Caracterizan zonas ribereñas que hoy se encuentran subutilizadas
PROYECTO FONDART. Profesionales de la Universidad Austral estudiaron sectores de borde río de la Isla Teja y Las Ánimas que antiguamente funcionaron como espacios públicos, pero que hoy están abandonados. Indicaron que es necesaria una planificación de su uso ligada a la memoria y a sus funciones ecológicas.
Con el paso de los años, el uso de las riberas de los ríos Calle Calle y Valdivia ha cambiado. Esas zonas han sido ocupadas por pujantes industrias. En ellas fueron construidos barrios obreros, hubo huertas y en Las Ánimas, incluso, hubo una popular playa que hasta mediados del siglo pasado reunía a las familias valdivianas.
Sin embargo, luego del terremoto de 1960, de factores económicos que provocaron el cierre de las empresas y de una falta de planificación en el crecimiento de la ciudad, esas riberas dejaron de tener los usos sociales y públicos de antaño.
Un grupo de profesionales liderados por Karen Andersen, académica de la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Austral de Chile y quien además es directora del Magister en Diseño de Entornos Sostenibles de esa casa de estudios, desarrolló un proyecto Fondart Nacional con el que se buscó caracterizar espacios ribereños que han sufrido abandono. Para esto escogieron dos zonas, el borde río del sector sur de la Isla Teja y el borde río del sector sur de Las Ánimas.
Karen Andersen relató que "estos lugares habían tenido un uso público muy intenso, habían sido espacios muy vitales de relación entre la ciudad y el río. Sin embargo, esa vitalidad se ha perdido y hoy se han convertido en espacios entregados o a la especulación inmobiliaria o a los microbasurales, en definitiva, al abandono del uso. Nuestra idea era ir a observar estos lugares".
Querían caracterizarlos, rescatar los recuerdos de quienes han utilizado estos espacios, conocer qué tan accesibles son, analizar su paisaje, urbanización y perspectivas ecológicas. Con esta información es posible reflexionar sobre cómo se debe diseñar la reconversión de estos espacios.
El proyecto comenzó a ser ejecutado en 2018 y el equipo de trabajo estuvo integrado por una arquitecta del paisaje, una doctora en ecología, antropólogos y arquitectos.
Los profesionales realizaron entrevistas a vecinos para rescatar las memorias de quienes ahí han vivido. "Fue interesante ver cómo esos lugares están llenos de recursos que tienen que ver con la memoria, que es un patrimonio intangible", expresó la académica.
También se hizo un estudio de visibilidad y accesibilidad a través de un software nespecial, para conocer qué tan transitable eran los lugares para un peatón. Además se realizó una apreciación de valor ecológico.
Lo que observaron
Los investigadores detectaron que el desarrollo urbano de los barrios aledaños a los bordes de río estudiados no consideraron la construcción de espacios públicos que tuvieran relación con la memoria del lugar, ni con los paisajes naturales.
Notaron que tienen poca accesibilidad y visibilidad y que poseen grandes valores ecológicos asociados, por ejemplo, los humedales.
En una publicación desarrollada por los investigadores indicaron que "se evidencia que la segregación producida por los usos privativos y por la especulación inmobiliaria sobre áreas de alto valor ecológico provoca una degradación social de los bordes ríos fluviales, además de una degradación ecológica, transformándolos en barreras y límites al interior de la ciudad".
Cómo acercarse al río
Para los profesionales, es necesario que el uso que se dé al borde del río sea planificado, pero desde un punto de vista integral. "Ha habido períodos muy amplios de acercamiento y alejamiento del río, que responden a procesos urbanos. Eso es muy interesante, aunque no es un fenómeno que solo ocurre en Valdivia. Hoy estamos en un nuevo período de acercamiento y hay muchos proyectos desde la academia, el municipio y los ministerios que buscan usar estos lugares. Ahí está nuestra inquietud. La intención de regenerar los espacios, darles vida y usos suena muy bien, pero el cómo lo vamos a hacer necesita de un estudio", dijo Andersen. También expresó que es necesario tener claridad sobre el concepto "espacio público".
"Hay que tener muy claro que un espacio público no es una plaza con un par de árboles, tiene que estar cargado de identidad. Un espacio público de borde río, además, tiene que ser muy respetuoso y parte del río. El río en sí mismo tiene dinámicas propias y es parte de un sistema hidrológico mayor. No podemos seguir pensando en un espacio público de río como si fuera una plaza de cualquier barrio. No podemos pensar en su uso solo urbanizándolo o colocándole cemento. El Jardín Botánico, por ejemplo, también es un espacio público. No hay una solución mejor que la otra, pero obliga a mirar el lugar desde diferentes escalas, desde el relato hasta mirar la región como un sistema". Por otro lado, la académica indicó que cuando una ciudad es planificada solo para crecer en extensión, crece de manera fragmentada, limitando el uso público. "El riesgo es perder el patrimonio", aseguró.
Presentación
Las entrevistas desarrolladas a los vecinos de los sectores estudiados fueron grabadas en video, serán presentadas al público durante el mes de enero. En la exposición también se mostrarán videos ambientales.