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Pero ¿no hay ahí también un grado de manipulación genética, cierto? De hecho, se habla de domesticación de las distintas especies con la agricultura...
-Es ligeramente diferente. Una cosa es conversar con la naturaleza y otra cosa es dominarla e intervenirla. Entonces, por supuesto que hay selección y hay un trabajo en conjunto con, sobre todo, las plantas domesticadas. Sin embargo, que yo quiera que se exprese solamente esa cualidad, por ejemplo, la piel dura del tomate, para poder transportar al tomate por largas distancias en camiones, todos juntos, uno arriba de otro, sin que se rompan y que lleguen al supermercado impecables, eso es forzar excesivamente a la naturaleza hacia lo que llamamos la homogeneidad o el monocultivo.
Y generalmente, digo porque hay excepciones, va de la mano con producciones extensivas de la misma especie o variedad, de manera que, si se enferma una, se enferman todas, por el hongo, el pulgón, el bichito que le atacó. Entonces yo necesito, para asegurar la salud de mi producción, aplicar químico.
Esto en el fondo es todo lo contrario a la agroecología, que busca los policultivos, la asociación, la diversidad, y, que su única manera de escalar a extensiones grandes de terreno, es sumar muchos, chiquititos o medianos. Porque, y como es la agricultura familiar campesina, somos muchos, lo que pasa es que no nos vemos, porque no tenemos salida a la comercialización, no hay espacios locales de comercialización.
Y ahí se conecta con algo muy interesante que tiene que ver con el sustento económico y con otra economía que muchas veces no se ve, pero que todavía existe y resiste, y es la economía familiar campesina, de autoconsumo, de autosustento, que fortalece finalmente al territorio y su autonomía y su soberanía y seguridad alimentaria.
¿Por qué cuando hay guerras, suben los precios de la papa, de la harina, por qué? Porque suben los precios de los fertilizantes que están hechos en base a petróleo. Porque sube el precio del petróleo. Está todo ligado y es importante que veamos eso. Nuestro trabajo apunta a la autonomía y a la soberanía alimentaria, desde la soberanía de semillas.
Agricultura familiar
¿Y hay un sustento político para eso también?
-Por muchos años la agricultura industrializada y de exportación en Chile cumplió su función: subir el PIB. Entonces trae una inercia, una fuerza que es difícil de transformar, toma tiempo.
Hay visión de parte de algunas autoridades del actual gobierno, del anterior también, de ver que tenemos que ir cambiando las prácticas agrícolas, porque están socavando la diversidad biológica y la diversidad cultural, que es la riqueza, la verdadera riqueza de Chile, nuestro suelo, nuestra verdadera riqueza. El suelo que es reservorio de agua, reservorio de carbono, que captura carbono también, si es que está vivo. Y de esa manera amortiguamos un poco los efectos del cambio climático.
En fin, es todo un paradigma que se contrapone con otro que es extractivista, que es producir al menor costo económico, digamos, monetario posible para tener el mayor ingreso, la mayor rentabilidad, pero a qué costo ecológico y social, y a qué costo, digamos, para las futuras generaciones.
Entonces, esas son las preguntas que hoy día las y los jóvenes nos estamos haciendo de la mano con personas que fueron pioneras y que empezaron a hablar de esto hace cuatro décadas, cinco décadas en Chile. Y aquí estamos viendo los efectos de la agroindustria, y no solamente en el agro, sino que también en la industria forestal, que es más dramático todavía. Cómo se han secado todas las vertientes, las quebradas, y los suelos están tremendamente erosionados. ¿Entonces, cómo impulsamos esa regeneración? Tiene que ser con política pública, y bueno, está la Ley de Cambio Climático y hay algunos esfuerzos ahí por trabajar en conservación, regeneración de la biodiversidad, pero ¿cómo damos también este salto como sociedad? Porque una cosa es la ley y la norma, pero otra es todos darnos cuenta de la importancia, el rol que tiene la agricultura familiar y campesina en todo esto.
