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con la distribución de guías impresas y con contactos permanentes vía Zoom entre escolares y sus profesores.

- ¿El sistema estaba listo para este cambio?

Claramente nadie esperaba la pandemia, ni mucho menos que nos pusiera en jaque. Ni el Ministerio de Educación, ni los profesores estaban preparados para enfrentar lo que comenzamos a vivir con la crisis. La gran mayoría de padres y apoderados no están familiarizados con las tecnologías o el uso de internet. Aunque parece fácil, usar un computador no es algo habitual para muchas personas. Además hay zonas en que el tipo de conexión no es la óptima, entonces eso entorpece el proceso de enseñanza aprendizaje. Incluso, para muchas familias pagar por un servicio de internet no es prioridad cuando en realidad no tienen qué comer.

Como apoderados creemos que debería existir alguna entidad gubernamental encargada de proveer todo lo que se ha estado necesitando desde marzo. En las condiciones actuales, acceder a internet se volvió casi un derecho fundamental, entonces alguien debería velar porque así sea.

En general evidenciamos una carga emocional de trabajo muy fuerte en las familias. Con los niños estudiando en casa las dinámicas son distintas y se debe comenzar a lidiar con otro tipo de problemas. Ocurre lo mismo con los profesores. Ellos como padres y educadores están teniendo mucha más carga laboral y verdaderamente hay que sacarse el sombrero por lo que hacen. Considero que ellos son la primera línea de la educación. Son un tremendo aporte.

- De todas formas suspender la presencialidad parece haber sido la mejor opción frente a los contagios...

Fue la medida más sensata. Nadie iba a exponer a sus hijos a que se pudieran enfermar. Por lo mismo es que nosotros estamos firmes en la decisión de no respaldar el regreso a los colegios. A nivel nacional, todas las coordinadoras ya sean de colegios municipales, particulares y particulares subvencionados, están alineadas por el rechazo. Es algo que vamos a mantener por todo este año y muy posiblemente en 2021, según como estén las condiciones sanitarias. Por ello es que le estamos pidiendo a las autoridades establecer una mesa de trabajo donde puedan estar también las federaciones de estudiantes, ya que todos tienen derecho a opinar y proponer ideas para avanzar en lo que a nosotros nos parece podrían ser condiciones seguras para nuestros hijos.

Seguridad ante todo

Javier Tello sostiene que un plan de retorno seguro es complejo si solo se apunta a la necesidad que tienen los niños y jóvenes de volver al sistema educacional tradicional.

"La comunidad educativa en general está en riesgo. Hay que pensar en los profesores por ejemplo, en la avanzada edad algunos de ellos y en los que tienen enfermedades de base que los hacen más vulnerables. Todo lo que ocurre al interior de un colegio hace casi imposible el poner barreras sanitarias, ya sea por el distanciamiento social en salas de clases que son pequeñas, hasta el eventual riesgo que podría suponer un descuido al manipular los alimentos. Si alguien se contagia, a quién le vamos a reclamar. El ministro de educación está siendo muy irresponsable al seguir diciendo que se tiene que volver a los establecimientos educacionales. No está mirando el panorama completo y creo que no es consciente del riesgo real para toda la comunidad educativa. Todas las coordinadoras de Chile estamos en la misma posición: no vamos a enviar a nuestros hijos de vuelta al colegio, sus vidas están primero".

Junto con defender esa posición, actualmente en Valdivia se trabaja por llevar ayuda a las familias de estudiantes que desde el punto de vista económico no lo están pasando bien.

"La crisis ha golpeado duro por varias partes. Durante todo este tiempo nos hemos dado cuenta que realmente hay grupos familiares que están viviendo con lo justo. Algunas personas se han animado a pedir ayuda, otras son más bien silenciosas y seguramente por un tema de dignidad, se sienten incómodas al contar sus problemas. Lo cierto es que estamos tratando de llegar a todos".

En lo que va corrido del año, se han reunidos donaciones suficientes para armar cajas solidarias con alimentos no perecibles. La campaña es permanente y se logró contar con el apoyo del Liceo Armando Robles Rivera que por estos días funciona como centro de acopio.

¿Cómo ha respondido la comunidad en general a la cruzada solidaria?

De buena forma. Distintas instituciones, autoridades y personas anónimas no están colaborando. Hemos visto familias en situaciones realmente dramáticas. En muchos casos la caja de alimentos que le corresponde a los estudiantes no es suficiente.

Sentimos que la solidaridad está latente y eso nos permite pensar en ser mucho más ambiciosos en la cantidad de ayuda que vamos a seguir entregando. Como coordinadora estamos comprometidos con nuestros niños, sus familias y todo el entorno escolar. Nos motiva velar por nuestros derechos. Nada de lo que estamos haciendo tienen una finalidad política.