Mes de contrastes
Septiembre es un mes de contrastes en Chile. Por un lado, celebramos nuestras Fiestas Patrias, llenas de tradiciones que nos unen y nos conectan con nuestra identidad. Sin embargo, este mes también nos recuerda las profundas heridas del pasado, como el golpe militar de 1973 y las violaciones a los derechos humanos que siguieron.
El Plan Nacional de Búsqueda es una política pública que representa un compromiso con las víctimas de desaparición forzada, buscando verdad y justicia.
Al mismo tiempo, septiembre nos invita a reflexionar sobre el valor de la vida, no solo al recordar el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, sino también en la prevención de muertes viales durante las celebraciones. Por eso es imperativo hacer un llamado a la conciencia: no conduzcas si has consumido alcohol, pues no solo arriesgas tu vida, sino la de quienes comparten las calles contigo. No hay contexto que justifique manejar en estado de ebriedad.
Que este mes nos llene de la empatía para cuidar y proteger cada vida, honrando el pasado y construyendo un futuro mejor.
Juan Guerra Hollstein Seremi de Gobierno Los Ríos
Hablar salva vidas
Durante estos días se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una fecha que abre las puertas a la reflexión sobre una crisis silenciosa pero devastadora. La tasa de suicidios en Chile es alarmante: además de ser la primera causa de muerte en jóvenes de 20 a 24 años, ocupamos el sexto lugar en Latinoamérica, según datos de la OMS.
Como psicóloga, me parece relevante subrayar la urgencia de identificar a tiempo los factores de riesgo y de fortalecer las relaciones personales. El suicidio -y varios otros problemas de salud mental- continúan presentando estigmas y tabúes, y lamentablemente esto se puede prevenir si actuamos con rapidez y empatía. Hablar del tema, efectivamente, puede salvar vidas.
Las personas en riesgo suelen buscar ayuda al menos una vez, esto se puede dar a través de distintas señales, por lo que se hace crucial escuchar y prestar atención a quienes nos rodean para intervenir oportunamente.
Tenemos que entender y generar conciencia de que el suicidio no es simplemente una cuestión de voluntad; es un síntoma de problemas que requieren atención profesional. Es una cuestión de salud, e ignorar las señales de alerta es tan grave como esperar que una enfermedad compleja se cure sola. Cada señal debe tomarse en serio y no ser minimizada.
Por otra parte, es importante entender que el suicidio también es un problema que se puede desencadenar por otras razones como motivos económicos o sociales. Por ende, va más allá de un defecto de salud o moral, y es necesario ver sus factores en un espectro más amplio.
Hoy en día afortunadamente existen más métodos para ofrecer acceso rápido a evaluaciones y apoyo a los pacientes, por ejemplo la telemedicina, u otros canales de consulta o difusión de información, programas de apoyo colectivo, grupos de interés. Fortalecer redes de apoyo y asegurar un acceso oportuno a la salud mental son medidas vitales frente a estos casos. Este tema merece ser puesto en el foco de atención especialmente en esta fecha.
Constanza Uribe Psicóloga
Conectados pero aislados
La transformación de nuestras interacciones en la era digital ha dado lugar a una cultura de seguidores, donde la comparación constante y el ciberacoso son realidades cotidianas y, aunque existen espacios digitales juveniles, a menudo estos se desarrollan bajo identidades virtuales que carecen de la sensibilidad humana necesaria para frenar impulsos de violencia, lo que puede contribuir a sentimientos de aislamiento, ansiedad y depresión, aumentando el riesgo de ideación e intentos suicidas, en una sociedad que, en general, carece de un entendimiento profundo sobre el sufrimiento mental.
La contención emocional, la escucha activa y la consideración palpable de las opiniones de los jóvenes son esenciales para crear espacios seguros, donde puedan compartir sus experiencias sin temor a ser juzgados ni minimizados, donde se facilite el diálogo abierto sobre la salud mental y los peligros de una sociedad hiperconectada y acelerada como la nuestra.
La responsabilidad de prevenir el suicidio juvenil no recae únicamente en unas pocas autoridades. Las instituciones educativas, organizaciones de salud y comunidades deben colaborar para desarrollar estrategias que aborden los desafíos del mundo digital y promuevan la salud mental mediante políticas y programas que ofrezcan una alternativa inclusiva, solidaria y situada frente al sufrimiento mental que padecen nuestros niños, niñas y jóvenes.
Bianca Puntarelli Vicencio Terapia Ocupacional UNAB