Los últimos datos registrados hasta ayer 10 de abril, nos señalan que en el mundo hay más de 1 millón 500 mil personas contagiados por Covid-19, y los fallecidos alcanzan a 95.585. Sin duda, son cifras escalofriantes, más aún cuando los especialistas coinciden en explicar que en muchos países esta pandemia aún no alcanza su peak de propagación. Esta realidad, estremecedora y que a nadie puede dejar indiferente, está obligando a cambiar la forma en que el ser humano ha desarrollado su vida en sociedad, y de no mediar por los avances tecnológicos con los que contamos en la actualidad muchas de las tareas que hemos continuado realizando tales como el teletrabajo, clases online, y video llamadas no serían posibles.
Pero también, la realidad que estamos viviendo es una oportunidad para reflexionar sobre el ser humano y su rol en el mundo, y cómo continuamos después de superado el Covid-19. Es importante, realizar la reflexión sobre el autocuidado y el cuidado de nuestro entorno, materias en las todavía debemos avanzar, especialmente cuando observamos con preocupación la forma en la que algunas personas están incumpliendo cuarentenas obligatorias o sugeridas.
Es fundamental, dar prioridad al desarrollo sostenible, pensando siempre en los efectos que la actividad humana provoca en el medioambiente; sin olvidar un desarrollo más equitativo enfocado en los grupos más vulnerables, y en el caso de nuestro país con una especial mirada a nuestros adultos mayores y los niños.
Así también, el Covid-19 pone en valor el rol de la ciencia y la tecnología, y cómo desde esos ámbitos se trabaja intensamente en la búsqueda de medidas para prevenir o mitigar los efectos de esta pandemia, con la construcción de ventiladores mecánicos, el desarrollo de investigaciones que aportan nuevos datos sobre este virus; para finalmente llegar a una vacuna. En este plano, son claves las universidades, los centros de investigación, y cada una de las personas que se dedican a la ciencia.
Los técnicos y profesionales de la salud hoy están salvando miles de vidas, y esta frase es una invitación a pensar donde los países y los gobiernos deben colocar sus prioridades, robusteciendo decididamente sus sistemas de salud en todos sus niveles, considerando que esta realidad no reconoce fronteras, nivel socioeconómico, género, o color de piel.
Laura Bertolotto N.
Rectora Santo Tomás Valdivia