Cómo hay un concepto que se llama buffer, que es como amortiguador. La agricultura familiar campesina es en esencia diversa. Hubo algunos intentos de querer que los campesinos y campesinas sean emprendedores y se dediquen solo la frambuesa, en un tiempo. Entonces deje todo lo demás, deje sus choclos, deje sus papas, deje sus lechugas, todas sus hortalizas, incluso las gallinas, deje la artesanía, dedíquese a la frambuesa.
¿Y qué pasó? Todos en la frambuesa; la frambuesa bajó de precio, la gente terminó vendiendo su frambuesa en la calle y habiendo perdido toda esa riqueza genética, y todas esas prácticas que en algún momento le dieron una mejor calidad de vida.Entonces, no tratemos de homogeneizar y estandarizar y controlar todo, sino que ayudemos a que la gente se organice como necesita.
Pero es una mirada que habla también de exportación, para enfrentar pobreza en la ruralidad...
-Así es, y no decimos que no, pero no puede ser lo único, porque es muy riesgoso. Sí, y muchas veces cuando tú metes a un agricultor a las planillas de Excel, que las facturas, que los números, y lo pones a ser emprendedor, dejó de ser agricultor. Entonces ahí hay que ver esta cuestión también de la escala, que es muy relevante, y que los agricultores campesinos son guardianes de esta biodiversidad. Ese es un rol muy importante. Y ahí se conecta un poco con el sistema de conservación que nosotros promovemos, que es la conservación in situ, situada. Son el cuidar las plantas, y las semillas vivas en la tierra, reproduciéndose de un año a otro, evolucionando con toda esta situación climática tan extrema, tan adversa, tan cambiante.
¿Y hay autoconciencia de las personas en la agricultura familiar campesina respecto de este valor de su trabajo?
-Es una muy buena pregunta. Yo te diría que no, hay poca valoración. Hay una muy baja autoestima de parte de la agricultura familiar campesina actualmente. O sea, los jóvenes se están yendo del campo y los valores empiezan a ser otros. Y hay una conexión todavía. Pero la verdad es que es muy dura la vida en el campo también. Pero hay una reconexión, sobre todo después de la pandemia.
Talleres y sanación
Desde Semilla Austral también realizan talleres para enseñar a valorar el vínculo con la naturaleza. Trabajan con colegios y con centros de salud . "Porque trabajar con la tierra, con las plantas es muy sanador. Entonces, sobre todo para las ansiedades, los problemas que tienen más que ver con lo emocional y lo psíquico. Es una verdadera terapia el poder acompasarse con los ritmos de la naturaleza, toda una cosa hormonal que tiene que ver con lo neurológico que se regula y la felicidad que te da el poder cosechar, saborear, el ver tu plantita crecer todos los días, el dárselo a un ser querido, entonces eso es hormonas de felicidad.
¿Cómo el público puede contribuir a esa valoración?
-Buscar alternativas de cómo poder acceder a la producción que proviene de la agricultura familiar campesina, ojalá que sea agroecológica y ojalá que tenga también la certificación orgánica, que significa que se han organizado y que han hecho la pega de relacionarse también con, en este caso, el Servicio Agrícola Ganadero, pero con el Estado, para poder comprender cómo funciona la normativa, cómo funciona la política pública.
"Trabajar con la tierra, con las plantas, es muy sanador; sobre todo para las ansiedades, los problemas que tienen más que ver con lo emocional y lo psíquico. Es una verdadera terapia acompasarse con los ritmos de la naturaleza..."
"¿Y qué pasó? Todos en la frambuesa, la frambuesa bajó de precio, la gente terminó vendiendo su frambuesa en la calle y habiendo perdido toda esa riqueza genética, y todas esas prácticas que en algún momento le dieron una mejor calidad de vida. Entonces, no tratemos de homogeneizar..."
Valentina Vives, Gerenta de Semilla Austral
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