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Educar sin brechas

La equidad de género se ha instalado como un tema urgente en la conversación pública, y con justa razón. Pero aún cuesta ver cómo esta preocupación se traduce en acciones concretas dentro de las aulas. Es en ese espacio -instancia en la cual niñas, niños y jóvenes aprenden, se relacionan y construyen sus identidades-, donde se siguen reproduciendo muchas de las desigualdades que decimos querer erradicar. Y es ahí cuando la formación de quienes enseñan se vuelve clave.

Formar docentes no solo implica entregar herramientas didácticas o dominar un currículum. También es enseñar a mirar el mundo críticamente, a reconocer los sesgos que arrastramos -incluso sin darnos cuenta- y a actuar desde una convicción ética que ponga en el centro la justicia educativa. Incorporar la perspectiva de género en la formación inicial de los profesores no puede seguir siendo un complemento: tiene que ser parte estructural de la profesión.

Esto implica revisar nuestras propias prácticas como instituciones formadoras. ¿Cómo evaluamos el liderazgo pedagógico? ¿qué tipo de autoridad promovemos en el aula? ¿cómo hablamos de diversidad, de afectividad, de poder? La formación docente basada en la práctica es una gran oportunidad para intencionar este tipo de reflexiones. Pero debe ser acompañada, discutida, y sobre todo, situada en los contextos reales donde se enseña.

La reciente creación de una comisión técnica para enfrentar las brechas de género en educación, liderada por Alejandra Mizala, es una señal potente desde el Estado. Ahora nos toca a las universidades responder con la misma seriedad: repensar los programas de formación, capacitar a nuestros académicos y mentores, y hacernos preguntas incómodas. Porque el cambio no pasa solo por declarar principios, sino por modificar las lógicas que seguimos reproduciendo año tras año.

No hay formación docente neutra. Y si no formamos a quienes enseñan con una conciencia clara de las desigualdades que existen, seguiremos perpetuándolas.

La educación sin brechas de género no es una utopía: es una responsabilidad compartida, y empieza mucho antes de que alguien cruce por primera vez la puerta de una sala de clases como profesor o profesora.

Faride Rendich Académica Facultad de Educación U. de Las Américas


León XIV, inmejorable

Es muy prematuro decir algo contundente sobre lo que será el pontificado de León XIV. Sin duda. Pero también es un hecho el que cada salida al balcón de un Romano Pontífice recién electo regala una pista del encuadre que podrían tener sus acciones como líder de la Iglesia Católica.

Cuando Benedicto XVI se asomó por el balcón se habló de tradición, dureza y conservadurismo. Con Francisco I, las palabras fueron sencillez, humildad y énfasis pastoral.Ahora, con León XIV, podríamos atrevernos a decir al menos tres cosas: primero, que la elección de su nombre tiene un claro guiño a la doctrina social; segundo, que su insistente referencia a la paz en su primera alocución a la humanidad es un modo claro de hacerse cargo del mundo en el que le toca ser pastor; y tercero, su vestimenta y proxémica muestran autenticidad, retomando un revestimiento más tradicional, con una fuerte carga emocional y guiños pastorales.

En pocas horas, el pronóstico desde la Plaza de San Pedro es inmejorable.

Alberto Pedro López-Hermida Director Escuela de Periodismo Universidad Finis Terrae


Edad para elegir Papa

Se eligió a un nuevo Papa, pero sorprende la cláusula que establece que los cardenales mayores de 80 años no votan para elegir al nuevo Papa. Sus razones debió tener, en 1970, Pablo VI cuando la promulgó. En estos tiempos parece poco democrática, porque la mayoría de las constituciones no limitan la edad para votar en política. Así también se pierde la experiencia y visión acumulada en los 60 años o más de vida clerical de los cardenales.

Lo que sí es consecuente y lógico es que no sean elegibles.

