Educación y Energía
Estamos viviendo un período que nos ofrece la opción de retomar nuestra vocación energética como país. Y esta vocación energética es renovable. A nuestro histórico componente hidroeléctrico, que partió a fines del siglo XIX con la pequeña central que levantaron Luis Cousiño e Isidora Goyenechea siguiendo los consejos de Thomas Alva Edison, en el último tiempo hemos sumado fuertemente la generación a partir de la radiación solar y los vientos y esperamos seguir creciendo en biomasa y también incorporar la geotermia.
Hace 30 años, la matriz de generación eléctrica era 80% renovable, con un protagonismo absoluto de la hidroelectricidad. El componente térmico apenas alcanzaba un 20%. En 2014 llegamos a un 60% térmico. Es interesante poner atención en la evolución de la capacidad instalada térmica, fenómeno que despega fundamentalmente a partir de la crisis que provocó el corte del gas argentino a mediados de la década pasada.
Hoy, gracias al avance tecnológico y también a las señales que hemos entregado a través de nuestra Agenda de Energía, estamos en condiciones de revertir esta tendencia.De hecho, esto ya está ocurriendo. Como país necesitamos una matriz más sustentable, segura, inclusiva y diversificada.
Y para cumplir este objetivo necesitamos introducir más competencia, a través de la adopción de un rol más activo del Estado. Queremos y necesitamos más competencia, tanto en energías convencionales como renovables.
Por eso, como Estado, apoyaremos con el rigor institucional que corresponde a todos los proyectos que cuenten con sus permisos y se inserten adecuadamente en las localidades, integrando de manera temprana a las comunidades y asegurando beneficios que de verdad ayuden a su progreso social.
Si queremos tener un país más justo, no podemos permitir que la energía sea un factor que contribuya a la desigualdad. Y eso ha pasado en los últimos años, producto del frenazo en las inversiones del sector y el debilitamiento institucional.
Experiencias como las del Liceo Ricardo Fenner de La Unión son una muestra clara del compromiso que como Ministerio también tenemos con la educación en el sector energético. Queremos que las tecnologías sean una herramienta para que los estudiantes comprendan mejor su entorno, sumen habilidades en un ámbito innovador y, sobre todo, abran nuevos espacios de desarrollo personal y profesional con propiedad y visión de futuro. La Energía tiene que ser un motor de desarrollo sustentable en esta Región y el país.
Máximo
Pacheco,
Opinión