ejercicios

Eduardo Cruzat Director Kinesiología UST
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Mantener la calidad de vida durante la vejez es una prioridad, para resguardar no sólo la integridad corporal sino también psicológica. Existe abundante evidencia científica de que la actividad física puede producir enormes beneficios para la salud en la etapa de la adultez. Sin embargo, la mayoría de las personas mayores -especialmente aquellas que viven en entornos urbanos- no participan regularmente en actividades físicas.

En este sentido, la actividad física se refiere a una amplia gama de movimientos y ejercicios que se realizan cotidianamente, como caminar, subir y bajar escaleras o bailar. Existen cuatro categorías básicas: resistencia (aeróbica), fortalecimiento (fuerza), equilibrio y flexibilidad (estiramiento).

Se debe alentar a las personas a comenzar a participar en todos estos tipos de iniciativas a un ritmo apropiado, observando una progresión gradual con movimientos corporales planificados, seleccionados y repetitivos.

Cada tipo de ejercicio proporciona distintos beneficios y también exige tener ciertas precauciones de seguridad. Para ello, la persona debe realizarse todos los exámenes correspondientes, como una óptima evaluación médica orientada al sistema cardiovascular; o evaluaciones sobre su capacidad física, fuerza muscular y rangos articulares.

En definitiva, la actividad física regular puede reducir e inclusive prevenir diversas alteraciones funcionales asociadas al envejecimiento. Por ejemplo, el entrenamiento para la resistencia en las personas adultas mayores conlleva un aumento del 10 al 30% de mejoría en la función cardiovascular, semejante al que se observa en adultos jóvenes.