Marcos Concha Valencia repdeval@gmail.com

Escuchar al cuerpo y prevenir

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La pregunta al llegar la menopausia es ¿estamos escuchando lo que nuestro cuerpo nos dice? Cada día, dos mujeres mueren en Chile por cáncer de ovario. Dos vidas. Dos historias que se terminan muchas veces sin haber tenido una oportunidad real de defenderse. ¿Por qué seguimos sin hablar lo suficiente de este tema? ¿Por qué postergamos la visita al ginecólogo y seguimos ignorar esas señales silenciosas que nuestro cuerpo intenta darnos?

Este tipo de cáncer aparece con mayor frecuencia entre los 50 y 70 años, justo en el período de menopausia, cuando las hormonas como el estrógeno y la progesterona disminuyen. Esto puede aumentar el riesgo de mutaciones genéticas que causan el cáncer de ovario. En Chile, cada año se diagnostican 837 nuevos casos y mueren 549 mujeres. El diagnóstico temprano puede marcar la diferencia, pero la mayoría de los casos se detectan en etapas avanzadas.

Los factores de riesgo principales son la edad ( se detecta entre los 50-70 años en plena menopausia) , no haber tenido hijos, obesidad y antecedentes familiares de cáncer de ovario, mama o colorrectal. ¿Y los síntomas? Dolor abdominal o pélvico persistente, sensación de saciedad rápida, hinchazón, cambios digestivos, cansancio extremo o dolor en las relaciones sexuales. Síntomas comunes que muchas veces ignoramos o atribuimos a "cosas de la edad".

Por eso, en Menopower te recordamos: visita a tu ginecólogo al menos una vez al año. Él o ella podrá indicarte exámenes clave como el examen pélvico, la ecografía transvaginal (útil para detectar tumores en los ovarios) o una tomografía computarizada, que puede revelar tumores más grandes o metástasis en órganos vecinos (por mencionar algunos)

La salud preventiva es y será siempre tu mejor aliada. Entonces, ¿qué estamos esperando? ¿Vamos a seguir normalizando sentirnos mal? ¿Hace cuánto no te haces un chequeo? ¿Estás eligiéndote a ti misma? El momento es ahora. Habla, pregunta, comparte esta información con otras mujeres.Porque cuidarnos también es un acto de amor propio. Y tú, ¿vas a esperar o vas a actuar?

María Isabel Mosqueira

Coach en Salud Hormonal

Experimento del SLEP

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María José

Gatica Bertin

Senadora

por Los Ríos

La llamada "desmunicipalización" del sistema educativo, materializada en los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), es un fracaso por donde se mire. Caos administrativo, abandono de estudiantes, plagas de ratones y murciélagos, comunidades educativas dañadas no sólo en su clima interno sino con paralizaciones por no tener las más mínimas condiciones de dignidad para trabajar.

Detrás de esta reforma hay una convicción ideológica de la izquierda: su aversión a todo lo que huela a lo privado. En lugar de fortalecer lo que funcionaba o un sistema de voucher educativo (un subsidio directo al estudiante para que lo dirija al establecimiento educacional que su familia decida), se optó por crear una burocracia nueva, centralista, incapaz de responder con eficiencia las necesidades educativas. En este caso más Estado genera más despilfarro y más ineficacia.Y como siempre los que pagan las cuentas son los más débiles.

Hoy hemos tenido niños sin clases, docentes sin trabajo, escuelas sin insumos básicos, colegios sin leña ni luz, etc. Una total vulneración de derechos ¿Ese era el futuro prometido para mejorar la educación pública?

SLEP tuvo un año entero para echar a andar el sistema y las explicaciones sobran; faltan soluciones.

Por eso denuncié en Contraloría estos hechos y presenté una denuncia por vulneración de derechos de los niños estudiantes para que la Defensoría de la Niñez constituya una misión de observación en la región, y también presentaré amparos administrativos por vulneración de derechos de niños y niñas porque el abandono no puede quedar sin ser investigado y sancionado.

La educación no mejora con discursos ni con más Estado. Se mejora con gestión eficiente, con el foco puesto en los estudiantes y en lo que es mejor para ellos. Todos queremos una educación pública de calidad pero llegó el momento de preguntarse si ¿La dependencia total al Estado es la mejor forma de entregarla? El experimentó fracasó.