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Barrosarana Romo Castro: El "doctor de los pobres" de Lanco

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El 8 de febrero se cumplen 40 años de la partida del recordado practicante Barrosarana Romo Castro, quien nació en Vallenar el 30 de diciembre de 1913 y falleció en Lanco, el 8 de febrero de 1984. Sus padres fueron Caupolicán Romo Acosta y Blanca Castro Márquez. En 1938 se tituló como practicante en la Universidad de Chile y posteriormente ingresó a Carabineros. Luego de prestar servicios en Vallenar, Copiapó y el Hospital de Carabineros en Santiago, fue trasladado a Valdivia. Estuvo dos años en la Prefectura y luego fue trasladado a la 5ª Comisaría de Lanco. Al percatarse de la precariedad en el sistema de salud del pueblo y con su vocación de servicio, fundó la Cruz Roja, captando voluntariado. Fue así como logró un espacio físico en el desaparecido gimnasio Victoria, donde capacitó en primeros auxilios al voluntariado y luego consiguió un terreno para sede y clínica de la Cruz Roja de Lanco, a un costado del gimnasio de la Escuela Misional. Sus conocimientos y la capacitación al voluntariado fueron cruciales para la ayuda después del terremoto de 1960. Años más tarde, luego de quemarse el hospital de Lanco, Barrosarana Romo puso a disposición su casa para la atención de pacientes de gravedad. Su hijo Manuel Romo recuerda que también organizó a los lustrabotas de la época y a los vendedores de diarios, para quienes consiguió capas de agua y botas, para que no se mojen y no caminen descalzos. Además, se integró como paramédico a la Asociación de Fútbol de Lanco y fue voluntario de la 3ª Compañía de Bomberos. En su vida personal, fue casado Adela Guerra Carrillo y fueron padres de un hijo: Manuel. La descendencia se prolonga hoy a tres nietos, tres bisnietos y una tataranieta. En tiempos del auge de la construcción de la línea férrea hacia Panguipulli, fue contratado por Ferrocarriles del Estado para atender a las familias de los trabajadores. "Sin embargo, su contrato nunca fue remunerado, sino que se concretó a cambio de insumos de primeros auxilios y materiales quirúrgicos que utilizaba para sus pacientes del pueblo. No le interesaba el dinero. Su vocación era servir", recuerda su hijo Manuel. En Lanco fue conocido como "Don Romo" y "El doctor de los pobres", ya que pese a las carencias económicas se los pacientes, el los atendía cumpliendo los roles de matrón, dentista, enfermero y practicante. "Recetaba, examinaba y diagnosticaba. Si el paciente no tenía para comprar la receta, lo enviaba a la Farmacia Colón, donde él tenía una cuenta y después pagaba, sin cobrarle a sus pacientes. Nunca cobró por sus servicios, sólo vivía de su sueldo de carabinero. Atendió más de 50 partos y varios pacientes fueron curados de tuberculosis", agrega su hijo. En la actualidad, un grupo de jóvenes de Lanco reconoció su gran labor comunitaria y motivados por los relatos de sus padres, fundaron en su honor el club de básquetbol Barrosarana. "Lamentablemente, la mayoría de los habitantes y algunas autoridades desconocen por qué el club lleva ese nombre. A pesar de esto, es reconfortante para su hijo y nietos, sobre todo en zonas rurales, ser reconocidos como la descendencia del practicante Romo".

8 de febrero del año 1984 falleció el reconocido practicante lanquino Barrosarana Romo Castro. Su cuerpo descansa en el Cementerio Municipal de Lanco.

