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El equilibrista que sacó a Trump de la Casa Blanca

PERFIL. Joe Biden será el presidente más longevo en EE.UU. Amigo de Obama y su exvicepresidente, tendrá que gobernar con crisis sanitaria, económica y los demás poderes en contra.
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El veterano político demócrata Joe Biden asumirá, a los 78 años la presidencia de Estados Unidos, tras una vida dedicada a al servicio público que culmina con la expulsión de Donald Trump de la Casa Blanca.

Exvicepresidente y "amigo" de Barack Obama (2009-2017), Biden ganó las elecciones por insistencia, después de dos intentos frustrados en 1988 y 2008, unas primarias que ganó por carambola al retirarse en su favor la mayoría de sus contrincantes y unos comicios contra el todopoderoso Trump en plena pandemia.

Biden decidió presentarse a la Casa Blanca con la bandera de recuperar el legado que Obama construyó y que Trump ha destruido después de que en 2016 fuera Hillary Clinton la candidata demócrata a la Presidencia, sin éxito.

Durante este último año ha tenido que enfrentar cuestionamientos sobre su edad y salud mental, y es que sus constantes lapsus han sido motivo de múltiples habladurías y un arma electoral en su contra. También porque debido a la pandemia, ha pasado gran parte de la campaña encerrado en su residencia de Delaware.

Además, con 78 años, será el presidente de más edad de la historia de Estados Unidos, lo que también ha puesto todos los focos sobre la vicepresidenta electa, Kamala Harris.

El AMIGO DE OBAMA

Biden ha esgrimido con insistencia sus ocho años al lado de su "amigo" Barack Obama en la Casa Blanca, como la guinda a una dilatada trayectoria política en el Senado de EE.UU. (1973-2009). También suele recordar sus orígenes humildes en Scranton (Pensilvania) -su padre era vendedor de automóviles- en pleno corazón del cinturón industrial estadounidense, que ha logrado reconquistar para los demócratas después de que en 2016 optase por Trump.

Con ello apela a dos sectores que son claves para su mayoría: la comunidad afroamericana y los votantes blancos de clase trabajadora, cuya confluencia ya permitió holgadas victorias de Obama en 2008 y 2012.

A ello se le suma su histórica selección de Harris, senadora por California, como su compañera de fórmula presidencial. Harris, de 55 años, es la primera mujer afroamericana y de ascendencia asiática en ser nominada a la vicepresidencia por uno de los dos grandes partidos.

Moderar izquierdismo

Biden ganó las primarias a un adversario interno insospechado hace apenas una década: el fulgurante ascenso del ala interna izquierdista encarnada por el senador Bernie Sanders, que derrotó tras una operación del partido para unificar al sector moderado que terminó liderando.

Con sus 36 años de senador y 8 de vicepresidente de currículo, desde este sector se le acusa de carecer de la valentía para enfrentarse a poderes como el financiero de Wall Street, y de no querer llevar a cabo los cambios estructurales que requiere el país.

La congresista Alexandria Ocasio-Cortez, una de las estrellas progresistas en ascenso y sucesora natural de Sanders, ha reconocido la creciente grieta en el seno de los demócratas al asegurar que "en cualquier otro país sería impensable" que Biden y ella estuvieran "en el mismo partido político".

Biden apoyó la guerra de Irak, defiende el sistema de los seguros privados de salud e impulsó una reforma de la justicia en la década de 1990 que terminó con decenas de miles de afroamericanos entre rejas por delitos relacionados con las drogas.

Pese a que las dos almas del partido han mostrado su división, en especial por la propuesta de la izquierda rechazada por Biden de instaurar un sistema de salud universal en EE.UU., las dos plataformas se han unido con entusiasmo para expulsar a Trump de la Casa Blanca.

Carisma "virtual"

El carisma es otro de sus puntos fuertes, algo que ha demostrado en sus cálidas y espontáneas interacciones con los ciudadanos, pero la pandemia del coronavirus le impidió realizar actos masivos de campaña y concentró todos sus esfuerzos en desarrollar una campaña virtual constante, lo que generó las burlas de los republicanos al acusarle de no salir de su sótano.

Lo que lo ha favorecido, paradójicamente, es controlar (aunque no al 100%) una de sus principales marcas: sus frecuentes metidas de pata verbales. "Soy una máquina de pifias. Pero, por Dios, qué cosa maravillosa comparada con un tipo que no puede decir la verdad", ironizó al compararse con Trump. Una de las noches de campaña de las primarias llegó a confundir antes de empezar a hablar a su mujer, Jill Biden, y su hermana, Valerie Biden.

Pero también en 2012 afirmó que se encontraba "absolutamente cómodo" con el matrimonio homosexual, lo que forzó a Obama a acelerar su apoyo explícito.

Biden deberá gobernar en uno de los momentos más difíciles imaginables, con una crisis política, económica y sanitaria que devasta el país, con el Senado posiblemente en contra y con el Tribunal Supremo con una histórica mayoría conservadora.

