El dilema de Panguipulli
Una de las zonas turísticas más importantes del país está sin visitantes, pero la población privilegia salud. Para los perjudicados hay que buscar una salida razonable.
Uno de los factores que han cobrado mayor importancia con la aparición de la pandemia por covid-19 es la demostración de lo relevante que ha sido el factor sorpresa que ha jugado a su favor. Hasta las naciones más desarrolladas del mundo y sus organismos sanitarios han tenido que actuar a la defensiva, metiéndose en trincheras que muchas veces son insuficientes para contener el avance de tan peligroso enemigo.
En nuestra zona, la anterior se hace patente al analizar lo que ocurre con la comuna de Panguipulli, que hasta ayer presentaba el envidiable récord de no contar con personas contagiadas, lo que la tiene convertida en una de las escasas áreas del país que han podido permanecer ajenas al mal.
Sin embargo, y aquí viene la relación con lo que mencionábamos al principio, el factor sorpresa, porque gran parte de la población, la que se dedica a mantener en pie negocios y emprendimientos dedicados a fortalecer la industria turística, caballo de batalla de la comuna y una de las más importantes del país, quedó en la absoluta indefensión porque no tuvo el tiempo necesario para prepararse para lo que se venía encima.
La comunidad ha destacado en el cuidado de su gente. Las barreras ciudadanas para impedir el ingreso de potenciales portadores del virus se sumaron a los controles oficiales, con excelentes resultados.
Aquí, no obstante, aparece el dilema para dueños o sostenedores de restaurantes y hospedajes, que tras un prometedor inicio de año se vieron obligados a cerrar sus puertas, bajar sus ingresos a cero y, lo peor, en medio de la incertidumbre acerca de cuándo podrán reabrir.
Lamentablemente para ellos, sin turistas no hay turismo, y está claro que la comunidad no va a bajar los brazos en sus empeños por mantenerse libre de la amenaza. Es lo lógico y frente a ello no cabe más que desear que los panguipullenses siga mostrando tan saludables índices.
Y para los perjudicados hay que buscar una salida razonable, una ayuda que les permita aguardar con esperanzas la llegada de los días sin miedo.