Claudia Muñoz David
El Simposio Internacional de Esculturas cumplió 25 años, trayectoria que el gerente de la Corporación Cultural Municipal (CCM), Erwin Vidal, asegura enorgullecer a todo el equipo. En especial porque fue este el primer proyecto asumido por la corporación como propio y original, cuando la institución recién había sido creada.
En 2020 se desarrolló en el Parque Saval, entre el 5 y el 15 de febrero. Participaron nueve escultores, quienes provenían de Perú, Chile, Argentina, Costa Rica y Uruguay. Y aunque no se trata de una competencia, fueron los mismos visitantes del parque quienes escogieron sus esculturas preferidas. Este año votaron mil 442 personas y la obra favorita fue Mi Río Contaminado, escultura en madera de coigüe del valdiviano Alfredo Benítez.
El segundo lugar fue para Herencia, del artista costarricense Mario Parra , quien también trabajó la madera, y el tercer lugar fue compartido por el valdiviano Jorge Castillo, quien trabajó en metal la obra Cóndor Andino y para el chilenonorteamericano Andrés Billikopf, quien desarrolló Bicicleta, en piedra.
Las obras
Hace un año el mecánico y pequeño empresario valdiviano Alfredo Benítez comenzó a esculpir. Esta fue su primera experiencia en un simposio y haber obtenido el primer lugar lo sorprendió, pero asegura que más que la calidad de su obra, lo que conmovió a los visitantes fue su mensaje. La escultura tallada en una pieza de coigüe muestra a dos cisnes, un polluelo que quiere escapar de un lugar colmado de nylon y plástico y a su madre, con las alas abiertas, que va en su rescate. "Es una imagen que vi en un humedal de la salida sur de Valdivia, un día en que separé los junquillos", relató. Y aseguró "a veces el verde tapa todos los plásticos y la contaminación que está botada a orilla de camino, lo que quise fue crear conciencia sobre la basura y sus efectos negativos".
En su tercera participación en el simposio, el costarricense Mario Parra logró el segundo lugar. En las dos oportunidades anteriores había obtenido el primero. Durante toda su vida se ha dedicado a la escultura, estudió en Costa Rica, Nueva York y Barcelona. "Venir a Valdivia es como llegar a un oasis en el gran desierto de la cultura que estamos teniendo hoy en día. Valdivia es hoy el oasis de los escultores", relató. Su obra premiada, Herencia, está inspirada en las mujeres que, según relata "han empezado a crecer muy fuerte en todo el mundo y que en Chile están creciendo tan organizadas que hasta una canción tienen por ahí, que me parece muy interesante".
Agregó: "Resulta que parece ser, como explican los científicos, que la nieta recibe la herencia genética de su abuela. Por eso yo toqué el tema de la herencia, de cómo se transmite por medio del DNA y por medio de una trenza, a través de costumbres, tradiciones y formas de ser".
Desde el primer simposio
Este año el simposio tuvo un invitado especial, el escultor de Ancud Luis González, quien se dedica a esculpir desde 1966 y quien participó en el primer simposio organizado en Valdivia. Él comenzó a trabajar la madera inspirado por su padre, a quien vio laborar en una mueblería, hacer casas, botes, carretas y yugos. González es paramédico, por lo que quería plasmar el cuerpo y el dolor, lo que terminó haciendo gracias a la escultura. Sobre su primer simposio recuerda haber presentado una obra llamada Cuñas y Tarugos, que rechazaba la depredación del bosque chilote. "Ahora, al ver a todos, parece que no hubiera pasado el tiempo. Es como si todo hubiese sido ayer", dijo. Este es su cuarto simposio y participó con Cercos, relacionado con el encierro de lo urbano.