Secciones

Alejandro Rosales Roa: A 38 años de su partida

E-mail Compartir

El reciente 14 de mayo se cumplieron 38 años de la partida hacia el Más Allá de Alejandro Rosales Roa (Q.E.P.D.), quien había nacido el 3 de mayo de 1925 en Paillaco y fue el mayor de los 10 hijos del matrimonio formado por Alejandro Rosales y Rosa Ester Roa. La familia era originaria del sector rural de Santa Rosa, en la comuna de Paillaco, y aproximadamente en el año 1958 el núcleo familiar formado por Alejandro Rosales y su esposa Raquel Ojeda Loaiza se radicó en Valdivia. Fueron padres de siete hijos, dos de los cuales fallecieron cuando eran bebés. A ellos se sumaron otros cinco hijos: Raúl (Q.E.P.D.), Nelson (Q.E.P.D.), María Cristina, Alejandro y Jaime, como parte de una descendencia que en su tercera generación se prolongó a ocho nietos: Bárbara, Marcel, Celeste, Catalina, Javier, Constanza, Camila y Valentina. Una vez que la familia se estableció en Valdivia, Alejandro Rosales Roa trabajó durante algunos años como conductor de camiones, inicialmente en una barraca ubicada en la calle Arica. El terremoto de 1960 los sorprendió en el sector de los Barrios Bajos y el jefe de familia -desde su oficio de chofer- colaboró activamente como voluntario durante la situación de catástrofe que vivió la ciudad. Más tarde, el grupo familiar se trasladó a su vivienda propia en el sector de la población Los Alerces, conocido también como Corvi 1. La casa habitación que lo albergó hasta el momento de su partida, les había sido entregada un par de días antes del terremoto, pero ellos se cambiaron con posterioridad. Alejandro Rosales Roa continuó su trayectoria laboral en la antigua fábrica de lanas Valdilan, que estaba ubicada en el sector de Las Ánimas. Y posteriormente se desempeñó como conductor de ambulancias, en el Servicio de Urgencia del Hospital John Kennedy de Valdivia, hasta que una enfermedad se lo llevó para siempre. En representación de la familia, su hijo Jaime Rosales Ojeda lo recordó como "alguien que era muy proveedor, que procuraba que en su hogar y a sus hijos no les faltara nada, que tuvieran cubiertas todas sus necesidades. Era alguien muy creyente, conversador y de muchos amigos. Como familia, nos legó valores profundamente cristianos y humanistas. Además, fue uno de los primeros militantes de la Falange, de donde posteriormente se creó la Democracia Cristiana. Pero, más que inculcarnos una militancia, en la casa se hablaba de contingencias sociales. Eso es una herencia de nuestros padres". Alejandro Rosales Roa emprendió su viaje hacia la eternidad el 14 de mayo de 1987 y su cuerpo descansa en el Cementerio Municipal N° 1 de Valdivia.

14 de mayo de 1987 abandonó el mundo terrenal Alejandro Rosales Roa, quien era originario del sector rural de Santa Rosa, en la comuna de Paillaco.

La verdad de Jesucristo

E-mail Compartir

El evangelio de este quinto Domingo de Pascua (Jn 13, 31-33 - 34-35) nos ofrece dos verdades, que debieran vertebrar toda nuestra vida cristiana: la glorificación del Hijo de Dios al pasar Jesús de la muerte, a manos de los hombres, a la vida, por voluntad del Padre; y el mandamiento nuevo del amor cristiano, como señal identificadora de los discípulos de Jesucristo.

Jesús, una vez que Judas abandona el cenáculo, abre su corazón a los discípulos y manifiesta el sentido profundo de su pasión y muerte. Jesucristo se hizo hombre para dar gloria a Dios, para santificar el nombre de Dios, para salvar al hombre del pecado.

Jesús afronta su pasión y muerte aceptando el plan del Padre sobre la redención del hombre, advirtiendo en su vida, muerte y resurrección la glorificación suya y del Padre, pues en toda la vida de Jesús brilla la obediencia amorosa a la voluntad del Padre.

