Cada vez que pensamos en videojuegos, el mercado y los prejuicios sociales nos obligan a proyectar la imagen mental de un adolescente jugando frente a una pantalla con algún dispositivo de realidad virtual. Esto ocurre porque los conceptos de tecnología y diversión se encuentran secuestrados en un segmento donde la energía vital y las ganas de aprender se asocian con edades tempranas. Primer axioma que debemos abolir.
Les debo decir algo que seguramente ya han notado: cada día que pasa nos hacemos mayores. Un estudio realizado por Big Fish Games encontró que más de un cuarto de todos los jugadores son adultos de cincuenta años o más. Algunos organizan torneos de videojuegos para conectarse con otros miembros de la comunidad, porque además de vivir más, los seres humanos están migrando hacia modelos de sociedad donde el individuo se vuelve cada vez más solitario.
Resulta interesante el hecho de que el uso de nuevas tecnologías sea un tema tabú para algunos adultos mayores, más aún cuando el mundo se automatiza día a día y quienes son jóvenes hoy mañana no lo serán, por eso la tecnología debe adoptarse y aprenderse como un elemento natural de nuestras vidas.
Los adultos mayores aseguran utilizar juegos de mesa y videojuegos para mantenerse mentalmente activos y divertirse, también para conectar con hijos, nietos y familia. La Universidad de Montreal descubrió que las personas que utilizan regularmente videojuegos disminuyen el deterioro cognitivo y previenen el Alzheimer, mejoran el seguimiento visual-motor, la percepción auditiva y la atención selectiva, entre otros beneficios.
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Romy Valenta