Idealismo
Hoy en día, algunos "idealistas" políticos jóvenes, y los de siempre, dicen que existe un desastre político en Chile. Se enorgullecen en acusar y tratar de excluir "democráticamente" a aquellas personas que no concuerdan ideológicamente con ellos. Su novedoso idealismo busca el desprestigio y eliminación de sus rivales: son especialistas en desacreditar, desprestigiar, difamar, denigrar, desautorizar, desaprobar, deshonrar, a todos aquellos que se atrevan a no pensar como ello(a)s. Cuesta entender el tipo de democracia que pregonan estos "idealistas" todos los días en matinal, matinée, vermouth y noche como si fueran dogmas irreversibles; son falacias, más bien.
Mauricio Pilleux Dresdner mpilleux@gmail.com
Dirigentes de nuevos tiempos
La Subsecretaría del Trabajo financia desde varios años las escuelas de formación sindical con el objetivo de entregar conocimientos, herramientas y habilidades a los dirigentes sindicales, para el mejor desempeño en sus tareas.
Las escuelas han sido pensadas para Nuevos Líderes, otras especialmente para Mujeres, muchas dedicadas a la Formación Continua y este año 2019 al Liderazgo Sindical. Sólo en 2019 la Subsecretaría invierte 564 millones de pesos para responder a los gastos de 29 escuelas que se realizan a lo largo del país.
Hay instituciones y organismos diversos que postulan a las licitaciones para cumplir la tarea de llevar adelante un programa de formación, basado en una amplia malla curricular. En nuestra región, la Universidad Austral de Chile a través de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, ha llevado durante 10 años este compromiso del mejor modo, con académicos idóneos y excelentes condiciones logísticas. 391 dirigentes sindicales - 223 mujeres y 168 varones - de la región han recibido una formación de excelencia.
La experiencia también requiere del esfuerzo de los dirigentes-alumnos. El programa consulta clases intensivas durante tres meses ocupando los días sábado de 9 Am a 18.30 horas. Sumado al desplazamiento de muchos interesados que, como este año, vienen de Panguipulli, Río Bueno, San José de la Mariquina y Corral.
Aprovecho este espacio para destacar esta experiencia enriquecedora para nuevos y antiguos dirigentes sindicales, para trabajadores que imaginan serlo y se capacitan previamente, para docentes que entregan su saber con esmero y cercanía a personas que sienten legítimo orgullo de llegar a la Universidad, en busca de su perfeccionamiento personal.
Nada mejor que invertir en las personas, sobre todo cuando las formas y tipos de trabajo cambian, cuando el sindicalismo cambia, requiriendo de convicciones, pero también de habilidades y conocimiento.
Feda Simic Seremi del Trabajo Los Ríos
Oficios y conocimientos
Mis abuelos y los abuelos de mi esposa saben cultivar la tierra. Son capaces de obtener directamente de ella alimento. Pero luego, sólo una generación adelante, sus hijos, ya no saben. Menos aún los que les hemos sucedido.
Y es que en general, los abuelos de uno, cada cual con sus oficios, tristemente no apreciaban bien sus conocimientos, de manera que cualquier otro era mejor para trasmitir a sus hijos. Por eso no extraña que se oyeran frases del tipo "tú tienes que estudiar, ir a la universidad, ser jefe, estar en una oficina". En filosofía ese tipo de razonamientos se categoriza como una falsa paradoja. La verdad es que los que fuimos a la universidad, también pudimos haber aprendido un oficio. Los conocimientos no eran excluyentes ni exclusivos.
Pero ese razonamiento, que con toda seguridad albergaba un anhelo bien intencionado de nuestros padres y abuelos, es también erróneo y es trágico.
Es erróneo primero porque discrimina entre conocimientos, ignorando que todo conocimiento es bueno. Una cosa distinta es que un cierto conocimiento no ofrezca una perspectiva de renta apetecible. Pero eso ya es otra cosa. Por lo demás, un conocimiento primario siempre se puede profundizar, sofisticar y agregar valor. Y, en suma, puede que los padres tengamos el deber de trasmitir todos nuestros conocimientos a nuestros hijos, sean pocos o muchos, sofisticados o simples, por el puro deber de cuidado que tenemos sobre ellos.
Pero la idea de despreciar un conocimiento porque rentabiliza poco, o porque implica trabajo duro, es trágico.
Con mi esposa tenemos una pequeña huerta, y hemos tenido que buscar en libros y en los medios que la Internet pone a disposición, la información que nos permita obtener el fruto de la tierra. Lo desconocemos todo, aunque nuestros abuelos dominan esos conocimientos
Sin embargo pienso que los oficios, como la mueblería, la carpintería, la cerámica, la herrería, la marquetería, el telar, entre tantas otras hermosas ocupaciones, nunca se perderán del todo, porque el hombre y la mujer no podrán jamás apagar del todo esa necesidad casi instintiva, incluso primitiva, de usar sus manos para producir algo.
Cristian Guerra Hernández cristiangaston@hotmail.es