Polémica ha causado la medida de un "toque de queda" para menores de 16 años de edad que impulsan los alcaldes de ocho municipalidades del país. La idea fue ratificada por los vecinos que participaron en una consulta pública sobre el tema realizada la semana pasada, la cual también generó críticas, porque contó con la participación de menos del 10% del total de personas que podía votar en ella: 120 mil asistentes, de un universo superior al millón 300 mil electores.
La propuesta corresponde a las municipalidades de Las Condes, Quilpué, Lo Barnechea, Colina, Peñalolén, Antofagasta, La Florida y La Reina, con el objetivo de poner un horario límite a la presencia de niños y niñas sin compañía de un adulto responsable en las calles. Su argumento es que de esa forma se disminuyen las posibilidades de que esos menores tengan contacto temprano con las drogas y el alcohol. Esto, basado en la evidencia que muchas de esas comunas tienen respecto de la alta ingesta de sustancias adictivas legales e ilegales entre los estudiantes; además de la lamentable presencia de niños en grupos de narcotráfico.
También dicen que su meta es lograr acuerdos sociales transversales. Todo, apuntando en la misma dirección del modelo islandés que inspira el Plan Elige Vivir sin Drogas anunciado por el gobierno.
Los detractores, por su parte, señalan que atenta contra derechos constitucionales básicos como el libre tránsito y desde la Defensoría de la Niñez han alzado la voz respecto de la estigmatización sobre este grupo etario.
En Los Ríos no se ha sabido de iniciativas similares. Sin embargo, desde ella es posible hacer una reflexión respecto de la responsabilidad familiar y comunitaria para proteger a los más jóvenes de los peligros de las adicciones.
La pregunta es qué rol juegan los padres y escuelas; o si el horario es un factor que facilite el acceso. Esto cabe analizarlo desde evidencias como lo que sucede junto al péndulo en la Costanera de Valdivia por las noches; o junto al muelle La Peña durante las tardes, donde se ve a grupos escolares fumando y bebiendo, en momentos en que debieran estar en clases.