
¿Qué contienen los últimos manuscritos de García-Márquez?
Hace unos días, los hijos del Nobel publicaron una novela póstuma admitiendo "un acto de traición" al editar el texto. "En agosto nos vemos" muestra a una mujer que cada año vuelve a la tumba de su madre y ve cómo envejece el amor.
A comienzos de marzo se conmemora el nacimiento del Premio Nobel de Literatura colombiano Gabriel García Márquez (GGM), mientras que en abril se cumple una década desde su fallecimiento, razón por la que ahora sus hijos, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, decidieron publicar la última novela en que trabajó el autor de "Cien años de soledad", bajo el título de "En agosto nos vemos". El libro llegó a Chile en una edición de tapa dura, empastada y con letras en relieve, que, junto con la historia de una mujer que cada año vuelve a la tumba de su mamá, contiene imágenes de las correcciones hechas por el autor, así como un testimonio de quien lo editó en sus últimos años.
Los descendientes del autor de "El amor en los tiempos del cólera" recuerdan en las primeras páginas la pérdida de memoria que sufrió su papá a comienzos de este siglo, "una fuente de frustración desesperante" para el escritor que no sólo se concentró en crear nuevos mundos o narrar El Caribe, sino que además impulsó el periodismo narrativo. Rodrigo y Gonzalo aseguran que GGM dijo que el relato lanzado hace unos días "no sirve. Hay que destruirlo".
Pero "lo dejamos a un lado, con la esperanza de que el tiempo decidiera qué hacer con él" y, aunque, reconocen los hijos, "no está tan pulido como sus más grandes libros. Tiene algunos baches y pequeñas contradicciones, pero nada que impida gozar de la obra más sobresaliente de Gabo: su capacidad de invención, la poesía del lenguaje, la narrativa cautivadora, su entendimiento del ser humano y cariño por sus vivencias y sus desventuras". Por esto, "en un acto de traición" fue autorizada su existencia. Si los lectores "lo celebran, es posible que Gabo nos perdone".
En Chile, uno de los escritores que recorrió el camino del realismo mágico de ida y en reversa durante los años 90 es Sergio Gómez ("Quique Hache detective"), quien junto a Alberto Fuguet ("Mala onda") publicó "McOndo", selección de cuentos de autores como Edmundo Paz Soldán ("Amores imperfectos") y Santiago Gamboa ("Plegarias nocturnas"), en búsqueda de un relato latinoamericano ya no con mujeres que vuelan envueltas en sábanas, como en el pueblo imaginario de García Márquez en "Cien años…", Macondo, sino que con McDonalds, calles pavimentadas y piscinas con cloro.
"Macondo nunca ha muerto. 'McOndo' murió apenas nació y hemos tenido como 30 años que dar explicaciones sobre que no quisimos decir lo que dijimos", afirma Gómez, quien en Facebook compartió sus impresiones sobre "Nos vemos…". Por la misma vía agrega que "McOndo" fue "una broma, nadie estaba pensando en 'McOndo' como contra Macondo, todo lo contrario. Hoy, como estoy viejo, te puedo decir con absoluta claridad que no hay escritores, después del (la generación del) Boom, de esa talla en Latinoamérica. (Roberto) Bolaño ('Los detectives salvajes') podría ser algo que esté totalmente fuera de aquello, pero escritores del Boom como Carlos Fuentes, Vargas Llosa, García Márquez, José Donoso, son insuperables. Por mucho que la gente hoy en día les encuentre los peros por todos lados, no hay por dónde. Eso lo pensaba a los 15 años, a los 25 y ahora a la edad que tengo no he cambiado de opinión".
-A fines de los 2000 en las universidades siempre había algún académico dispuesto a recordar a los alumnos que "yo leí a García Márquez cuando había que hacerlo", en la década de los 80.
-Es el autor más sólido de todo el Boom. Sin duda que es que de todas maneras perdurará, por mucho que lo pelen.
-¿Qué tanta "traición" hay en que los hijos publiquen los manuscritos del papá?
-No sé si ellos lo dicen en serio o en broma, creo que eso es lo más divertido de la novela, que más menos 'como estaba tan enfermo el escritor, tampoco podíamos saber si estaba bien o no lo que estaba haciendo': me parece muy divertido, porque conocí a García Márquez cuando estaba enfermo, ya bastante deteriorado.
-¿Cómo fue eso?
-De lo más raro y surrealista. En un pasillo subterráneo caminando junto con (el ex Presidente de Estados Unidos) Bill Clinton. Y yo al frente de los dos, cara a cara. Nadie me cree cuando lo cuento, hasta yo lo he dudado.
-Es muy García Márquez una historia así.
-No fue tan raro (ríe). Te lo estoy contando porque me cargan las entrevistas y prefiero conversar, así que es como anécdota. Claro que ocurrió, lo que pasa es que ocurrió por culpa mía, en Bogotá (Colombia): yo era editor de Planeta, entonces (en 1994) se celebró una suerte de congreso de la lengua, donde se homenajeaba a García Márquez cuando ya estaba bastante viejito, de hecho, no hizo discursos ni nada. Entonces había una presentación muy grande, en un teatro espectacular, donde iba a estar Clinton, iba a hablar Carlos Fuentes ("Los años con Laura Díaz"). La noche anterior salí de parranda y cuando llegué al teatro estaba todo cerrado, pero como tenía credencial me hicieron pasar por el subterráneo para poder llegar y, cuando voy entrando, vienen ellos dos (GGM y Clinton) acompañados de más gente y como iba de frente tenía que saludarlos. Clinton dijo "hola" y García Márquez miró no más, ese es mi encuentro increíble con dos tipos raros.
La novela "En agosto nos vemos" no es la primera vez que los hijos del Nobel dan luces sobre su papá, ya que Rodrigo García Barcha ("Los Soprano") es cineasta y dirigió algunos capítulos de la serie "Seis pies bajo tierra (Six feet under)", sobre una familia dueña de una funeraria que enfrenta el fallecimiento del padre. Allí, en la primera temporada, García estuvo a cargo del capítulo "El cuarto (The room)", donde los hijos descubren un departamento secreto del papá, con una suerte de vida paralela a través de revistas, discos, naipes y vasos resecos.
"En agosto…" también cuenta con una suerte de autorretrato del escritor, en uno de los amantes de la protagonista que vuelve años después, ya envejecido, con "un traje entero de lino blanco, impecable y bien llevado, el cabello ceniciento y el bigote romántico terminado en puntas", quien durante la primera noche en que Ana Magdalena Bach decide buscar una aventura, pese a su matrimonio, "le había dejado entre las páginas del libro la ignominia del billete de veinte dólares por una noche de amor", durante su visita anual a la tumba de su madre en una isla del Caribe. Ella, asimismo, le reserva un secreto póstumo.
Los hijos de García Márquez recuerdan en las primeras páginas cuando su padre perdió la memoria a comienzos de siglo.