Uno de los mayores terremotos chilenos ocurrió en la capital de nuestro país, el 13 de mayo de 1647. Fuentes de la época, cartas de obispos, autoridades y actas de cabildos alojan en los anales de la Biblioteca Nacional de Chile, que relatan que siendo las 22:30 horas de una tranquila noche, un terremoto de una magnitud estimada en un 8,5 en la escala de Ritcher comenzó a sacudir Santiago. El evento descrito como el más destructivo de la historia en aquella época, duró algunos minutos, agrietando desde su base las construcciones existentes, como resultado no sólo derrumbó viviendas y edificios, entre ellos el más emblemático de aquella época la cátedra", sino que también se llevó consigo la vida de unas 600 personas, equivalente -en ese entonces- entre un 15% a 25% de la población de la capital del país.
En la mañana siguiente, el escenario era caótico y devastador, viviendas derrumbadas y la ciudad sin recursos básicos, como el agua; las réplicas persistían y un temor colectivo a la espera de un segundo episodio producía caos. Armándose de valentía muchos de los habitantes ayudaron en la remoción de escombros con el fin de auxiliar a familiares y vecinos atrapados en las ruinas, colaborando además en la extracción de los cadáveres que yacían bajo los escombros para evitar la pestilencia y posibles infecciones; como también trasladando los cuerpos de los fallecidos a diferentes camposantos. Esta adversidad, que es necesario siempre recordar, permitió que diera inicio al primer gran proyecto de ingeniería multidisciplinario que se conoce en nuestra historia y que involucró la entereza de sus ciudadanos, de todas sus profesiones, principalmente, por ingenieros en todas sus especialidades de formación y algunos vecinos que por necesidad del momento se trasformaron en ese minuto en colegas, quienes incorporaron a los proyectos técnicas de planificación, diseño en el desarrollo de un plan rápido y efectivo que permitiera reparar y levantar con éxito hospitales, viviendas y edificios de la ciudad, todo aquello con limitaciones económicas y tecnológicas.
Es por esto que, en mayo se conmemora el Día del Ingeniero, como un sencillo homenaje a todos quienes trabajaron incansablemente con el propósito de levantar Santiago y a quienes día a día dignifican una profesión gravitante que contribuye al desarrollo del país.
Antonio Garrido Figueroa Director de Ingeniería Civil Industrial USS Valdivia