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Patrimonio
Muchos de los artículos disponibles fueron traídos directamente desde Alemania por su abuelo Federico Germán Ehrenfeld y se mantienen en funcionamiento. Otros fueron fabricados en el país.
¿Qué maquinarias y utensilios componen este patrimonio material? Hay máquinas cecineras; descremadoras; la última patente de un carretón distribuidor de leche del año 1953; fraguas; pateadora; aporcador; cortadoras de pasto; discos de bueyes; afilador de tijeras; rodillo; cultivador de cuatro puntas; rastrillos; yugos; mesones carpinteros con doble tornillo; una máquina chancadora de trigo, donde los trabajadores hacían su propia harina; rastrillos; enfardadoras. "Tengo los carros, rieles y tornamesa de un tren en miniatura que tuvo mi abuelo; un tractor de 70 años que funciona impecable; arados; una planchadora; una aspiradora alemana antigua; anafres; una estufa a gas antigua; taladros; güinchaires; estiradores de alambre; un carro bomba manual para electricidad y muchas cosas más", señala Germán Ehrenfeld.
El agricultor agrega que su abuelo traía la maquinaria por barco desde Corral a Valdivia, donde fue propietario de vapores y un lanchón. "Muchos artefactos e incluso zinc y cemento eran traídos hasta Corral. Y de ahí a Valdivia. El "Electra" y el "Paico" fueron naves de su propiedad", indica Ehrenfeld.
El profesor universitario y doctor en Historia, Fabián Almonacid Zapata, señala que la colección tiene un alto valor histórico, porque "la cantidad de objetos y maquinarias que Germán Ehrenfeld ha reunido, no existe en el sur de Chile. A nivel internacional conozco el Museo del Pueblo Gallego en Santiago de Compostela (España), que aun cuando su colección es más variada y diversa, sigue el mismo estilo: un lugar donde se puede recopilar una parte de la historia de la vida cotidiana de una época pasada, como es la vida campesina, en este caso".
Campo y museo
En Isla Guacamayo, la familia original se dedicó a las labores agrícolas: siembras de todo tipo; lechería; fábricas de cecinas, miel, queso y chicha; crianza de ovejas, cerdos y vacunos que trasladaban a nado desde la isla hasta Valdivia.
"En los años '50 vivieron más de 100 personas en la isla, entre la familia, los empleados fijos y gente que trabajaba en las cosechas de temporada. Y como no había escuela, porque la única opción era cruzar a Valdivia a través del río y luego un camino largo y pésimo, se contrató un profesor para que haga clases hasta sexto de preparatoria. Fue una iniciativa de mi abuelo, que luego continuó mi padre. Después, para el terremoto de 1960, mi padre perdió entre 300 y 400 animales y eso fue un gran golpe para la familia. El agua cubrió gran parte de la isla. El terremoto terminó con todo: casas, galpones, nada parado. Hubo que reconstruir todo", relata Germán Ehrenfeld.
En la década del 2000, Ehrenfeld desarrolló un proyecto turístico orientado a una reconstitución histórica en la isla, a través de una sociedad inicial con Gastón Pérez y Marcelo de la Rosa, ex autoridades de Corral: "Empezamos con jóvenes corraleños, de a poco. Luego se terminó la sociedad, quedé solo con la familia y fuimos ganando fuerza. Nos fue bastante bien. Llegaban autoridades y muchos visitantes, la gente aprovechaba un día de campo, hacíamos comida e incluso contrataba artistas. Pero, surgieron dificultades con los dueños de lanchas de turismo y empezó a bajar la cantidad de visitantes".
La noche del 24 de diciembre de 2011, un incendio destruyó la casa patronal y junto con ella se perdieron los uniformes de la reconstitución histórica, muebles antiguos de mármol y valiosas piezas hogareñas. "Esa noche, explotó un balón de gas y al abrir la puerta, el viento sur trajo el fuego de frente y me quemó parte de la cara. Estuve cinco días internado en el Hospital Regional y a los 12 días regresé al mundo, en Santiago", recuerda.