Cuatro incendiarios años al mando de EE.UU.

PERFIL. El exempresario remeció a Washington a golpes de Twitter y entre sus mayores combates están el muro con México, la trama rusa y la guerra comercial con China.
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Donald Trump prendió fuego al mundo político de Estados Unidos en 2016 y nunca apartó la vista de esas llamas, que salpicaron de escándalos sus cuatro años en el poder, pero no bastaron para garantizarle un segundo mandato en un país desgastado por la pandemia y la crisis económica.

El anuncio que dio por vencedor a Joe Biden puso fecha límite -el próximo 20 de enero- a la Presidencia de Trump, que ha dividido el país y al mundo como quizás ningún otro mandatario estadounidense y ha profundizado fracturas políticas y sociales que seguirán abiertas mucho después de que abandone la Casa Blanca.

Guiado toda su vida por una fuerte necesidad de aprobación, el mandatario se dejó la piel en decenas de mitines durante una larga e intensa campaña, pero no logró revivir las opciones que tenía a principios de este año, cuando confiaba en una holgada reelección gracias al buen desempeño de la economía.

Desgastado por la cifra astronómica de muertes por la covid-19, la peor crisis económica del país desde la Gran Depresión y un movimiento popular contra el racismo, Trump se convirtió en el undécimo presidente de un solo mandato de la historia de EE.UU., algo que no ocurría desde la derrota de George H. W. Bush en 1992.

El insurgente

A la hora de convencer a los votantes, el mandatario se encomendó a la misma estrategia electoral que le funcionó en 2016, la de perfilarse como un enemigo del aparato político. Poco importaba que Trump sea ahora quien encabece parte de ese aparato: en su imaginario y en el de sus seguidores, el supuesto "Estado profundo" siempre ha estado controlado por los demócratas, sus presuntos "infiltrados" en la burocracia del Gobierno, y tiene lazos con Biden.

"Hemos pasado los últimos cuatro años reparando el daño que Joe Biden infligió en los últimos 47 años (de su carrera política)", aseguró Trump durante su discurso en agosto pasado ante la Convención Nacional Republicana.

El exempresario, de 74 años, al bajar las escaleras mecánicas doradas de la Torre Trump en 2015 y anunciar su campaña presidencial, se convirtió en la peor pesadilla del Partido Republicano, pero esa formación acabó por amoldarse al mandatario.

La reacción a obama

Desde que llegó al poder en enero de 2017, Trump ha abrazado la provocación como forma de Gobierno y herramienta de distracción, atacando a los medios de comunicación y poniendo a prueba a las instituciones del país, cuyos tribunales han tramitado cientos de demandas contra muchas de sus políticas.

El mandatario ha revolucionado Washington a golpe de Twitter y regularmente manipula o exagera los hechos, con más de 22.000 mentiras o afirmaciones falsas desde que llegó al poder, según el recuento del diario The Washington Post.

Con el lema "Estados Unidos primero", Trump trabó la relación con aliados de Washington como Canadá y la Unión Europea, protagonizó un histórico acercamiento con Corea del Norte que lleva más de un año estancado y convirtió a China en su peor enemigo, con una guerra comercial.

Su ascenso al poder fue una reacción al mandato de su némesis, el expresidente Barack Obama, al que Trump dirigió ataques racistas desde 2011 y cuyo legado se ha esforzado en destruir desde la Casa Blanca, al retirarse del acuerdo nuclear con Irán y del pacto de París sobre el clima, además de congelar el deshielo con Cuba.

A la sombra del muro

Su otra promesa estrella, la construcción del muro en la frontera con México, la ha cumplido parcialmente: ha conseguido erigir casi 640 kilómetros (400 millas) de barrera, aunque la gran mayoría reemplazaba una valla que ya existía.

En materia de migración, Trump ha erosionado profundamente el derecho de los indocumentados a solicitar asilo, enviándolos a México a esperar durante meses una cita en un tribunal de EE.UU.

Trump ha pasado casi todo su mandato bajo investigación: primero fue la pesquisa sobre la trama rusa del fiscal especial Robert Mueller; y luego el juicio político terminado el pasado febrero, que absolvió al presidente de dos cargos por sus presiones a Ucrania.

Ascenso de un magnate

Nacido en 1946 en Nueva York de una familia descendiente de inmigrantes alemanes, Donald John Trump se licenció en Economía Financiera y a los 28 años tomó el relevo de la empresa inmobiliaria de su padre para adentrarse después en el sector de los casinos, con un ascenso marcado por las deudas.

Productor de los concursos de belleza Miss Universo y Miss América, y del programa "El aprendiz", donde varios candidatos competían por un empleo en su corporación, su fortuna personal se calcula en 2.100 millones de dólares. Trump está casado con la modelo eslovena Melania Knauss desde 2005, con quien tiene un hijo; y tiene cuatro de dos matrimonios anteriores.