Maquinarias y artefactos antiguos viven horas difíciles en la Isla Guacamayo
Más de 300 piezas que fueron propiedad de la familia Ehrenfeld y que testimonian el desarrollo de la agricultura y ganadería valdiviana corren el riesgo de terminar bajo tierra o reducidas a chatarra.
Eran los comienzos del Siglo XX y Valdivia desarrollaba una próspera vida comercial, portuaria e industrial, combinada con un fuerte componente silvoagropecuario. Sin embargo, el gran incendio del 13 de diciembre de 1909 redujo a cenizas gran parte de la ciudad.
En esa misma época, el colono alemán Federico Germán Ehrenfeld adquirió una serie de fundos en la zona y junto a su esposa Elfride comenzaron una vida ligada al renacer de la ciudad. En ese contexto, uno de los predios comprados y posteriormente escenario del hogar familiar fue la Isla Guacamayo, adquirida a su antiguo dueño Otto Eisendecher entre 1908 y 1909. Y si bien los otros predios de la familia Ehrenfeld: los fundos Pichoy y Huachocopihue, también tuvieron un rol específico en el desarrollo agrícola de la zona, la isla Guacamayo fue el centro neurálgico de la actividad familiar.
En la propiedad insular de cerca de 800 hectáreas rodeada por los ríos Valdivia, Guacamayo y Cantera, y ubicada entre la Isla del Rey y Guacamayo continental, en el sector sur de Valdivia, la familia Ehrenfeld cimentó un polo de desarrollo económico que tuvo su máxima expresión entre los años 1940 y 1960. En la isla llegó a vivir un centenar de personas e incluso existió una pequeña escuela para los hijos de los trabajadores.
Ya en el Siglo XXI, los descendientes del matrimonio original complementaron la actividad agrícola y ganadera con el desarrollo de un proyecto turístico e incluso fue implementado un museo campestre. Luego del incendio de la casa patronal en el año 2011, en el 2016 la familia decidió vender la isla.
A nueve años de esa decisión familiar, Germán Ehrenfeld Bravo, nieto de los propietarios originales, es el protagonista de una carrera contra el tiempo. Su objetivo es encontrar alguna institución, organismo, empresa privada o un particular interesado en adquirir, preservar y exponer más de 300 artefactos, maquinarias y utensilios que formaron parte del museo insular. Pero -señala- hasta el momento solo ha recibido palabras de buena crianza.
"Llevo siete años conversando con autoridades, senadores, diputados, la gobernación, en su momento el alcalde Omar Sabat y el concejo municipal, pero sin resultados. También he conversado con gente de Codeproval y representantes de grandes empresas. Todos encuentran que se trata de algo maravilloso, pero nada más que eso", explica Ehrenfeld.
Eso sí, deposita esperanzas en conversaciones sostenidas últimamente con la alcaldesa Carla Amtmann y el seremi de las Culturas, Óscar Mendoza.
"Son muchas cosas, que no pueden perderse o terminar oxidadas y bajo tierra. No puedo botar todo lo que fue de mis abuelos... Me han propuesto armar el museo en otro lugar, pero es un costo mayor y mi edad (71) ya no está para comenzar de nuevo".
Germán Ehrenfeld Bravo, Agricultor
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