Con posterioridad, la familia optó por vender la propiedad completa, hecho que se concretó en el 2016. Entonces, Germán Ehrenfeld decidió permanecer en la isla y arrendar una parte de ella al nuevo propietario. Al menos, mientras encuentre un destino final para las herramientas y maquinarias del antiguo fundo. "Sigo viviendo en la isla, básicamente por las maquinarias. Son muchas cosas, que no pueden perderse o terminar oxidadas, hechas chatarra o bajo tierra. No puedo botar todo lo que fue de mis abuelos. Me han propuesto armar el museo en otro lugar, pero es un costo mayor y mi edad (71) ya no está para comenzar de nuevo. Hace 20 años podría haber sido...", agrega.
Para Ehrenfeld, la idea es que todo lo que fue parte del museo de la isla quede en un solo lugar y la gente pueda conocerlo y disfrutarlo: "Se me ocurre un lugar donde se pueda hacer una reconstitución y la gente conozca cómo se trabajaba hace 100 años en la agricultura y la ganadería. Por ejemplo, en el Parque Saval se podría habilitar un lugar y tener todo ahí, lo que además sería un atractivo turístico que la municipalidad podría aprovechar. Lo potenciaría y además es un lugar que siempre ha estado ligado al mundo agrícola y ganadero de Valdivia".
El profesor universitario Fabán Almonacid agrega que "siempre lo he animado a pensar en un museo rural, de cómo era la vida en el sur de Chile. La maquinaria y objetos provienen de la historia familiar de los Ehrenfeld, quienes además fueron importantes en la ciudad porque a fines del Siglo XIX instalaron una planta termoeléctrica donde hoy está la Universidad San Sebastián. La chimenea que está ahí es lo que queda de la planta que le dio electricidad a la ciudad durante las primeras décadas del Siglo XX" y agrega que la Isla Guacamayo también cumplía una función proveedora para la familia y para la fábrica termoeléctrica. "El caso de esta familia es notable para la historia económica valdiviana", señala y destaca el vínculo entre agricultura e industria.
Valor y futuro
¿Cuál puede ser el valor monetario del patrimonio material de los artefactos de la Isla Guacamayo? De partida, se requiere estudios antropológicos y según Ehrenfeld, "pareciera que es casi imposible un avalúo por parte de un experto, ya que además es un trámite muy caro y engorroso. Por eso es que vendo todo, tal y como está. Todos son artefactos históricos, testigos del desarrollo de la agricultura y ganadería valdiviana".
"La verdad es que he tenido interesados en comprar todo y llevárselo a otra ciudad: más al sur, a Santiago o a Temuco, para darle precisamente un destino turístico. Pero no quiero que eso pase, porque todo este patrimonio fue de mi abuelo, de mi padre, de la familia y le dio trabajo a mucha gente de Valdivia", sentencia.
El historiador Fabián Almonacid es claro y conciso: "Si se quiere hacer algo, hay que hacerlo muy pronto y llegar a un acuerdo con él. El gobierno regional ha tenido interés, la municipalidad también, la Universidad Austral podría ser. El proyecto es factible, pero lamentablemente a nivel de la región falta una política efectiva de protección del patrimonio, como se puede ver en este caso".
E insiste en que la colección "es altamente valiosa, quizás no tanto por cada objeto en particular, sino por el conjunto reunido. Si se logra instalar en un mismo lugar, como el Parque Saval o en algún terreno de la Universidad Austral cercano a la ciudad, sería un gran aporte a la historia y un aporte cultural para la región".
"La cantidad de objetos y maquinarias que Germán Ehrenfeld ha reunido, no existe en el sur de Chile... La colección es altamente valiosa...".
Fabián Almonacid Zapata, Profesor y Doctor en Historia.
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