Por cinco veces se usa en este texto el verbo glorificar en pasado, presente y futuro, en referencia a la muerte, resurrección y exaltación de Cristo junto al Padre, que implicará también al final la exaltación pascual de sus discípulos.

El mandamiento nuevo del amor cristiano tiene un modelo, que es el amor redentor de Jesucristo y también tiene la misma fuente, el Espíritu Santo, que es el amor en la Trinidad, que mueve y orienta toda la vida, muerte y resurrección de Jesús y la vida eterna de sus discípulos.

Del amor de Jesús a sus discípulos nace el mandamiento nuevo, un nuevo amor, que será la característica fundamental de sus discípulos, quienes son invitados a establecer una amistad nueva con Jesucristo y entre ellos mediante la fe, la esperanza y la caridad. Y el modelo del amor cristiano es Jesucristo, pues no hay mayor amor que el dar la vida por la persona amada y con este criterio del amor supremo podemos interpretar nosotros el sentido de nuestra vida y el de nuestra misma muerte.

Pedro Donato Moncada Dervis: Adiós a un profesor normalista

E-mail Compartir

Profesor normalista enamorado de su profesión y con un especial cariño por la educación rural, el martes 13 de mayo en su hogar de Ignao (comuna de Lago Ranco) emprendió el camino del adiós el educador valdiviano Pedro Donato Moncada Dervis (Q.E.P.D.). Nacido el 5 de noviembre de 1944 en Valdivia, fue uno de los tres hijos del matrimonio formado por Lino del Carmen Moncada Sierra y Corina Obdulia Dervis Carvajal, quienes también fueron padres de Enrique Alfonso y María Eugenia. La familia vivió en el sector de la calle Chacabuco de Valdivia -entre Ismael Valdés y García Reyes- y Pedro Moncada Dervis realizó sus estudios primarios y las humanidades en el Instituto Salesiano. Posteriormente estudió y se tituló como profesor de enseñanza general básica en la Escuela Normal Camilo Henríquez de Valdivia. Le gustaban el campo y los animales. En su vida personal, el 21 de julio de 1967 contrajo matrimonio con Edith Graciela Arancibia Rudolph y fueron padres de dos hijos: Pedro Esteban y Claudia Andrea. La descendencia se prolonga a cinco nietos: Vicente, Victoria, Josefina, Martín y Estela. En el ámbito laboral, el 5 de abril de 1965 Pedro Donato Moncada Dervis fue nombrado profesor de la escuela primaria de Riñihue y allí trabajó hasta el 1 de mayo de 1970. Luego continuó su vida laboral en la Escuela N°188 de Inés de Suárez, en Valdivia; la Escuela Especial de Valdivia y en la cárcel de Isla Teja, donde hizo clases a los presos menores de edad. Fue trasladado como inspector al Liceo de Hombres y como le gustaba ser profesor rural, partió a trabajar a Cabo Blanco, continuó en Los Guindos y luego regresó a la Escuela Inés de Suárez, donde llegó el momento de su jubilación en el 2011. Su esposa Edith Arancibia Rudolph lo recuerda como "una persona muy sociable, conversaba con todas las personas sin distinción. Desde el año 2019 vivimos en Ignao y nos integramos a la comunidad. Pertenecíamos al grupo de profesores jubilados, participábamos en la iglesia, donde fue velado y también hizo muchas amistades. Era muy jovial, le gustaba bromear y que la gente estuviera contenta. Cuando vivimos en Valdivia también perteneció a la junta de vecinos de la Isla Teja, en Valdivia". Pedro Donato Moncada Dervis abandonó su existencia terrenal el martes 13 de mayo de 2025, su velatorio se realizó en la iglesia de Ignao y sus funerales se desarrollaron el jueves 15 de mayo en el Cementerio Municipal N° 1 de Valdivia. Allí se reencontró y descansa junto a sus padres en el mausoleo familiar.

13 de mayo de 2025 se produjo el fallecimiento del profesor valdiviano Pedro Donato Moncada Dervis. Estaba radicado en la localidad de Ignao, en Lago Ranco.