Redacción

El gobierno del Presidente Gabriel Boric se refirió ayer a la sentencia que la tarde del jueves emitió el Tribunal Constitucional (TC), que destituyó del Senado a Isabel Allende (PS).

En una vocería desde La Moneda, la ministra secretaria general de Gobierno (s), Aisén Etcheverry, dijo que como gobierno "lamentamos las consecuencias que tiene el fallo". Sin embargo, aclaró que lo que corresponde "como gobierno" es acatar su contenido.

Respecto de los análisis que puedan hacerse, agregó que le corresponde a los académicos y complementó: "Es sin duda un fallo que por su carácter de inédito va a dar mucho que hablar, pero en esa conversación el gobierno por supuesto no es parte, nosotros acatamos el fallo y seguimos adelante".

Respecto de las responsabilidades políticas del caso, la portavoz (s) señaló que están disponibles para "continuar colaborando con las distintas instancias donde esta materia también se está investigando y en caso de establecerse responsabilidad en esos espacios, igual como hacemos con el fallo del Tribunal Constitucional, acatar los resultados".

Cabe destacar que el documento oficial del TC, de 80 páginas, dice que existió un escritura "donde se expresa la autonomía de la voluntad, el acuerdo de las partes y, específicamente, el consentimiento de quien este caso fue una de las vendedoras", descartando así parte de la defensa de Allende, que argumentaban que el contrato no se concretó.

Aunque Isabel Allende lamentó que los argumentos de sus abogados no fueron acogidos, ayer el abogado Máximo Pavez (UDI), que representó a legisladores de Chile Vamos ante el Tribunal Constitucional, dijo que sí lo fueron y que "uno a uno los argumentos de la senadora Allende fueron desechados de manera muy contundente por el fallo".

Reemplazante

En cuanto a quién ocupará el escaño que dejó Allende en el Senado, el Partido Socialista, que debe tomar esa decisión, habría optado por el diputado Tomás de Rementería.

La propia Isabel Allende ya habría definido a su reemplazante, luego habría comunicado la decisión a la Comisión Política del PS y hoy, en un nuevo comité central, debería ser ratificada.

Milei y Trump comparten más o menos la misma hinchada, aunque el entusiasmo por este último ha disminuido en los últimos días. Con todo, entre ellos hay diferencias importantes. Es verdad que ambos quieren reducir el tamaño del Estado, y que participan de la misma sana alergia por el déficit fiscal, que termina empobreciendo a las futuras generaciones. Sin embargo, su concepción de la economía es muy distinta. El presidente argentino es discípulo de los clásicos y piensa que la prosperidad económica es el fruto de un comercio muy libre.

Trump, en cambio, mantiene una visión del comercio exterior que tiene algún parecido con las teorías de la Cepal Latinoamérica durante los años sesenta y setenta. La suya es una concepción isleña de la economía, donde el ideal parece ser no necesitar nada del exterior o, al menos, comprar a los países una cantidad de productos inferior a los que ellos le compran a los EE. UU. Para Milei, eso no representa ningún problema.

Trump es un caso curioso. Hasta ahora los proteccionistas solían ser estatistas. Él en cambio, es un proteccionista que busca desmantelar buena parte del Estado.

Como buen liberal, Milei piensa que es necesario que los agentes económicos cuenten con reglas claras, por eso no acostumbra a dar sorpresas. En estas materias, hoy los argentinos saben a qué atenerse. No sucede lo mismo con Trump.

La relación con la prensa en ambos casos es problemático. Piensan que los medios están controlados por "la casta", como la llama Milei. Prefieren comunicarse con los ciudadanos por medio de las redes sociales y no ahorran críticas, incluso personales, a los periodistas que les resultan incómodos. Este es un campo donde el presidente argentino no se comporta como un auténtico liberal. Trump nunca ha pretendido serlo.

Su modo de hacer política presenta similitudes y diferencias. A ninguno de los dos parecen preocuparle las formas. Son muy agresivos y tienden a dividir el mundo entre amigos y enemigos, lo que enrarece el clima político. Hay una atenuante en favor de Milei: él ha debido enfrentar a una máquina de poder corrupta, que está dispuesta a cualquier cosa para no perder sus posiciones; llegó al poder cuando el país estaba quebrado, la institucionalidad muy debilitada y casi todo andaba mal. Trump podrá quejarse de los demócratas, pero no puede decir lo mismo.

