Wikipedia adscribe al romanticismo a William Blake; sin embargo, en 1966 Jorge Luis Borges era claro con sus alumnos al decir que Blake estaba fuera del movimiento romántico, dado que era un "poeta individual". Lo emparentaba con antiguas tradiciones como la de los herejes cátaros o los gnósticos de Asia Menor y Alejandría.
Apreciaciones como ésta, personales pero bien fundadas, se dejan ver en las más de 500 páginas de "Borges Profesor" (Sudamericana, 2019), libro en que se transcriben las clases del Curso de Literatura Inglesa que dictó durante doce años en la Universidad de Buenos Aires, cátedra que obtuvo sin un título universitario. A pesar de que en ese momento no era la figura indiscutida que llegó a ser, postuló al puesto adjuntando solo la siguiente nota: "Sin saberlo, me he venido preparando para este cargo a lo largo de toda mi vida". Y los hechos parecen confirmarlo, al menos en los párrafos y frases cuidadamente editadas y anotadas por Martín Arias y Martín Hadis, responsables de este registro.
"Borges profesor" es un viaje en el tiempo; no a 1966, sino que hasta el siglo VII, en los albores de las letras inglesas, o hacia fines del XIX, con Robert Louis Stevenson. En la travesía, las palabras del maestro diseccionan con didáctica erudición las principales corrientes y sus autores favoritos. Entre ellos, el propio Stevenson, en cuya obra Borges rastrea el tema de la esquizofrenia, desde las piezas de teatro coescritas con Henley pasando por el cuento "Markheim" hasta llegar a "El extraño caso del Doctor Jekyll y el Señor Hyde", relato del que lamenta la "desventaja" de ser demasiado conocido. Así, se perdería el efecto de novela policial con que el autor lo publicó.
En cuanto a Blake, Borges explica con simpleza su complejo sistema teológico y su mitología, destacando como su eje creativo el problema del Mal, concepto que simboliza en el tigre.
Otros de sus preferidos son Wordsworth y Coleridge, además de Thomas Carlyle, en quien ve la prefiguración del nazismo, dada su admiración por los dictadores ("strong men" los llama) y su creencia en la superioridad de las naciones germánicas.
Daniel
Carrillo