"Nunca me faltó nada... toda mi vida ha sido un regalo de Dios"
CENTENARIA. El 12 de septiembre cumplió 100 años y luce una memoria prodigiosa. Usa notebook, WhatsApp y tiene facebook.
En medio de plena entrevista, suena su celular. Lo revisa y es un mensaje de whatsapp que responderá más tarde. Al frente, su notebook tiene un momento de descanso. También el facebook. El instante podría ser muy natural para estos tiempos, excepto por un gran e importante detalle. La entrevistada cumplió 100 años de existencia hace exactamente dos semanas: el 12 de septiembre. En la casona familiar de calle General Lagos, María Docmac Leal recorre su siglo de vida con una claridad, interacción y capacidad de recuerdo que sorprenden. "Nenita" es historia viva de Valdivia.
Desde los días en que corría hacia el colegio Inmaculada Concepción, con 5 centavos en el bolsillo para comprar un pan calentito en el primer recreo de la mañana. Hasta sus últimas salidas hacia el centro de Valdivia.
Conoció y disfrutó las funciones de los teatros Cervantes, Valdivia y Alcázar ("aunque me quedaba lejos", en Bueras cerca de Picarte), el Cine Central, las retretas por las tardes en la Plaza de la República, semanas valdivianas y noches venecianas, el desarrollo industrial de la ciudad junto a industrias como Immar, Weiss, Rudloff. El auge del Ferrocarril y la hotelería. Ya como adulta vivió el terremoto de 1960, la llegada de la radio y televisión.
Junto a una muñeca que es una de sus fieles compañeras ("Es regalo de una hija, por la niña que llevo dentro"), repasa capítulos de su vida. La familia vivió en General Lagos ("donde está el restaurante chino"), en un edificio de departamentos, en una casona frente al Torreón del Canelo, en la Corvi y desde hace 60 años nuevamente, en General Lagos.
Su historia
¿Qué recuerda de su niñez?
-Muy poco. Sé que entré al Inmaculada Concepción a los 5 años de edad. Pero ya para 1930, cuando tenía 10 años, recuerdo que corría hacia el colegio, el camino era de pura tierra y tenía que pasar una especie de pequeño cerro para llegar. Jugábamos al luche, al trompo, a la escondida. Nuestros padres nos criaron como "hermanos jugando", así que no salíamos a la calle.
¿A qué se dedicaban sus padres?
-Mi papá era comerciante. La familia tenía un negocio de telas y después, durante un tiempo tuvimos una fábrica de medias, la única que había en Valdivia y que se dejó de trabajar durante la Segunda Guerra Mundial, porque ya no llegaba materia prima.
¿Recuerda cómo le pidió matrimonio su esposo?
-Hablando con mi padre. Llegó a pedir mi mano y nunca supe qué conversaron. Pero yo estaba de acuerdo, por supuesto.
Ud. fue testigo directo y como persona adulta del terremoto de 1960. ¿Cómo lo vivió?
-En ese tiempo vivíamos en un departamento, en un edificio que colindaba con otro y el cortafuegos cayó justo donde vivíamos nosotros. Vi caer el edificio donde estaba Impuestos Internos y una muralla del frente, de la casa del Dr. Holzapfel. Eso vieron mis ojos, lo demás lo vi después. 50 personas estuvimos alojadas en una carpa, en el sitio de un amigo. Después vivimos por un tiempo en la Corvi 1, en Gil de Castro.
¿Tuvo vida laboral externa o solo se dedicó a su casa y la familia?
-Me dediqué a la crianza de mis hijos e iba a ayudar al negocio que tenía mi marido ("La reina de las medias" y después Casa Assef, en Picarte 332). Era lo normal y común de esos años, cuando había familia. Porque yo me pregunto: ¿hoy dónde están las familias?
¿Alguna vez pensó que iba a cumplir 100 años de vida?
-Nunca, ni lo soñé siquiera y la verdad es que no siento nada especial, es un año más de vida. Estoy bien, mi familia me cuida, está pendiente de mí. Solo que ahora estoy en cama porque hace seis meses tuve un problema en un pie y me ha costado recuperarme.
¿Qué Valdivia prefiere: el de antes o el de los tiempos actuales?
-Al Valdivia de ahora lo conozco poco. Hace como ocho años que no salía, hasta tener una silla de ruedas con motor. Pero lo que vi, no me gustó. Estaba todo cerrado, rayado, roto y hay mucha gente que una no conoce. Mi Valdivia era el otro, el de antes. Había más tranquilidad, unión. Cuando era joven íbamos a las retretas en la plaza, todo era tranquilo, la gente muy cariñosa y había respeto. Por ejemplo, Ud. se subía a la micro y si subía una persona de más edad, le daba el asiento. Dígame, ¿ahora quién hace eso y quién respeta al otro? Pienso que también hay mucho egoísmo: la gente es yo, yo y yo.
¿Qué hace en internet? ¿Lee noticias?
-No me gustan las noticias de hoy, son puros problemas. Pero si mis hijos me dicen que hay una telenovela bonita, la busco y la veo. También hago mis oraciones, porque he crecido espiritualmente, estoy muy interesada en "mis cosas".
A los 100 años de edad, ¿está contenta con su vida?
-Sí. Contenta con mi vida y más contenta porque estoy bien acompañada por mi familia. Qué más voy a pedir, si nunca me ha faltado el amor, el alimento, nada. Toda mi vida ha sido un regalo de Dios.
"Me dediqué a mi casa, que era lo normal en esos años cuando había familia. Yo me pregunto ahora ¿dónde están las familias?"
María Docmac Leal, Valdiviana centenaria