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ENTREVISTA. carmen barros y los 60 años del estreno de La Pérgola de las Flores:

"No me sentía preparada para hacer el papel de la Carmela"

TEATRO. La actriz de 95 años recuerda la trastienda, éxito y anécdotas de su personaje en la obra musical más famosa de las tablas chilenas.
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El confinamiento hogareño por la pandemia de la actriz Carmen Barros no ha sido para nada como el de otros adultos mayores. Al otro lado del teléfono, responde con una voz vigorosa que no da cuenta de sus envidiables 95 años.

"Estoy contenta, porque estoy bien de salud, lo que para una señora mayor como yo es una gran cosa. Y claro, soy muy activa, nunca he dejado de trabajar y me parece increíble que me sigan ofreciendo cosas. Es gratificante y positivo, claro que a esta altura hago solo lo que soy capaz de hacer", comenta la integrante de la serie "Los años dorados", hoy en pausa. "Los ejecutivos de Miami nos comentaron que la serie va seguir el próximo año, pero yo les digo que se apuren un poquito, porque con una señora de mi edad no pueden postergar mucho las cosas, jajaja. Por cierto, yo no proyecto cosas más allá de una semana. Después, Dios dirá".

Este año pasó algo inadvertida una efemérides teatral. Se conmemoraron los 60 años del estreno de La Pérgola de Las Flores, la comedia musical chilena más famosa, fruto del genio creador de Isidora Aguirre y Francisco Flores del Campo (letra y música, respectivamente), además de la dirección de Eugenio Guzmán. Carmen Barros encabezó un elenco icónico que la tuvo a ella como la primera Carmela de San Rosendo, además de Anita González, Sylvia Piñeiro, Justo Ugarte, Héctor Noguera, Violeta Vidaurre y Nelly Meruane, entre otras estrellas.

-¿Cómo llegó a la Carmela?

-Por mi amistad con Francisco Flores. Yo cantaba canciones de él en mis actuaciones. Él insistió que tenía que ser yo quien la hiciera, pero yo no me sentía preparada para el personaje, le soy muy sincera.

-¿En serio?

-No estaba segura de dar con el tono. La Carmela desarrolla un lenguaje popular chileno del que yo no tenía antecedentes y cuando encima me enteré de las mujeres con las que iba a trabajar, como la Anita (González) que era la famosa Desideria y hacía estupendo los personajes populares, sentí que no tenía ninguna posibilidad. Así lo manifesté. Tanto a Eugenio (Guzmán) como Francisco les dije que iba a renunciar, porque no tenía ninguna aproximación con esos personajes, que me sentía falsa, que una cosa es el canto, que yo hacía bien, pero de ahí hacer una buena Carmela, no sé. Entonces Francisco me dijo: "La vas hacer, porque no quiero otra Carmela que tú", y Eugenio remató: "Vas a ir todos los días a la Estación Mapocho a ver la llegada de los trenes y observar cuando llegan las huasas del sur con sus canastas y todo eso". Yo me eché a reír y le dije: "Bueno, pero en qué minuto voy a ensayar?".

-¿Y de qué forma lo resolvió?

-Traté de buscar ejemplos para entrar en el personaje. Pensando la situación, un día me quedé observando a María Luisa, la asesora del hogar que teníamos en la casa. Me puse a observar sus gestos, su forma de hablar y llegué a la conclusión que podía hacerlo como ella.

-¿Cuál fue su aporte a la construcción del personaje?

-La Carmela es un rol sencillo, que no tiene grandes conflictos y que se trata de una chiquilla que lo único que quiere es estar con su madrina. Mi gracia era que como yo cantaba, entonces le podía dar un toque de opereta. En mi caso, se trataba de una cantante que actuaba, más que actriz que cantaba.

-¿Cómo resultó la relación con el resto del elenco?

-Fue estupenda. Me tenían mucho cariño y conocían mi trabajo en este tipo de obras. Tiempo antes había hecho con mucho éxito "Esta señorita Trini", que se hizo con música mía. Claro que se trataba de una obra más de élite. Era la historia de un matrimonio de provincia de mucha plata, que tenía una sola hija a la que querían casarla con un santiaguino. Muy bonita. Para el caso de La Pérgola fui algunas veces la pérgola real y conversé con las muchachas para captar el ambiente genuino de su trabajo.

