El poeta que observa el mundo desde una librería
El poeta Nicolás Letelier trabaja en Ulises, en Santiago, considerada una de las mejores librerías del país. Desde ahí, y sus observaciones como vecino de La Moneda escribió "Habitaciones parcialmente destruidas".
Ambientes encerrados por el calor del día, pavimentos quebrados en los que brota una pequeña maleza, paredes a medio construir, fiestas como única opción de misericordia y pájaros que recuerdan que la ciudad es una invención, constituyen la columna del poemario "Habitaciones parcialmente destruidas", cuarto volumen de versos de Nicolás Letelier, quien en el turístico Barrio Lastarria de la capital trabaja en Ulises Librería, "una de las más bellas del mundo", según el académico español Jorge Carrión ("Contra Amazon"); además de tocar en la banda del también escritor, Roberto Merino ("Mundos habitados"), junto al poeta Sebastián Astorga ("Cuernavaca").
-El poema que abre el libro se llama "De la clase media media" y es casi una lista más que versos.
-Están concatenados. Esos poemas se estructuran como una especie de filo de mente, una divagación que quiere llegar a algo, que quiere decir algo, y que necesita cierta fluidez para que eso que se está diciendo sea más efectivo, es un recurso retórico porque necesito que esto caiga muy rápido, porque lo que quiero decir es urgente. Cada palabra tiene que ser escogida para lograr el efecto en el lector. En ese texto juego con qué es la clase media media o no, porque es una cosa muy difusa, todos somos parte de la clase media media, entonces es una exhortación a ti y a mí, a los hijos de personas que son los primeros profesionales (de su familia), es una forma de verse en relación también a la generación anterior, que siempre ha tenido problemas, pero nuestros padres, nuestros abuelos, a los 30 y tantos ya tenían casa, dos hijos, tenían que trabajar y eran gerentes. O tenían una camioneta y viajaban y trabajaban en la feria. O tenían una botillería y así pagaron la educación a sus dos hijos. Hay una cosa de mucho esfuerzo. Y la voz de ese texto es media snob, como alguien que entra en la comida navideña hablando sobre el patriarcado y queda la cagada.
-¿Por qué te concentraste en las estructuras destruidas?
-Hay cosas que me gustan mucho de Paul Klee, sobre todo las que son menos figurativas y juegan más con el color, como su pintura "Palacio parcialmente destruido", donde parte con una forma muy geométrica y al final se empieza a destruir, formar estructuras más curvas, luego nuevamente geométrico y al final como desencajado. Mientras miraba esto, también estaba revisando la obra de Gordon Matta-Clark, quien tomaba casas abandonadas y las perforaba enteras.
-Los poemas "Y" y "Balcones II Vanitas MMXX" dan una sensación de mucho calor, como lo que está pasando.
-Son imágenes que tengo cuando voy caminando a la librería, por el Paseo Bulnes (frente a La Moneda) y la Alameda, donde se han puesto muchos carritos de comida con pollo. Al volver a la casa (en la tarde), ellos ya se fueron y en la calle quedan botados huesos de pollo, papas fritas, una cochambre muy asquerosa, entonces cuando uno camina y ve esas cosas, de repente es divertido ver en ese pavimento, casi como rompiéndolo, aparece una matita de algo, un jardín sacrificado.
-¿Leíste "Poeta chileno", de Alejandro Zambra?
-Sí, tiene algunas partes chistosas. Igual mi humor es medio perverso, pero siempre se agradece la copucha, como farándula. Por ejemplo, (en la vida real, el poeta) Felipe Cussen ("La oficina de la nada") escribió en LUN que "no me interesa la vida personal del Presidente Gabriel Boric", ¡pero ser escritor es ser copuchento! Más encima me acuerdo que hace un tiempo él era un gran seguidor de la farándula, pero le gusta la de los picantes, los rotos, no que se metan con la gente como más elegantita. Cuando salió lo de la ruptura entre Boric e Irina (Karamanos), yo quería saber todo, con quién estaba, quién era la chiquilla con la que le había puesto el gorro, y después Irina dando sus entrevistas que nadie entiende, son geniales.
-Un librero farandulero.
-Es entretenido ser librero, es muy gratificante trabajar con libros y, sobre todo, con harta variedad, porque te da la posibilidad de leer las cosas que están saliendo. Algunas más someramente, como textos sobre ciencia, historia, política, cosas más lejanas que quizás yo no compraría, pero están ahí. Y también hay una forma de lectura del librero: obviamente con mucha solapa, para saber un poco de qué van los libros que tienes que vender, pero si te interesa más, uno lee los prólogos o las introducciones, generalmente las tesis o ideas están puestas ahí, después los otros son como datos para una forma, darle sustento, sobre todo en el caso de ciencia y política.
En poesía o prosa, explica el escritor, "puede ser diferente, porque quieres leer el estilo", aunque también pasa con, "por ejemplo, hay un botánico italiano, Stefano Mancuso ('El increíble viaje de las plantas'), que tiene un estilo impecable, exquisito, porque escribe muy bien y hace referencia a la cultura popular, a sus viajes, todo eso lo pone al servicio de lo que quiere hablar, que son las plantas. También hay músicos que hacen sus autobiografías y tienen estilo muy interesante".
-En tu poemario "Violencia barroca" te refieres al niño que leía libros de arte. Y en "Al sol invicto" reconoces que aquel niño es disperso.
-Estudié Filosofía y Derecho, pero no terminé ninguna carrera, me es difícil enfocarme. Leía libros de arte como un pastiche de (información), porque gusta mucho la enciclopedia, soy fanático de Wikipedia: la encuentro una maravilla, me ha ayudado en la vida y es lo más entretenido que hay, es la Biblioteca de Alejandría, donde uno puede aprender leyendo cada vínculo, ir a las fuentes y, para un librero, en 15 minutos te leíste una biografía y luego puedes decir "mire, (Alexander von) Humboldt ('Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente') estuvo influenciado por (Johann Wolfgang von) Goethe ('Fausto'), y él aprendió de…". Pero es lo contrario de lo que me pasa con la poesía, donde creo (que la idea) tiene que ser "al hueso", porque cuando los textos aparecen en la cabeza los voy masticando en un flujo de conciencia, tomo cosas de aquí para allá y las voy juntando en la estructuración real del poema. Cada poema mío que ves en el libro, al comenzar era el doble o el triple de lo que terminó siendo.
"Es entretenido ser librero, es muy gratificante trabajar con libros", cuenta el poeta Nicolás Letelier.
"Habitaciones parcialmente destruidas"
Nicolás Letelier
Editorial Aparte
42 páginas
$7 mil