El año 2020 ha dejado en evidencia que, pese al desarrollo tecnológico, somos muy frágiles. El COVID-19 nos ha dejado esto muy claro. Estamos en cuarentena. Pero esta cuarentena no es en cualquier momento, ha coincidido con Semana Santa durante la cual, en un meditativo y silencioso viernes rememoramos el sacrificio de Cristo y en el alegre domingo, celebramos su resurrección. Un alegre día en el que los niños recorren los hogares en la búsqueda de aquellos huevos que ha dejado el conejo.
El huevo ha sido para muchas culturas un símbolo de fertilidad y vida. El huevo es una tradición que se remonta a épocas paleo-históricas puesto que, según estudios arqueológicos, en las cercanías de Worms, fue encontrada la tumba de un niño en la cual se depositaron huevos de arcilla pintados.
Ejemplos como ese los podemos encontrar tanto en oriente como occidente, aparentemente, tras periodos de mucha escasez se acostumbraba a realizar un intercambio de ellos para los cual se decoraban. En la medida que el mundo cristiano se fue internando en tierras germanas, se fueron adoptando algunas costumbres con la finalidad de lograr la aceptación.
Los antiguos germanos celebraban, al producirse el equinoccio de primavera, la festividad de Ostara, diosa que se relacionaba con la liebre y los huevos, ambos, símbolos de fertilidad. La finalidad era dar la bienvenida a la luz que renace y a la vez, despedir el frio y oscuro invierno.
Para efectos de la Iglesia Ortodoxa Griega los huevos son símbolo de la tumba, que con la resurrección de Cristo fue rota como cáscara de huevo.
Durante la Edad Media se estableció la prohibición de comer carne y huevos durante la cuaresma. Debido a ello éstos últimos se acumulaban razón por lo que se cocían y se rociaban con una capa de cera líquida o se pintaban. Una vez terminada la Cuaresma y por ende la prohibición, se regalaban entre vecinos, familiares y amigos lo que significaba una hermosa fiesta.
Sin duda, desde el punto de vista histórico, la celebración de la Pascua de Resurrección es una muestra del sincretismo cultural y de la permanencia de tradiciones ancestrales de pueblos que quizás hoy no existen, pero cuyas tradiciones prevalecen en torno al sacrificio y resurrección de Cristo.
Esta Semana Santa, en un contexto de real cuarentena, vivamos ese renacer que no es otra cosa, que el mantener la esperanza en el mañana. Motivo por cual, la invitación es a cuidarse y permanecer en casa.
Lorena Liewald
Directora Departamento de Pedagogía, USS sede Valdivia