La aversión al mundo woke es común a los dos. Sin embargo, los desvaríos de esa subcultura, que han logrado hastiar a los ciudadanos comunes y corrientes, ayudaron a que Trump y, en parte, Milei, fueran elegidos. Ambos son la contracara y el resultado de la desmesura woke.

Ninguno de estos dos presidentes proviene de los partidos tradicionales. En este sentido, la de Milei fue una verdadera hazaña, porque tuvo que partir de cero y ha debido gobernar con un Congreso donde los suyos son una minoría. Es posible que en las elecciones parlamentarias de octubre cambie esta situación, lo que le permitiría sacar adelante muchas iniciativas que hasta ahora están en compás de espera. Trump tiene mayoría en el Congreso.

Una diferencia muy importante está dada por su uso del lenguaje. Ambos pueden ser muy agresivos. Con todo, aunque Milei se equivoca mucho, da la impresión de que lo que dice es verdad. Pocas veces un candidato ha señalado tan claramente a su pueblo que, en caso de ser elegido, vendrán tiempos muy difíciles y habrá que tomar medidas particularmente dolorosas. Esa sinceridad le ha permitido no sólo sobrevivir, sino conservar un apoyo importante, cuando muchos pronosticaban que sólo iba a durar unos meses. Por el contrario, el uso del lenguaje que hace Trump es al menos problemático. Sus afirmaciones no son nunca definitivas y perfectamente puede decir lo contrario al mes siguiente, sin inmutarse.

Milei y Trump son dos amigos muy diferentes y no es bueno meterlos en el mismo saco ni encandilarse con ellos. Con uno hay que mantener relaciones de buen vecino, más allá de las diferencias ideológicas, con el otro hay que andarse con más cuidado. Gabriel Boric ha ignorado al primero y hablado mal del segundo: dos lujos que un presidente de Chile no puede permitirse.

Ayer, a solo horas de un nuevo comité central del Partido Socialista, donde hoy se proclamaría a su presidenta, Paulina Vodanovic, como abanderada presidencial; las negociaciones con el PPD se intensificaban para evaluar una posible candidatura conjunta o se apueste por la senadora hasta las primarias.

Desde el círculo cercano de Vodanovic veían posible que la legisladora desista de su candidatura para apoyar a Tohá, lo que reforzaría su imagen como líder que unifica a ambas colectividades.

Pero dentro del partido hay quienes ven lejano llegar a acuerdo, ya que buscarían garantías en la negociación parlamentaria, las que no podrían ser ofrecidas por el partido.

En esa misma línea, el vicepresidente del PS, Eduardo Bermúdez, afirmó que "si el pleno del comité central proclama a Paulina Vodanovic, es muy difícil que no esté en la papeleta de la primaria. Es hasta el final". Mientras, el diputado Raúl Leiva afirmó en T13 Radio que: "La DC, el PPD, el Partido Radical, la Federación Regionalista Verde Social, el Frente Amplio y el Partido Comunista llevan candidatos. ¿Por qué el PS no debiera llevar un candidato propio?".

Vodanovic, en tanto, también vería con buenos ojos el desafío. Y en esa línea, La Tercera reveló que una asesora ya inscribió los sitios paulinapresidenta.cl y vodanovicpresidenta.cl en marzo de este año.

Luego de que Contraloría tomara razón del decreto que confirma un alza en las cuentas de luz, el ministro de Energía Diego Pardow, explicó los próximos cambios para las tarifas.

Al respecto, proyectó que para la segunda mitad del año vendrá una subida del 7% relacionada con los ajustes en el tipo de cambio (dólar). "Hay que entender que terminó el proceso de estabilización y ahora estamos en uno de normalidad tarifaria", dijo y detalló que el proceso de normalidad tarifaria "implica que las cuentas de luz se actualizan dos veces al año", en enero fue la última y la siguiente es para la segunda mitad del año.