Cuidar detalles y mejorar turismo
La temporada alta tiene externalidades que afectan tanto a residentes, como a visitantes.
El verano es una época muy importante para la economía local. En Valdivia, la llegada de visitantes que alojan, asisten a eventos, recorren lugares, realizan consumo y conviven con la comunidad durante estos meses estivales, se traduce en ganancias importantes que mueven las cifras internas. Basta ver las diferencias en los índices de desempleo entre temporada alta y el resto del año, para darse cuenta de ello y celebrar este período como positivo.
Sin embargo, esta realidad creciente y desafiante, trae también muchísimas externalidades que afectan la calidad de vida de los residentes y que deben ser revisadas. Ejemplos hay muchos. Si se comienza con el aspecto de la ciudad, los rayados abundan sobre edificios patrimoniales y públicos; las aceras están rotas y sucias, especialmente en el casco histórico de la ciudad; la frecuencia de recolección de basuras no varía, aunque la cantidad de personas se multiplica en estos días, lo cual se traduce en generación de más desechos y continuas escenas de tarros repletos de desperdicios, por horas y horas.
Por otra parte, varios parques se llenan de gente que acampa sin condiciones básicas y pide dinero en las calles; hay grupos bebiendo alcohol en la vía pública a pleno día; mientras que en las noches la Costanera se transforma en una feria sin controles sanitarios donde se vende tragos y se ofrece comida preparada en la calle -hornos, frituras- parrillas- sin boletas, ni permisos. Y no hay policías, ni guardias municipales después de las 22 horas.
Caso aparte son los eventos. Desde el municipio se da una producción constante de ellos y es positivo generar entretenciones gratuitas con apoyo de empresas; sin embargo la Saval por las noches es una "tierra de nadie", con ingresos y salidas clandestinas de madrugada, sin preocupación de los organizadores por los vecinos del sector.
Se trata de hechos puntuales que pueden ser corregidos, antes de que empeoren y pongan en riesgo el compromiso ciudadano, demorando que el turismo se traduzca en alegría por verdadero desarrollo compartido. Además, la inseguridad e incivilidades también dañan a los viajeros que llegan buscando espacios tranquilos, bellos y limpios donde pasar sus vacaciones, pero a veces encuentran todo lo contrario.