Carlos Obando Obando: A un año del adiós a dirigente animeño

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Un año de la partida del recordado dirigente deportivo animeño Carlos Obando Obando se cumplirá el próximo 7 de febrero. Nació el 28 de diciembre de 1934 en Isla Teja, en Valdivia y fue uno de los 11 hijos del matrimonio formado por Juan Obando y Carmen Obando. Sus primeros tres años de enseñanza preparatoria los cumplió en una antigua escuela primaria de la Isla Teja y posteriormente continuó su educación en la Escuela Superior de Hombres N° 1, hasta el sexto año de preparatoria. El paso siguiente apuntó hacia el antiguo Instituto Comercial, ya que su progenitor quería que estudiara para ser contador. Sin embargo y luego de tres años de enseñanza comercial, Carlos Obando Obando derivó a una escuela técnica para estudiar como técnico de mando medio en curtiduría, un oficio que lo llevó a desempeñarse en la industria valdiviana del calzado. En su vida personal, fue casado en primera nupcias con Lastenia Cea Cocio, mientras que una vez viudo contrajo segundo matrimonio con Maximina Salazar Gallardo. Fue padre de tres hijos, abuelo de 18 nietos, bisabuelo de 12 bisnietos y tatarabuelo de cuatro tataranietos. Junto a su vida como trabajados de las dos más importantes fábricas de calzado valdivianas: Rudloff y Weiss, donde fue obrero, sereno y técnico en calzado y curtiduría, también desempeñó su oficio durante un tiempo en Santiago y posteriormente en Victoria y Temuco, donde como parte de una asociación de técnicos tuvo la oportunidad de perfeccionarse en su oficio en Argentina, Perú y Bolivia. Además, durante su permanencia en Temuco formó parte de la planta docente de la Facultad de Ingeniería y Administración de la Universidad de la Frontera. Posteriormente y de regreso en Valdivia, se acogió a jubilación. También, Carlos Obando Obando tuvo una destacada trayectoria en el deporte valdiviano. De adolescente y joven practicó boxeo en el antiguo club Fernandito y cuando vivió en el barrio de Las Ánimas, jugó fútbol por el Unión Las Ánimas y más tarde fue testigo privilegiado y protagonista de la fusión que dio origen al actual Club de Deportes Las Ánimas, en el año 1960. Allí, fue presidente de la rama de fútbol de la nueva institución y como tal, llegó a ser dirigente de la Asociación de Fútbol de Valdivia en la década de 1980. En una entrevista concedida a El Diario Austral en octubre del año 2021, señalaba que aprendió a trabajar como dirigente al lado del histórico secretario de correspondencia animeño Luis Muñoz Barría. Con el paso de los años y en reconocimiento a su labor en la institución, Club de Deportes Las Ánimas lo nombró como vicepresidente honorario del club. Carlos Obando Obando abandonó el mundo terrenal el 7 de febrero de 2023 y su cuerpo descansa en el Cementerio Parque Los Laureles de Valdivia.

7 de febrero de 2023 se marchó para siempre el ex dirigente y socio fundador de Club de Deportes Las Ánimas. Fue funcionario de las antiguas empresas Rudloff y Weiss.

La fuerza de la oración

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Con frecuencia nos hablan los evangelios de la oración de Jesús a lo largo de su vida, principalmente en los momentos más difíciles y sublimes de su existencia y cuando tuvo que tomar las decisiones más significativas e importantes.

Y así, se retiraba a orar en muchas ocasiones: por ejemplo, antes de elegir a los doce apóstoles (Lc 6,12). Un monte fue también, ésta vez con sus discípulos más cercanos, el lugar que Cristo eligió para orar antes de su transfiguración (Lc 9,28-29). Jesús oró al Padre con la institución de la Eucaristía (Mt 26,30). Y, antes de su pasión, en el monte de los olivos (Mt 26,36). Oró siempre que tuvo que realizar algún milagro importante, como en la resurrección de su amigo Lázaro (Mc 7,34; Jn 11,41). Y en tantos otros momentos.

Jesús nos presenta así el valor y la importancia de la oración, de modo que tuviésemos un modelo a seguir y un modo de actuar en todo momento significativo, de tal manera que por muy agobiados que estemos no debemos dejarnos llevar por fáciles pretextos para evadirnos de la oración.

Necesitamos orar, necesitamos adentrarnos en el diálogo, íntimo, personal y comunitario con Dios, la contemplación para llevar luego todo a la acción evangélica.

Los apóstoles no comprendían aún a Jesús. ¿Cómo no aprovechar la euforia de aquella gente que se arracimaba en torno a la casa de Simón? Fueron a su encuentro, pero Jesús no se deja llevar fácilmente de ese entusiasmo fácil y popular. Su repuesta fue singular: "Vámonos a otra parte… a predicar allí también, que para eso he venido" (Mc 1,38).

He ahí, resumida, la misión de Jesús. Cristo ha venido para anunciar a todos los hombres el mensaje de la salvación, para dirigirse al mayor número posible de gente, para ir de pueblo en pueblo predicando y anunciando la Buena Nueva. Cristo ha venido a buscar lo que estaba perdido (Lc 19,10), a llamar a los pecadores (Mc 2,17), a dar su vida en rescate por muchos (Mc 10,45).