-Fue una obra adelantada.

-Totalmente. La obra tiene a la mujer como protagonista, está su papel como trabajadora y como sustentadora del hogar. También hay un seudo romance entre la Carmela y el Carlucho, pero también la lucha social entre la clase trabajadora y la elite por la expropiación que pensaban hacer de la Alameda que arrasaba con la pérgola. Fue interesante combinación.

-¿Y cómo fue el estreno?

-Con la tensión natural del debut, pero con mucha alegría. Hicimos un preestreno con las mismas pergoleras y sus familias, función a la que también asistió el Presidente Jorge Alessandri en el teatro Camilo Henríquez. Al día siguiente hicimos el estreno oficial en la misma sala y se desató el fenómeno. Uno sabía que era una buena obra, que podía ir bien, pero jamás que saltar al nivel que lo hizo. La crítica nos trató excelente y tuvimos que irnos al Teatro Cariola, que era más grande.

-Y de ahí de gira por el país.

-Claro. Recorrimos todo Chile y comenzamos en Punta Arenas para después ir acercándonos hacia el norte. Si tuviese que recordar alguna actuación en especial me quedo con una que se hizo en Talca. Resulta que estaba por empezar la función y se produjo un apagón en toda la ciudad. No hubo caso que volviera la electricidad. Estaba lleno y nosotros ahí, esperando. Al final lo solucionamos: abrimos las puertas del teatro y los autos iluminaron el escenario con sus focos. Como no podíamos usar los micrófonos cantamos más fuerte no más. Nos fue muy bien, pero en mi memoria quedó como una de las actuaciones más raras de mi carrera.

-¿Cuánto tiempo fue Carmela?

-Estuve dos años con el elenco y muy feliz, pero también tenía otras inquietudes artísticas y no me iba a quedar estar tranquila sin explorarlas. Estaba por comenzar una gira a México y en la víspera le dije a Eugenio (Guzmán) que me quería retirar, que tenía otras ideas. Se molestó y finalmente mi personaje lo tomó la Gaby Hernández, que lo hizo estupendo.

-Tras usted vinieron muchas Carmelas, ¿con cuál se identificó?

-Me gustó mucho como lo hizo la Marcelita Medel, también la Mónica de Calixto. La versión televisiva que hizo Fresia Soto (junto a Pedro Messone) no quedé tan conforme. Ahí hicieron una Carmela muy coquetona, a diferencia del perfil original que era de una chica muy alegre, espontánea, pero ingenua. También se llevó al cine, una coproducción argentina, pero cambiaron los textos y no fue, a mi gusto, tan bien lograda. Esa la actuó Antonio Prieto.

-¿Cuándo fue la última vez que la vio representada?

-Hace un par de años en el GAM, una versión que hizo Héctor Noguera. Su mérito fue que lo dio mucho valor a actuaciones secundarias. Por ejemplo, la parte de la "Tonada de medianoche" la interpretó un travesti. Me pareció interesante y dejó en evidencia que una obra puede evolucionar si se hace con buen gusto.

-¿Cómo ha envejecido la obra?

-De forma magnífica. Es "la obra" del teatro chileno, que se da en todas partes, en los colegios, parte del repertorio de cualquier grupo artístico. Está muy vigente y es un tesoro inspirador que me dio grandes satisfacciones, no me puedo quejar. Cuando murió la Isidora pasamos con el cortejo frente a la pérgola y fue muy lindo porque llenaron el vehículo fúnebre de flores. Curioso lo que ocurrió con la Isidora que siendo una tremenda dramaturga y escritora haya quedado marcada con este trabajo. Ella fue mucho más que la pérgola, que es su obra menos profunda. A propósito, ¿usted sabe mi anécdota con la Isidora?

-A ver, cuente.

-Somos muy amigas, pero ella no quería que yo hiciera la Carmela. Tenía en su mente a la Alicia Quiroga. Pero ahí se pusieron firmes Eugenio y Pancho de que querían una actriz del Teatro de Ensayo y no una del Teatro de la Universidad de Chile. Al final se convenció. "No te veía como Carmela", me reconoció más tarde, riéndonos. -¿Y usted alguna vez visitó San Rosendo?

-No, lamentablemente no. Una vez, hace muchos años, hicimos un cambio de tren en la estación, nos bajamos un par de minutos y eso sería.